67% de los dueños de bodegones no tiene experiencia en el comercio, según estudio
Un estudio muestra que 44% de los bodegoneros no tienen ninguna experiencia en el sector, lo cual «podría explicar el surgimiento de un segmento con capitales de reciente constitución probablemente vinculados al gobierno, por la rapidez de sus permisos»
El 67% de los dueños de bodegones, un negocio que ha crecido desde 2019 como respuesta a la flexibilización en los controles por parte del gobierno de Nicolás Maduro, tienen muy poca experiencia en el manejo de tales negocios, según un estudio realizado en conjunto por la Universidad de Oslo, Noruega, y el Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO), Venezuela.
La investigación, coordinada por el economista Manuel Sutherland, director del CIFO, revela que 44% de los bodegoneros no tienen ninguna experiencia en el sector, 12% más de un año y 10% menos de uno, lo cual «podría explicar el surgimiento de un segmento del empresariado con capitales de reciente constitución probablemente vinculados al gobierno, por la rapidez de sus permisos». El 33% restante dice tener experiencias previas en el sector bodegón desde hace más de cinco años.
«Más de dos tercios de los dueños y encargados de los bodegones declararon no tener ninguna experiencia previa en un rubro similar. Están prácticamente aprendiendo a administrar y gerenciar ese tipo de sitios y por eso tienden a cometer muchos más errores a si tuvieran una gran experiencia en el ramo», dijo Sutherland a TalCual.
El experto considera probable que los dueños de bodegones no sean parte del empresariado tradicional venezolano que floreció principalmente antes de que llegara Hugo Chávez al poder, en 1999. Afirma que factores como la rapidez y la facilidad que tienen algunos bodegoneros para abrir un negocio, obtener permisos para la venta de licores, abrir durante las semanas de cuarentena radical y vender alcohol y para conseguir que el Estado les elimine pagos de aranceles hace pensar que gran parte de estos nuevos emprendimientos son gerenciados por empresarios de nueva data muy relacionados con el gobierno.
«Es bastante probable que buena parte de esos bodegoneros sean empresarios no tradicionales que derivan de grandes contratos con el Estado, que pudieron haber acumulado capital a través de esos negocios y que ahora están invirtiendo dado la estrechez presupuestal del Estado», sostiene el economista.
Proteccionismo a la inversa
En los bodegones venden en dólares exclusivos productos que entran al país sin pagar impuestos y que compiten de manera «desleal» con la producción nacional, que debe seguir pagando impuestos de importación por las materias primas e insumos que trae del exterior, tributos internos y hacer frente a una serie de problemas propios de Venezuela, entre ellos combustibles bachaqueados y crisis de los servicios básicos.
Según la investigación, se trata de un proteccionismo a la inversa: facilidades a la importación de mercancías terminadas que los industriales locales no gozan. «A través de los bodegones se constata una apertura fragmentada con la importación masiva de mercancías, insólitas ventajas tributarias y arancelarias, la dolarización de sus mercancías y, en algunos casos, de los salarios».
No todos los actores del sector privado tienen igual acceso a mecanismos de importación y financiamiento en divisas que permita aprovechar estas ventajas. «Es notoria la dificultad burocrática que se impone como barrera para hacer negocios en Venezuela: una infinidad de procesos jurídicos se requiere para abrir un comercio, tener licencia de expendio de licores, permiso para importar alimentos, etc. A fin de cuentas, tener vínculos con autoridades que ofrezcan permisos, licencias y un sinfín de autorizaciones se torna una necesidad. Es decir, quien no tenga conexión con las elites del poder, parte con desventaja comercial«.
A juicio de Sutherland, gran parte de los bodegones son formas de continuar con «la burguesía rentística importadora que tendía a cometer enormes fraudes con sobrefacturación e importación de cajas vacías gracias a la construcción que hizo el chavismo de un entramado financiero que facilitaba mucho la privatización de la renta petrolera, la fuga de capitales y, con base en una sobrevaluación de la moneda, la apropiación de divisas de manera muy barata»
«Parece que gran parte de los bodegones electrónicos, bodegones-hoteles, bodegones-restaurantes y bodegones de venta de alimentos son fundamentalmente la continuación de la burguesía rentista e importadora pero por las vías de la importación real de mercancías, con la que buscan tasas de ganancias muy elevadas en tiempos muy breves sin producir nada, sin innovar en nada, sin desarrollar ninguna fuerza productiva y facilitando más bien la salida del capital que entra por remesas o por exportaciones de petróleo para comprar cosas que se pudieran producir en Venezuela», agrega Sutherland.
Una respuesta a la crisis
El crecimiento de estos lujosos establecimientos, a los que no toda la población tiene acceso, ha sido una respuesta a las flexibilizaciones de los controles de cambio y de precio que desde 2003 venía aplicando de forma severa el chavismo pero que se vio en la necesidad de relajarlos ante los efectos de las sanciones de Estados Unidos en sus ingresos, fundamentalmente a principios de 2019, cuando el país norteamericano tomó las primeras medidas contra el sector petrolero nacional, la principal fuente de divisas de Venezuela.
