«Arreglao», por Javier Conde
Twitter: @jconde64
Así, sin la d. Letra de deseo y durazno, que tanto me gustan, también es la de desastre.
«Eso está arreglao», y sabes con seguridad, aunque se traguen la d, que es una promesa vaga y muy incierta. Desastre implícito. Tanto si te sueltan el arreglao al llevarte tu carro del taller (y vamos entrando en aguas caribeñas) como si lo escuchas en una cadena de radio y televisión.
Un amigo, que viajaba a Cuba por temas comerciales, comparaba siempre su llegada repetida a La Habana con aquella serie El Túnel del Tiempo: dos científicos que en un capítulo estaban en medio de un tiroteo en el Lejano Oeste y en el siguiente a bordo del Titanic el día aquel, y a quienes la máquina que los transportaba rescataba en el minuto final.
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En La Habana la ilusión del arreglo está estampada hace 60 años en carteles y fachadas de aquellas edificaciones pre revolución que por un misterio de la ciencia siguen en pie. Los turistas toman fotos para saber cómo se vive en el pasado. Una ciudad con agua y luz racionadas, igual que el pan y las palabras. Leo que entre octubre pasado y mayo de este año 140 mil cubanos entraron de manera irregular al ogro americano.
Aguas abajo, de Maracaibo a Puerto Macuro, donde Colón pisó por primera vez tierra continental, se exporta la peregrina idea de que aquello también está arreglao. Maduro y su ministro de Turismo anuncian jubilosos la reanimación de la isla de Margarita. Lo llaman turismo de compras.
Fulanos, fulanas y fulanes dispuestos a gastar hasta 5.000 dólares en paquetes de tres días full que incluye boleto aéreo. Desde La Habana. Ciencia ficción.
Las Naciones Unidas acaban de elevar la cifra de migrantes y refugiados venezolanos en el mundo a 6,8 millones. «Eso está arreglao».
Javier Conde es periodista hispano venezolano y es articulista del diario El Progreso de Lugo (España)
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