Victoria de enmienda, por Teodoro Petkoff
Después de gastarse ilegal e inescrupulosamente miles de millones de bolívares del tesoro nacional en su campaña, después de la campaña más groseramente ventajista de la historia nacional, después del más impúdico chantaje a empleados públicos y trabajadores de las empresas del Estado así como a los beneficiarios de las misiones, después de violar la Constitución y las leyes como le salió del forro, con un CNE de desvergonzada alcahuetería ante los abusos del ventajismo, Chacumbele logró su victoria de enmienda. La desproporción y la brutal asimetría entre ambas campañas no amilanó a más de 5 millones de compatriotas que, contra todas las adversidades mantuvieron su rechazo al autoritarismo, al autocratismo, al militarismo, al personalismo y a la vocación totalitaria del régimen. Diez puntos por debajo del porcentaje que obtuvo en su reelección en 2006, y más de un millón de votos menos que en esa oportunidad, la enmienda aprobada habla de un persistente declinamiento del poder del chavismo. Pueden celebrar hoy, pero en el horizonte 2012 lo que comienza a alzarse es el fantasma de una derrota inevitable.
Si con años de viento a favor, beneficiándose de una fantástica bonanza petrolera, con el uso bochornoso de las ventajas del poder, a duras penas sobrepasa hoy la mitad del electorado, no cabe ninguna duda de que la erosión del gobierno -que ya era visible antes de que estallara la crisis económica mundial-, en los próximos e inmediatos años se va a acelerar a toda mecha. Tiene ya la posibilidad de presentarse a la reelección en 2012, pero la posibilidad de que la gane es muy remota. Que rectifique sus errores sería un milagro; todo lo contrario, hasta tal punto lo domina el espíritu de Chacumbele que él mismito continuará matándose. Ya quisieran los venezolanos que no fuera así, pero, como en el alacrán del cuento, es su naturaleza. Continuará metiendo la pata, y ahora con viento en contra.
El esfuerzo realizado por la oposición ha sido admirable. Enfrentada al Fisco Nacional, a todo el peso del Estado y del gobierno, hostigada por la violencia oficial y paraoficial, sometida a las calumnias y amenazas más grotescas, rindió una jornada espléndida, de la cual puede sentirse orgullosa.
Seguirá haciendo camino al andar, incansablemente. Sobre todo, incansablemente, porque esta larga batalla la perderá quien se canse primero.