Un paseo por las nubes, por Teodoro Petkoff

Ya el pobre Haiman El Troudi no encuentra cómo manejar el tema de la inflación. Ahora, según su última declaración, la cosa tiene que ver con la crisis financiera en el imperio. El imperio, pues, es responsable de la carestía del pollo, de la pasta, de la carne y de las verduras en nuestro país. Ya lo saben las amas de casa. La comida cara es culpa de Mr. Bush. En alguna oportunidad también dijo que ese no era un tema relevante y en otra oportunidad revisó la meta inflacionaria esperada por el gobierno, subiéndola de 11% a 19% y eso cuando no se necesitaba ser Carlos Marx para darse cuenta de que esa nueva meta era otro espejismo.
Pero nosotros comprendemos a El Troudi. Sabemos perfectamente que no es tan estúpido ni tan ignorante como podría inferirse de sus desafortunadas declaraciones. Es que este joven es ministro de Chacumbele y sabe bien lo que significa decir cosas que no le gusten al Gran Charlatán. El Troudi está consciente de que en TV se enteraría de su destitución si un buen día le diera por decir, por ejemplo, que la inflación es producto de políticas fiscales y cambiarias irresponsables y de una política general que está asfixiando al aparato productivo interno, en particular al agrícola, y con este a la oferta de bienes de consumo masivo. Por eso se ha vuelto un malabarista, manejando argumentos risibles, que ni él mismo cree, tal como lo expresa claramente su rostro, cada vez que aborda este tema.
Hoy debe haber amanecido de terapia intensiva el pobre Haiman. Todas sus pastillas tranquilizantes declarativas se estrellaron contra los brutales guarismos de la inflación en septiembre. En Caracas fue 2,5%, para un acumulado en el año de 23,2%.
Pero del mismo mes de 2007 a este la cosa va por 36,1%. El nuevo índice nacional, que no permite todavía comparar con años anteriores, registra 2% para las nueve ciudades medidas, con un acumulado para el año de 21,8%. O sea, que en Caracas el año va a cerrar con una inflación superior al 30% y en el país por los alrededores de ese número.
Pero con la papa la cosa es aún más dura. La inflación en alimentos y bebidas, el ítem en el cual gastan los pobres la mayor parte de su ingreso, llega en Caracas a 32,2% y en el país a 27,8%. Pero, en septiembre 2007-septiembre 2008, los precios de la comida en Caracas subieron a la fantástica velocidad de 53,5%. En diciembre pasado, la inflación en los alimentos había llegado a 31,2%.
El brinco en menos de un año es de canguro.
Las medidas que el gobierno ha tomado hasta ahora han sido inocuas. No han servido para nada. La razón no es difícil de entender.
Son como las que anuncian para la «austeridad»: eliminar celulares, carros de lujo, fiestas de fin de año. Es cosa de risa.
Más fácil sería matar un burro a pellizcos.