“Ahora vamos con todo”, dice la resistencia en la frontera tachirense
En las últimas horas en la frontera colombo venezolana se han vivido momentos de tensión y pánico. El repliegue el pasado sábado 23 de febrero de la caravana de camiones que pretendían ingresar a territorio venezolano con toneladas de medicamentos y comida ha provocado diferentes acciones en la línea limítrofe.
Autor: Rosalinda Hernández C.
Luego de la violenta negativa de cuerpos de seguridad venezolanos (Policía Nacional y Guardia Nacional) y civiles armados de no dar paso a los camiones que contenía la ayuda humanitaria por los cuatro puentes internacionales (Simón Bolívar, Francisco de Paula Santander, Unión y Tienditas), se ordenó la retirada nuevamente a los depósitos de la comida y medicina que iban dirigidas a los venezolanos.
Las reacciones no se hicieron esperar y algunos grupos autodenominados de resistencia, nuevamente se organizaron el pasado domingo en las arenosas calles del corregimiento colombiano de La Parara, bajo un solo lema: ¡Libertad!
El grupo de jóvenes que la jornada anterior había sido el blanco de los ataques con bombas lacrimógenas, perdigones de plomo y balas provenientes de la vecina población venezolana de San Antonio del Táchira, irreverentes pretenden continuar la avanzada, llegar hasta el punto de control policial y de allí abrir paso a la ayuda humanitaria ya almacenada nuevamente en los galpones del puente binacional Tienditas, ahora llamado puente “La Unidad”.
“Queremos una respuesta ya. No sabemos qué va a pasar y buscamos una solución. Somos muchos los venezolanos que dependemos de esta frontera porque trabajamos pasando el puente Simón Bolívar a San Antonio, varias veces al día y tenemos una familia que mantener, comprar comida, pagar luz y agua. Ayer (sábado) estuve acompañando los camiones de ayuda humanitaria, estuvimos esperando más de cinco horas, soportando todo lo que nos lanzaban del otro lado y ahora lo que yo quiero junto a mis compañeros es continuar, necesitamos abrir paso por el puente para que pase la ayuda humanitaria, tenemos a nuestras familias en Venezuela y necesitamos que la ayuda llegue a ellos”, dijo Rubén Peraza, venezolano de 23 años, oriundo de Barquisimeto.
En medio de las discrepancias entre el grupo de jóvenes de “resistencia” por definir si continuaban o no la lucha para abrir paso en el puente internacional Simón Bolívar, otro grupo fijaba posición y se mantenía enfocado en esperar “las órdenes del presidente Guaidó”.
“Ayer nos dispararon con perdigones de plomo y hay cuatro heridos de bala. Esta tarde me reúno con los diputados de la Asamblea Nacional, es muy probable que se organice un plan de contingencia. Lo más sensato es activar campamentos porque hay gente de San Cristóbal, Rubio y otros. Yo les digo a quienes están aquí y andan eufóricos que se calmen, lo que se planteó ayer se cumplió”, explicaba Luigi Rivas, mientras sostenía en alto una pancarta que decía: “Qué va a pasar ahora. Pregunte…”
En medio de gritos y controversias el voluntario por Venezuela, trataba de persuadir a la multitud diciendo que quién quisiera avanzar ya no haría frente solo a la Guardia Nacional y la PNB, también debía enfrentarse a la Policía Colombia que el pasado domingo, tomó el puente Simón Bolívar, limitó el paso peatonal tras el anuncio del cierre de la frontera por 48 horas por parte del gobierno de Colombia.
“La policía tiene orden de no dejar pasar a nadie por el puente porque la frontera está cerrada, antes era solo del lado venezolano y nosotros no vamos a ser tan brutos para enfrentarnos a la policía de Colombia. Ayer (sábado) estuvimos en el puente, le dimos duro pero hoy (domingo) ya nos toca calmados. El movimiento político se ha activado a nivel internacional a hacer el trabajo que les corresponde y serán ellos junto a la comunidad internacional quienes definan lo que pasará ahora”, precisó Rivas.
