Tiempo de rata, por Teodoro Petkoff
Vivimos tiempos de desvergüenza rampante. El presidente de la legislatura del Táchira, José Rosario González, alias Chayo, anuncia, tan campante, que ya el MVR tiene la lista de jueces con los cuales su colega de correrías merideñas, Luis Velásquez Alvaray, podría sustituir a los actuales jueces.
Uno no sabe si los jueces del Táchira son o no probos, pero lo que sí es una muestra de improbidad y sinvergüenzura es que el jefe del MVR anuncie tranquilazo que ya tiene los nombres de los activistas de su partido que sustituirán a los actuales jueces. Ya en Lara el inefable Velásquez Alvaray raspó a 16 jueces acusándolos, entre otras cosas de “narcotraficantes”.
A lo mejor es verdad, vaya uno a saber, porque buena parte de los jueces son” provisorios”, activistas del MVR, designados para cumplir tareas” revolucionarias”. Es probable que las acusaciones que se les hacen no anden descaminadas. Pero, puede tenerse la razonable seguridad de que Velásquez Alvaray no está procediendo a sustituirlos por jueces designados conforme a concursos sino por otros provisorios, pero de su “tribu”. Toda esta faramalla que tiene armada el nuevo capo del TSJ no es sino ruido de un barril vacío. Démosle tiempo al tiempo y ya veremos.
Por otro lado, el contralor (es un decir), Russián salió del letargo cataléptico que lo ha caracterizado a lo largo de años y destituyó al contralor del municipio Libertador.
Russián, modelo de coraje cívico, en estos años no había notado nada en la conducta del destituido. De pronto, misterios de esa Corte de los Milagros que es una cierta parte del chavismo, descubrió que el hombre es un prevaricador.
Poca duda puede caber que ninguna de las razones esgrimidas por el hombre invisible tiene que ver con la probidad o la eficiencia del funcionario destituido. La verdad es que no es otra cosa que un coletazo del pleito Bernal-Barreto. Chávez es un iluso si cree que con una cena miraflorina, con él de referee, se acabó el problema. No, eso pica y se extiende. Démosle tiempo al tiempo y ya veremos.
No tenemos dudas de que lo que seduce a Chávez del concepto “socialismo” es la versión soviético-cubana del mismo: partido único, para acabar con esa ladilla de unos “aliados” que no están sino a la caza de puestos; jefe único, cuyas órdenes se obedecen sin chistar, aunque ya esté visiblemente gagá; partido y Estado confundidos en una misma estructura. Todo lo demás es adorno.