Tras 20 años de chavismo, la democracia venezolana está a un paso del «default»
En este periodo quedaron atrás la descentralización, el sector privado, la división de poderes, los contrapesos institucionales y la tranquilidad ciudadana
Autor: Ascensión Reyes R.
Este jueves 6 de diciembre se cumplen 20 años desde que Hugo Chávez Frías alcanzó el poder al ganar los comicios presidenciales de 1998. La oferta de la democracia protagónica quedó en el olvido. Hoy su legado es una deuda heredada por su sucesor Nicolás Maduro, que en vez de saldar ese déficit más bien lo ha acentuado hasta el punto de que al igual que con los compromisos económicos externos, el país está a un paso del “default”.
Chávez y Maduro se han convertido en lo que los politólogos llaman “iliberal”, aquellos para quienes la división de poderes no existe y además, han eliminado los contrapesos institucionales.
El 10 de enero cuando una vez Maduro se juramentará como presidente de Venezuela ante la Asamblea Constituyente, convertirá su nuevo mandato en un doble ejercicio de ilegitimidad, porque su elección no es reconocida por buena parte de la comunidad nacional e internacional, además de que lo hará por un ente que también carece de legitimidad.
En ese camino de 20 años muchas son las pérdidas. Fernando Spiritto, politólogo y director de estudios de posgrados de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, destaca tres puntos esenciales de la democracia que han sido menoscabados.
En primer lugar, la descentralización. Afirmó que uno de los grandes pecados del chavismo fue eliminar la descentralización y destacó que eso ha tenido un impacto directo en los ciudadanos porque la calidad de vida se ha deteriorado.
“Significa, por ejemplo, el deterioro urbano que ha experimentado el país. Este es un país que se cae a pedazos por todas partes. Y eso, a mi manera de ver ha sido consecuencia directa de la eliminación de la descentralización que había empezado con buen pie en la década de los 90”.
Más allá de la opinión de Spiritto, los estragos de la concentración del poder son palpables en diversos sectores, día a día el ciudadano común lo padece.
Los constantes apagones tienen que ver no solo con la falta de inversión y mantenimiento, sino también con la eliminación de las empresas regionales que suministraban el servicio. Otro, ejemplo se da en el sector salud. Los hospitales también pasaron a manos del gobierno central.
Para el catedrático, el segundo gran pecado del chavismo es haber prescindido del sector privado para tareas de desarrollo del país. “Hay una lección que nos da el mundo es que el crecimiento económico y el desarrollo son el resultado de una asociación del sector público y sector privado. Es imposible desarrollar un país si no se tiene al sector privado como aliado y de actor fundamental del proceso. El chavismo desde el principio, desde el día uno, tuvo como objetivo básico disminuir y eventualmente eliminar al sector privado”.
Apartar al sector privado ha sido peor que un tsunami en términos de producción. Una de las primeras formas de prescindir de este sector fue con la ola de expropiaciones. De acuerdo con el informe ‘Costo e impacto de las Expropiaciones: causas de un Estado patrimonialista’ publicado por el Cedice, en 2005 se registraron las primeras intervenciones a la propiedad privada. El primero en caer fue El Charcote del grupo británico Vestey.
Luego las expropiaciones siguieron en sectores como el petrolero, el eléctrico, telefónico y alimentario. Siguieron las cementeras y Sidor y así sucesivamente.
Y el tercer aspecto que menciona como una pérdida de democracia tiene que ver con centralización del poder. “Chávez es lo que hoy los politólogos llaman básicamente ‘iliberal’. Es aquel es un gobierno, candidato o gobernante que no cree en la división de poderes ni en los derechos humanos”.
Ese rasgo también lo observa en Maduro por desconocer el carácter plural de la sociedad y por gobernar autoritariamente. “Si se suman esas tres grandes macrotendencias y otras, se explica la crisis que tiene Venezuela en estos momentos”.
Una de las tantas consecuencias de este autoritarismo lo identifica con la hiperinflación. “Políticamente la hiperinflación es el resultado de un gobierno que no respeta la división de poderes, que no tiene control, uno que no respeta la propiedad privada ni el Estado de Derecho. La hiperinflación es básicamente un problema político. La inflación moderada puede ser el resultado de muchas cosas, pero la hiperinflación es el resultado de un problema político, en primer lugar”.
