¡Vamos a contarnos!, por Teodoro Petkoff
¿Qué se hace cuando se tranca un juego de dominó? Pues se voltean las piedras y se cuentan los puntos. Esa es la situación de Venezuela. Juego trancado. Lo que sale es contar los puntos. Sobre todo porque en este juego los mirones no son de palo. Al contrario, los mirones participan abiertamente y antes de que empiecen los botellazos y los silletazos lo lógico es que nos contemos. Ya está prácticamente demostrado que ninguno de los jugadores tiene como patear el tablero. El cartucho golpista está evidenciando su patética impotencia en la plaza de Altamira. Por otro lado, el autogolpismo parece conjurado por las declaraciones de los generales García Montoya y Baduel. Pero eso no significa que las respectivas tropas no estén con el dedo en el gatillo y que haya desaparecido todo peligro. Así que para no seguir en esta agonía hay que dejar que los mirones decidan. Que el pueblo decida. Sobre todo porque eso es lo que quiere la mayoría. Los respetables y esforzados compatriotas que cada vez que aparece un militar disidente corren a vitorearlo en la plaza de Altamira, expresan un matiz de la opinión pública pero no son LA opinión pública. Esta es la que debe ser consultada cuanto antes, para permitir que millones de venezolanos decidan que es lo que quieren en relación con el gobierno de Hugo Chávez.
En tiempos de Caldera era frecuente leer en una columna que Chávez tenía en La Razón que el presidente debía renunciar porque las encuestas registraban que su popularidad era muy baja. ¿Con qué argumento puede oponerse a la solicitud que hoy se le hace de convocar un referéndum consultivo? En aquel entonces no había ni de lejos la maraca de crisis política que hoy existe y sin embargo Chávez creía necesario un adelanto de las elecciones. Tenía claro, más allá de que su planteamiento no tuviera asidero en la realidad, que la solución de lo que para él era una crisis, estaba en manos del pueblo. Ahora es tan evidente la presencia de una crisis política que hasta Chávez admite la posibilidad de una solución electoral anticipada, sólo que la remite al referendum revocatorio del próximo agosto. Sin embargo, la crisis avanza a tanta velocidad que se hacen necesarias opciones electorales más inmediatas. El gran argumento que esgrime el oficialismo para oponerse a un adelanto de las elecciones es que ello no está contemplado en la Constitución. OK. Pero lo que sí está previsto en la Constitución es el referéndum consultivo. En cualquier momento el soberano puede ser consultado acerca de materias de trascendencia nacional. ¿Qué otra cosa más trascendente puede haber, en medio de esta crisis tan profunda y peligrosa, que una consulta sobre la continuidad o no del Presidente en su cargo? La Coordinadora Democrática debe culminar rápidamente la recolección de firmas (a la cual se han sumado ahora los señores oficiales de Altamira) y colocar así, ante el país y ante el gobierno, el desafío de una solución democrática. La próxima visita de Gaviria tendría que ser aprovechada para establecer definitivamente las bases de una negociación que permita a Gobierno y oposición acordarse en torno a este punto capital.