Traición a la patria, por Teodoro Petkoff
Alí Rodríguez, embajador en Cuba, vuelve con el cansón y ya inocuo ritornello de la «traición a la patria». En épocas más serias de la historia patria una acusación de ese calado podía tener consecuencias penales graves. No es poca cosa traicionar la patria. Ya no. La retórica oficialista ha banalizado el tema hasta el punto de quitarle toda mordiente. Sin embargo, algunos, como Alí, todavía engolan la voz para lanzar el terrible anatema. Para Alí todo lo que está pasando con Exxon tendría su origen en los contratos firmados durante el gobierno de Caldera con las transnacionales que habrían de participar en la explotación de la Faja del Orinoco. Estos contratos establecen que las controversias que pudieren surgir entre las empresas y Pdvsa, y no fueren resueltas en negociaciones directas entre las partes, serían llevadas a la Comisión Internacional de Arbitraje. Que Exxon haya llevado el caso a arbitraje sería culpa, pues, del gobierno de Caldera, el cual habría incurrido en «traición a la patria». Esta aseveración, con el debido respeto a mi viejo amigo y compañero, es tan necia y tan absurda como, por ejemplo, la que sostiene que Chávez es Presidente de Venezuela porque Caldera sobreseyó su causa en 1994. Pero vamos por partes.
Si el oficialismo piensa como Alí Rodríguez, podemos, entonces, preguntar por qué en nueve años el gobierno rrrrrevolucionario no ha hecho nada para denunciar y modificar esa cláusula de los contratos. Alí mismo fue ministro de Energía y Petróleo, luego representante de Venezuela ante la OPEP e incluso desempeñó la Secretaría General del cártel y después asumió la presidencia de Pdvsa. Si desde esas posiciones, las más importantes en la institucionalidad petrolera del país, Alí no hizo nada para cambiar la cláusula y, peor aún, jamás dijo nada públicamente sobre la situación que ahora denuncia, es forzoso concluir que es cómplice en el presunto delito de traición a la patria del cual acusa al gobierno de Caldera. Quien teniendo conocimiento de un delito, no hace nada para precaverlo es tan responsable como quien lo comete. De modo que, utilizando la misma lógica de Alí Rodríguez, este debe ser calificado de «traidor a la patria» y el Tribunal Disciplinario del PSUV debe proceder a juzgarlo, sin necesidad de acusación formal contra el presunto traidor sino por mera notitia criminis.
Más aún, el ministro y presidente de Pdvsa, Rafael Ramírez, estaría incurso en el mismo delito de «traición a la patria» porque ha dicho, urbi et orbi, que Pdvsa comparecerá ante la Comisión Internacional de Arbitraje, asistida, nada menos, que por uno de los bufetes más arrechos del imperio, lo cual implicaría una doble traición por el desprecio que significa hacia nuestros juristas endógenos.
Dejen Alí y su jefe de hablar tantas bolserías y de lanzar tantas bravuconadas, que sólo dañan la causa de la Nación, y asuman la conducta seria y responsable que exige un pleito de esta envergadura.