Travesía del desierto, por Teodoro Petkoff

Ayer hicimos una distinción entre “la-oposición-tal-como-la-conocemos-hoy” y “los opositores” sobre la cual queremos añadir algunas otras consideraciones. El primer concepto se refiere al conjunto de partidos y parapartidos cobijados bajo el paraguas de la Coordinadora Democrática. El segundo atañe al vastísimo universo de venezolanos y venezolanas de todos los sectores, que adversan al gobierno de Hugo Chávez, y que en su gran mayoría se encuentran al margen de cualquier organización política.
Esta distinción adquiere significación porque mientras “la-oposición-tal-como-la-conocemos-hoy” está viviendo sus últimos días, “los opositores” constituyen el potencial punto de apoyo para la construcción de una alternativa política al chavismo, es decir de una opción que trascienda el mero rechazo a Chávez y le proponga al país un proyecto y una línea política para luchar por este. Un proyecto que asuma el vuelco histórico que significó el advenimiento del chavismo al poder y que entendiendo el formidable proceso de ebullición social y de “empoderamiento” popular que ha provocado el movimiento liderizado por Chávez, pueda abrir canales de comunicación con el universo de los humildes. Un proyecto, en suma, que ayude a rescatar a “los opositores” de la esterilidad del mero rechazo visceral al gobierno ( “Chávez vete ya” ), que no hace otra cosa que obturar la comunicación con sectores sin cuya contribución es imposible construir una política alternativa de masas. Un proyecto, además, claramente comprometido con una estrategia democrática, que ni por acción ni por omisión se guarde cartas antidemocráticas dentro de la manga.
Construir una fuerza y poner en marcha un movimiento significa que el asunto no es juntar improvisadamente a todo aquel que se declare antichavista y muchísimo menos someterse a sectores cuya acción política está movida por la defensa de privilegios y poderes particulares antes que por los intereses de las vastas mayorías desposeídas. En este particular la historia de la oposición a lo largo de estos años es muy aleccionadora, sobre todo durante esos episodios que fueron el golpe de abril, el paro “cívico” y el pronunciamiento de los que después fueron conocidos como “los militares de Altamira”. La fuerza de oposición por construir debe mantener con los distintos sectores de la sociedad, desde los gremiales hasta los mediáticos, vínculos estrechos pero siempre dentro del marco de la autonomía y no de la subordinación.
Hace unos días, anticipando la posibilidad de resultados electorales negativos para la “la-oposición-tal-como-la-conocemos-hoy”, hablábamos de la perspectiva de una travesía del desierto, sin camellos y, por ahora, hasta sin brújula. Esa perspectiva se ha concretado y por tanto es necesario tener claro que lo que está por delante es algo así como subir un corozo de espaldas. Los tiempos que vienen van a requerir paciencia, tenacidad, dedicación, creatividad y la convicción absoluta de que el porvenir se construye, sobre todo, con una política clara, con una estrategia que no se tambalee al compás de las contingencias tácticas.