Ximena Borges, por Simón Boccanegra
Ayer domingo este minicronista, acompañado de su esposa, fue a la Sala José Félix Ribas, en el Teresa Carreño, a escuchar un concierto de la jovencísima soprano Ximena Borges. Me sorprendió una curiosa coincidencia, a la cual dediqué una breve reflexión mientras esperaba que comenzara el acto. Una reflexión quizás trivial, y que me atañe por estrictas razones personales, pero que quiero compartir con los lectores porque algo dice del país.
La Orquesta Filarmónica Nacional, que acompañó a Ximena estuvo dirigida por Yuri Hung. Ximena es hija de Jacobo Borges y Yuri de Francisco Hung, dos de los grandes pintores venezolanos contemporáneos.
La coincidencia, ya lo dije, sólo me importaba a mí porque Jacobo es mi amigo y el «Chino» lo fue mientras vivió. De ninguno de los dos tengo cuadros pero si algunos dibujos dedicados. Lo que Venezuela tiene que ver, desde luego, con mucha gente. Este río que somos se ha venido nutriendo de numerosos y variados afluentes. Pero, en alguno de esos afluentes navegan gentes como Jacobo y el Chino Hung. Con Soto, claro, o con Cruz Diez, y con Reverón, por supuesto, y con Mateo Manaure, Hurtado o Régulo Pérez.
En fin, pongan ustedes los nombres que quieran, que ninguno sobra pero el espacio de esta minicrónica muy pequeño. Venezuela no se podría entender sin sus pintores, sin gente como Jacobo y Hung. Tampoco sin sus músicos. Y aquí es donde entran Ximena y Yuri, que heredan la sensibilidad artística de sus padres (y madres), pero la desarrollan en otro campo. No digo nada de Yuri y su conducción. A mi me sonó muy bien la Filarmónica, pero de eso no se nada. En cambio, aunque tampoco se mucho de canto lírico, oír a Ximena me hizo pensar que para ella el cielo es el límite.
Como no soy crítico musical apenas puedo salir del paso diciendo que es una voz maravillosa, de las que no se dan a cada rato. Si el país está orgulloso de Jacobo Borges, razones tendrá para estarlo también de Ximena Borges Carvallo. Tiene sólo 23 años.
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