Tiempo de ratas, por Simón Boccanegra
Lo que el oficialismo está haciendo con Nixon Moreno sobrepasa los límites de la canallada. Pero da una buena medida de la catadura moral de la gente del gobierno. Hay los que calumnian a Nixon y hay los que callan, aun a sabiendas de que todo es una bajeza. Pero el peor es el máximo líder. Ese que no vacila en señalar públicamente a Nixon como «violador». Son las vainas de no llamarse Daniel Ortega. No sólo le inventaron a Nixon una acusación absurda, sobre un supuesto intento de violación a una agente de policía, en medio de una manifestación estudiantil y con centenares de testigos que niegan tal fabricación, sino que ahora el Gobierno se niega a entregar el salvoconducto para que pueda abandonar la Nunciatura, donde está asilado, y viajar al exterior. En otras palabras, el Gobierno pretende dejar preso a Nixon… en la Nunciatura. Tal como el dictador Odría mantuvo preso a Haya de la Torre durante cinco años y pico en la embajada de Colombia en Perú, y tal como la brutal dictadura militar birmana mantiene prisionera en su casa a la valiente luchadora por los derechos humanos que la denuncia y combate. Es la misma actitud. El mismo desprecio por la legalidad y por los convenios internacionales. El mismo desprecio por la opinión pública. Exactamente el mismo desprecio por la persona humana. Tiempo de ratas vivimos.