De acuerdo con un estudio realizado por el Grupo ARS DDB en 2020 sobre los hábitos de consumo y cambios en las emociones de los venezolanos durante la cuarentena, 37% de la población compra en bodegones.
El estudio muestra que, en efecto, casi la mitad de los 613 bodegones que se estima que hay en el país, 47% para ser exactos, abrieron sus puertas en los últimos dos años, es decir, desde 2019. El experto señala que es notorio que al menos 80% de los establecimientos tiene menos de cinco años en funcionamiento, lo cual «parece indicar que su surgimiento está muy relacionado con la severa escasez que azotó a la nación en 2016 y una respuesta social, elitista, a la misma».
La investigación se llevó a cabo mediante entrevistas directas a los dueños de una muestra de 81 bodegones y a 103 consumidores que se encontraban en estos establecimientos, ubicados en Aragua, Miranda, Mérida, Barinas y Zulia, además del Distrito Capital.
La proliferación de bodegones se empezó a notar sobre todo desde 2019, luego de varios años en los que el país enfrentó severos episodios de escasez y de desabastecimiento.
En este sentido, Sutherland explica que los bodegones han sido también una respuesta principalmente a la escasez que hizo que venezolanos que tenían aún recursos no consiguieran bienes esenciales. A las empresas locales se les hizo muy cuesta arriba seguir produciendo como antes debido a la política de control de precios que las obligaba a vender a pérdidas con regulaciones en medio de un contexto de alta inflación.
«Las sanciones han sido un impulso adicional al plan bodegonero, pues les han dado la posibilidad a muchas personas que no pueden viajar y tener un negocio en el extranjero por estar sancionadas de invertir en bodegones en Venezuela como una forma de hacer negocios rápida e internamente y, de alguna manera, reciclar capital que se fue obteniendo de otras formas. El asunto es que también los bodegones están creciendo a un rapidez inusitada y hay ámbitos en los cuales ya se les está dificultando bastante salir de mercancías. Se nota que hay mercancías que tienen muchísimo tiempo en anaquel sin rotación».
Medios de pago y salarios
Aunque la cantidad de bolívares en la economía equivale a alrededor de 430 millones de dólares, 99% menos que en 2011, los venezolanos siguen usando con más frecuencia los bolívares a través de medios electrónicos para pagar montos pequeños, que son los importes más recurrentes en las ventas, de acuerdo con el estudio. Esto se refiere a las compras de baja cuantía que no encuentran disponibilidad de cambio en divisas por lo bajo de los montos.
Expertos explican que una de las consecuencias del proceso de dolarización no oficial es que no hay una inyección importante y constante de aquellos billetes que más demanda la población y que escasean, específicamente las piezas de las denominaciones 1, 5 y 10 dólares, que sirven no solo para pagar montos bajos sino también para dar el vuelto cuando el total no sea exacto.
Esto ha hecho que los consumidores prefieran seguir pagando en bolívares para poder ahorrarse el alto costo de pagar en divisas que hace que los consumidores en ocasiones se vean obligados a gastar todo un billete para comprar lo que en realidad sí quieren y necesitan llevarse.
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Por otro lado, la investigación señala que, aunque los bodegones reciban, en total, mucho más divisas que bolívares, solo un escueto 12% paga a sus asalariados su sueldo en divisas. Se suele cancelar a los trabajadores una cantidad en bolívares equivalente a las divisas «acordadas», lo que «también parece indicar que el proceso de dolarización plena podría estar más bien concentrado en élites».
El 89% de los trabajadores gana menos de 60 dólares mensuales y que 65% menos de 40 dólares al mes. «Los beneficios de devengar remuneraciones en divisas son reales. Sin embargo, el 89% ingresa menos del 25% de la canasta alimentaria».
Si bien es cierto que los trabajadores que perciben divisas o su equivalente en bolívares están mucho más protegidos de los efectos de la hiperinflación que los asalariados en bolívares, en realidad no están totalmente a salvo. De hecho, según Ecoanalítica, el dólar perdió 49% de su poder de compra entre abril de 2020 y abril de 2021, específicamente para la adquisición de alimentos.
El costo en dólares de la canasta alimentaria familiar medido por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) aumentó 25%, de 255 a 321 dólares, entre abril de 2020 y abril de 2021, a tasas promedio de 180.181 bolívares y 2,5 millones de bolívares, respectivamente.
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Aún así, el salario mínimo en los bodegones es alrededor de 30 veces más alto que el salario mínimo que se devenga en la administración pública. Al añadir los bonos de alimentación y transporte que el gobierno ahora cancela (marzo de 2021) la remuneración mínima integral aún es cerca de 18 veces más baja que la que ofrece un bodegón, según los datos del estudio.
«Es interesante que aunque la dolarización es completamente informal y anárquica, un alto número de bodegoneros considera que es necesario trabajar con dólares solamente, y organizar el sistema de pagos a nivel nacional. Muy pocos, solo 16%, consideran que el bolívar como moneda de curso legal, es rescatable».