Welcome Santos…, por Laureano Márquez
No es por adularle, señor Santos, menos mal que ya llega usted, porque el que dentro de pocas horas será su antecesor nos traía locos. Siempre promoviendo la guerra fratricida, siempre buscando pleitos. Si no la ha desatado en las últimas horas es porque, como siempre, quiere dejar mal a nuestro gobierno que había ofrecido certezas de que el conflicto que él y sus aliados gringos promueven (Que pretenden usar nuestra propia gasolina para mover los aviones con los que quieren destruirnos) se produciría antes de la transmisión de mando de su merced. Hasta cartas recibimos por aquí. De todas maneras, nada de raro tendría que en las pocas horas que le quedan nos echara el personaje una nueva vaina.
Por aquí nuestras autoridades piensan, con razón, que con usted se logrará un entendimiento. Es que usted es otra clase de gente. Fíjese cómo cambian las cosas: cuando era usted ministro de la Defensa de su país, se decía por aquí que era el verdadero enemigo y que Uribe tenía que sacarlo a usted del gobierno para mejorar nuestras relaciones. La de vueltas que da la vida, ahora es usted el que saca a Uribe del gobierno, para alegría de todos, cosa que le agradecemos sobremanera.
¡Qué necesidad hay de llegar a esto! Durante el mandato del cuasi ex presidente tuvimos que comprar armas por todos lados, molestando a Rusia, China y hasta España, países a los que les disgusta mucho la proliferación de armas, porque así lo han declarado públicamente.
¿Por qué hubo que gastar tanto dinero? ¿Por negocio?…
No señor, porque el negocio de las armas es chimbísimo: si las usas, pierdes, si no las usas también. Comprar armas y botar los reales es exactamente lo mismo. A este país le entró un realero y sabe por qué no funcionan nuestros hospitales y se nos pudre la comida (que ya no se pudrirá más, gracias a Dios), pues por culpa de esa gastadera en que nos tiene Uribe y sus aliados gringos, cuyo embajador, por cierto, ha dicho que y que aquí los militares y que tienen la moral baja. ¡Qué riñones, quién puede medir la moral, que es un asunto interno y secreto, mucho más si es moral castrense! Al menos que el gringo en su spanglish lo que quiera decir es que nuestros soldados tienen «la morral baja» y que hay que subir «la morral» para que la espalda no sufra.
Señor Santos, por aquí todos esperamos que con usted se inicie una era de entendimiento. Y que nuestros presidentes vuelvan a tener una relación clara y respetuosa, como ha sido siempre. Como Esteban y Lula, que son uña y sucio (la uña el nuestro, por si acaso).
Yo le propongo que, de presentarse una nueva desavenencia, la resolvamos con un torneo de softball, como hacemos con nuestra hermana Cuba, que así nos trae también por la calle de la ruina, un torneo de bolas criollas en Ureña o cualquier otro enfrentamiento a la altura de nuestra hermandad.
Lo que sí queremos adelantar, si a usted no le causa mayor problema, es que nos extradite el cadáver de Santander, como primer gesto de buena voluntad, para ser juzgado con la celeridad del caso por nuestros tribunales.
Por lo demás, felicidades a los colombianos… Mañana verán una transmisión de mando, ¡qué belleza!, ya por aquí ni recordamos cómo eran.