Se privilegió al Ejecutivo
Piero Trepiccione, politólogo y coordinador del Centro Gumilla en Lara, asume la pérdida en los contrapesos institucionales. Para él son un elemento esencial de la democracia. “La democracia y el Estado de Derecho se soportan justamente en ponerle límites al poder de las personas para que todos puedan tener los mismos derechos y deberes frente a la ley. Con Chávez hubo una concentración de liderazgo en una sola persona, algunos teóricos lo han llamado el hiperliderazgo. Eso afectó los contrapesos institucionales de toda la democracia”.
Esa característica tuvo su injerencia en la Constitución de 1999. En el nuevo esquema a partir de esa carta magna- adujo- privilegió al Poder Ejecutivo por encima de los otros poderes del Estado. “Ha creado una distorsión enorme que hoy nos está impactando a todos los venezolanos, porque tenemos un Poder Ejecutivo demasiado grande y poderoso. Totalmente desproporcionado con respecto a los otros poderes del Estado», dice.
En ese camino de dejar cosas atrás quedó la tranquilidad ciudadana. Trepiccione aseveró que la polarización política ha hecho mucho daño en el país.
“Desde lo público, la política, desde el Estado hemos tenido mensajes constantemente asociados a insultos, a descréditos, a ofensas y eso naturalmente nos dividió como sociedad y nos impactó negativamente como sociedad”.
El daño: impidió que, independientemente de la posición política o criterios ideológicos, se pudieran resolver los problemas en conjunto o de común acuerdo. “Eso nos ha impactado en esos 20 años una polarización paralizante”.
Los riesgos del futuro
Trepiccione avizora el 10 de enero como un factor que profundizará el deterioro de la democracia en Venezuela. Será una democracia cuestionada por un número importante de países, no solo de la región sino de alrededor del mundo, porque más de 60 naciones desconocen abiertamente las elecciones del 20 de mayo y por ende, desconocerán el período que comienza el 10 de enero.
“Eso profundiza el deterioro de nuestra democracia tanto en su funcionamiento interno, porque evidentemente los factores políticos distintos a quien ostenta el poder en el país tiene un margen de maniobra mínimo o casi nulo para actuar en la política nacional, y porque el deterioro de las relaciones internacionales de Venezuela es enorme. Cada vez tenemos menos embajadores activos en Caracas. Hemos potenciado nuestras relaciones con países como Rusia, China y Cuba, pero el grueso de naciones tanto del hemisferio occidental como del mundo son cautelosos con el funcionamiento de la democracia en Venezuela”.
De acuerdo con Spiritto lo primero que se perderá será la democracia misma. “A partir del 10 de enero vamos a tener un gobierno y un presidente ilegítimo, no fue elegido por la voluntad clara de la mayoría de los venezolanos. Sin lugar a duda la única herramienta para mantenerse en el poder que va a tener el gobierno a partir del 10 de enero es la represión pura y simple. Maduro dejó de ser un presidente legítimo y se apoya en la fuerza y en el control directo de las instituciones del Estado”.
Lo que toca al ciudadano
Tanto Trepiccione como Spiritto llaman a los ciudadanos a articularse, organizarse y reclamar a la oposición una actitud coherente.
El director del Centro Gumilla larense acotó que la solución política pasa por su gente y por una organización social. “Por una cosa que el sociólogo chileno Carlos Matus llamaba el vector de fuerza, es decir, en estos momentos tenemos una abrumadora mayoría social por el orden de 85% de la población que está cuestionando el modelo económico y político del país. Pero ese porcentaje no se ha convertido en una mayoría política sólida y bien estructurada para que pueda ser el vector de fuerza capaz de transformar realidades. La tarea en este momento justamente es articular esa amplia mayoría social para convertirla en una política que sea un vector de fuerza que transforme la realidad venezolana en el corto plazo. Ese es el mayor desafío que tiene la oposición y la sociedad venezolana en su conjunto, obviamente aprovechando el apoyo que la comunidad internacional está dando”.
Spiritto agrega que se debe lograr la unión de la oposición y que tenga objetivos comunes. “Y lo otro, plantear cara al gobierno ilegitimo de todas las maneras posibles en una acción coordinada de los ciudadanos”.
El profesor de la UCAB no descarta que surja la violencia, pero apela a la responsabilidad de los líderes políticos que tienen que evitar que la actividad política se desborde a esos niveles. “Es difícil y complicado y lo último, es la participación. El ciudadano común y corriente no puede quedarse en su casa. Hay que salir a protestar de manera pacífica y sobre todo, hay que articular un frente externo muy importante porque el escenario internacional a partir del 10 de enero va a tener un mayor importancia en el sentido de que hay que exigirle a los gobiernos democráticos que no reconozcan al gobierno”.