En medio del descontento y la presencia a pocos metros de la línea limítrofe de representantes del PSUV, quienes “celebraban” una victoria. Con cornetas de sonido por donde se dejaban escuchar tonadas de la música venezolana, los más agitados jóvenes de la resistencia, como arañas treparon el puente Simón Bolívar desde el río Táchira e ingresaron a la plataforma y tomaron por sorpresa un camión cisterna que el día antes, cuerpos de seguridad venezolanos atravesaron en la entrada a la aduana principal de la aduana de San Antonio para impedir la llegada de la caravana de ayuda humanitaria.
Cada una de las partes del automóvil fue desmembrada por quienes aseguraron que las venderían para comprar comida.
“Tenemos hambre y la lucha sigue. Esto lo vendemos como chatarra para comprar comida y mantenernos activos en la lucha. Si antes íbamos bien, ahora vamos cono todo”, dijo un encapuchado que arrastraba una pieza del automotor que luego lanzó puente abajo.
La tensa calma se rompió cuando un grupo de jóvenes fue atacado desde Venezuela con bombas lacrimógenas. Varias detonaciones se dejaron oír en la zona donde fue observada la presencia de civiles armados que cubrían la cara con máscaras y buscaban un blanco entre los pilares que sostienen el puente Simón Bolívar.
Los ataques con piedras, gas lacrimógeno y las detonaciones prosiguieron durante horas. Al caer la noche la calma retorno al puente binacional.
Huyendo por la trocha
Del otro lado del puente, caminando veloz, decenas de venezolanos entran y salen a Colombia por los pasos ilegales, mejor conocidos como trochas. Algunos de ellos aseguran que escapan de la “dura situación” que vive Venezuela y ven a Colombia como un canal para migrar a un tercer país o pernoctar por algunos días “mientras se calma la cosa”, dijo Evaristo Peña, cuando cruzaba el camino verde, proveniente de San Cristóbal.
Con niños, maletas, miedo pero con determinación las personas siguen al “coyote” o guía del camino que pide a la prensa no ser fotografiado, ni identificado por razones obvias de seguridad.
“No me grabes que yo estoy es ayudando a la gente. Unos quieren salir para llevarle comida a su familia en Venezuela y regresar. Otros vienen de allá para Colombia porque la vaina esta fea”, dijo el guía de camino.
Les aseguran protección “cuadre con las autoridades” y demás grupos armados hasta llegar al destino a cambio de una suma de dinero que oscila entre los 15.000 pesos y 30.000 por persona.
“Uno tienen hijos y tienen que garantizarles el pan de cada día. Me da miedo agarrar esa trocha pero que voy a hacer si allá (Venezuela) esta mi familia y les llevo esta maleta de comida, allá no tienen que comer y están sufriendo mucho. No es posible que el presidente Maduro no de su brazo a torcer ante todo lo que está pasando, quiere tapar el sol con un dedo. No voy con miedo voy a llevar mercado, medicinas y pañales a los míos y me regreso por la misma trocha”, señaló Claudia Aguilar, venezolana de 29 años.
Pasar por trochas es casi lo mismo que por el puente, porque también tienen vigilancia aseguran quienes arrastrando maletas cruzan la frontera entre Venezuela y Colombia.
“La familia nos ha dicho que tengamos cuidado. Que por las trochas no pasemos pero uno lo que quiere es un poco de paz y tranquilidad por eso salimos”, dijo Marta Urueña quien viaja por los caminos verdes acompañada de su esposo, tres hijos y una perrita. Se dirigen a Cúcuta a pasar “unos días de calma y tranquilidad mientras vemos que pasa en nuestro país”.
Muchos han sido los venezolanos que se han quedado en Cúcuta luego del anunciado cierre de frontera, justo cuando miles de personas llegaron desde distintas partes del país para participar del concierto de ayuda por Venezuela.
“Llevo tres días con la misma ropa. La plata que traíamos para comer se nos está acabando y no llegamos a juntar lo que cobran por pasarnos por trocha. El carro lo dejamos en San Antonio y después de todo lo que ha sucedido allá no sabemos cómo se encuentra”, precisó Juan García en la parada a pocos metros de una de las más concurridas trochas de la zona.