Un año que viene y otro que se va, por Teodoro Petkoff
El año que está a punto de finalizar ha sido un año de lucha. El año próximo también lo será. A lo largo de estos doce meses, este pueblo indomable ha lanzado su voz de reclamo y protesta en los cuatro puntos cardinales y en todos los ámbitos. Obreros de Guayana y de los campos petroleros de Oriente y Occidente, médicos de todas partes, empleados públicos, estudiantes de todas las aulas universitarias, pobladores de las barriadas populares y presos en las cárceles, están unidos por un hilo conductor: la inconformidad y el malestar ante una gestión de gobierno cuya incompetencia ya es imposible de disimular o excusar. Este gobierno no sirve para nada y la gente viene perdiendo la paciencia.
Cuando no es la luz es el agua; cuando no es la atención médica son las dolorosas estadísticas de la muerte; cuando no es el desempleo o la vivienda es la carestía de la vida. Frente a esto, el oxidado discurso de Chávez suena a hueco, a periódico de ayer, a vano intento de contener las aguas represadas del descontento con una muralla de palabras vacías.
Marchas, manifestaciones, trancas de calles y carreteras, huelgas de hambre, dicen mucho de una voluntad que no se resigna a la pasividad.
Por otra parte, la oposición político-partidista consolida su línea democrática de acción, eludiendo con tino las trampas provocadoras del Presidente –que la querría en la vieja tónica de choque frontal–, al mismo tiempo que consolida y avanza en el desarrollo de la política unitaria.
La reciete aprobación de los reglamentos, tanto para los acuerdos posibles en materia de candidaturas a la Asamblea Nacional como para las elecciones primarias que sea necesario realizar, ha desatado un grueso nudo.
Ya las líneas de cal están trazadas en el terreno y ahora toca, con reglas de juego claras, proceder a la mejor selección y elección de los candidatos. El «cómo» ya está listo, ahora falta el «qué». En teoría, la victoria electoral en septiembre de 2010 es posible.
La unidad opositora no puede defraudar al país.
No se le pide lo que todavía no puede dar, que es ponerse a la cabeza de la protesta popular, sino lo que sí está en sus manos: diseñar y llevar adelante una política electoral coherente y unitaria.
El adversario es muy mañoso y cuenta con muchos recursos. Con
–trola todos los poderes y viene endureciendo su acción represiva. Tiene la fuerza para hacerlo, pero es la fuerza de un sistema en trance de debilitamiento. La tendencia apunta a un declive sostenido en su arrastre popular. Son cada vez más visibles las grietas en su base social y se ha producido un cisma con la chavoburguesía. Por lo mismo, puede preverse que va a jugar duro el año próximo, el cual tiene todos los visos de ser un periodo decisivo tanto para el gobierno como para la oposición política. Es decir, para todo el país.