¿Trabajar desde casa o desde la oficina? Mejor ambas, por David Somoza Mosquera

Twitter: @DavidParedes861
Sin ánimo de sonar reiterativo, el teletrabajo llegó para quedarse. Sin embargo, a medida que los países van recobrando algo de “normalidad”, aunque aún no se ha dejado atrás la pandemia, las empresas se han planteado nuevos modelos que sean funcionales tanto para el negocio como para los empleados.
Una de esas modalidades es el esquema híbrido, que consiste en permitirle a la mayor parte del personal trabajar desde casa, pero también pedirle que vaya a la oficina ciertos días de la semana. Y tal propuesta va ganando cada vez más adeptos.
De acuerdo a la consultora McKinsey & Company, 90% de las compañías a nivel global combinarán el trabajo remoto y el presencial, aunque 68% admite que aún no tiene un plan detallado que haya sido comunicado o implementado.
El Grupo Adecco, compañía consultora de recursos humanos, también lanzó sus cifras. Según el estudio Resetting Normal, tres de cada cuatro personas quisieran insertarse en una modalidad de trabajo híbrida. Además, 80% de los participantes pidió una mayor flexibilidad, tanto en la manera de realizar sus funciones como en el sitio donde debe realizarlas.
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En todo caso, el modelo híbrido es el que más se ha popularizado hasta ahora. Es una solución que podría considerarse no solo idónea para estos tiempos, sino también a largo plazo. Ventajas tiene.
El cambio hacia el trabajo híbrido promete beneficios potenciales como el aumento de la productividad, mejorar el bienestar, la retención y la contratación del personal, revitalizar la fuerza laboral y mayor flexibilidad individual, sin mencionar la reducción de costos que significa.
Sin embargo, si bien es un modelo atractivo tanto para empleados como para las empresas, es innegable que algunas cosas se vuelven más difíciles cuando se trabaja de forma remota. De manera que la implementación del esquema híbrido a gran escala puede traer ciertos problemas asociados a las normas organizacionales que sustentan la cultura empresarial y el desempeño del personal.
Por ejemplo, se corre el riesgo de que surjan dos culturas organizacionales. De un lado estarían los empleados y líderes que trabajan “en persona”, beneficiándose de la colaboración conjunta, y del otro los trabajadores remotos que pueden sentirse aislados.
En consecuencia, el desempeño de la compañía puede verse afectado al perderse ese sentido de pertenencia que le da al personal un propósito común y lo inspira para hacer mejor su trabajo. Por eso es importante hallar las vías para que el modelo híbrido funcione exitosamente.
Ciertamente, la tecnología nos ayuda a estar más cerca unos de otros, pero nada puede reemplazar por completo el cara a cara. Por lo tanto, los líderes necesitan nuevos enfoques para crear un entorno en el que los empleados remotos y presenciales sientan que tienen acceso no solo a las interacciones formales, sino también informales, las cuales, si bien ocurren de manera más natural entre empleados que comparten ubicación, deben procurar garantizarse en la “oficina virtual”.
Así que asegurar el trabajo híbrido será un desafío enorme para las empresas y sus líderes: les toca definir y adoptar nuevos mecanismos que faciliten la cohesión y fomenten la confianza en el personal, pues es poco probable que las cosas vuelvan a ser tal cual eran antes de la pandemia.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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