Negociación política, por Leonardo Morales P.
La crisis venezolana no parece acercarse a su fin, por el contrario, se acentúa y sus efectos golpea severamente a la sociedad; la tragedia económica que se deriva de las erráticas políticas adoptadas por el gobierno de Maduro no anuncian cambios significativos de las circunstancias actuales. La hiperinflación sigue su camino y los especialistas estiman que entraremos en una fase mucha más severa y agresiva.
Las perspectivas de recuperación económica son escasas e imposibilitan que el gobierno pueda atender los compromisos futuros. La devastación ambiental que en la actualidad se desarrolla en el Arco Minero no proveerá los recursos suficientes, además, la caída sistemática en la producción petrolera, que algunos estiman que para fin de año estará por debajo del millón de barriles diarios, configuran un panorama terrible para la nación.
¿Caerá?
Algunos ilusos y quiromantes anunciaron el fin de Maduro luego del 20 de mayo. La hiperinflación, esa que nos golpe diariamente, hora tras hora, haría el trabajo que la oposición no pudo hacer.
Otros imaginaron al portaviones USS George H. W. Bush entrando a aguas territoriales para poner orden. Nada de eso ha ocurrido ni ocurrirá. No hay sirenas en Macuto.
Lo que sí ocurre es el aumento del costo de la vida; la reconversión de la moneda solo sirvió para enredarle la existencia a la gente común y no tan común, no son pocos los comercios que sin mayor recato ofrecen sus servicios en divisas. Si no tiene dólares los euros son bien recibidos: Nada de yuanes, rupias ni rublos, mucho menos petros, cosa “cripto-algo”, cuya existencia produce hilaridad. Todo está dolarizado menos el salario.
Nonadas opositoras
Frente a esa realidad la oposición dedica su tiempo en nimiedades. Su último duelo lo libraron declarando persona non grata a Zapatero, cuya utilidad no tiene sentido analizar, a no ser que el gobierno de Pedro Sánchez se sienta ofendido por esa afrenta en contra del exjefe del gobierno español
Pero la Comunidad Internacional ha hablado, ha enrumbado su curso. Ha sido clara. No habrá suspensión de las medidas que hasta ahora han tomado en Europa ni en Estados Unidos contra funcionarios del gobierno de Maduro.
Las medidas tienen un objetivo: Borrell desde España señala su parecer: » la única vía que permitirá a Venezuela retornar a un escenario de respeto democrático es una solución democrática, pacífica y negociada entre los venezolanos.”
Luego el representante de Francia, Romain Nadal, en la misma dirección del español afirma: “para que los actores tengan el coraje y la valentía de reunirse, hablar, respetarse y negociar una solución política…”
Y luego, para rematar la faena, dejando claros mensajes al gobierno y a la oposición, la jefe de la diplomacia europea, Federica Mogherini afirma que: “no piensa “suavizar su posición” pese a estudiar la creación de un “grupo de contacto” para “facilitar” una solución política.”
Los mensajes de diversos actores internacionales han sido nítidos y contundentes. No hay razones para descaminarse de la ruta, tantas e insistentemente señalada: una negociación política que coloque el cesto de la basura las posiciones existencialistas. Quienes entonan himnos de guerra, salivan de solo imaginar intervenciones militares y promueven la sustitución de una dictadura por otra, siempre desde tierras lejanas, se han quedado recibiendo trompetillas, apenas acompañado de un atolondrado Almagro.
Los sectores democráticos de Venezuela tal como lo que describe y prescribe el buen sentido político, y que ahora lo exigen actores internacionales, deben establecer las formas y modos de una negociación política, y los aspectos sustanciales que deberían ser abordados en términos inmediatos.