Isla de Chaves, por Teodoro Petkoff
Hay que puntualizar algunas cosas respecto de la Isla de Aves. En primer lugar, hay que tener claro que se trata de una tempestad en un dedal. Bien podríamos bajar el tono épico, porque Dominica, con sus 750 kilómetros cuadrados y sus 75 mil habitantes, así como Antigua y Barbuda, con sus 446 kilómetros cuadrados y sus 65 mil habitantes, no son propiamente Estados imperiales, cuyas tropas estén prestas a tomar por asalto nuestra isla. En segundo lugar, porque estos minúsculos países caribeños no están discutiendo nuestra soberanía sobre la Isla de Aves. Lo que el Caricom ha planteado es que ese islote no genera plataforma continental ni zona económica exclusiva. «Plataforma continental» son esas 12 millas de suelo marino a partir de sus costas sobre las que un país ejerce igual soberanía que sobre tierra firme, y «zona económica exclusiva» es el área de 200 millas náuticas que se extiende al norte de nuestras costas. Pero, las islas venezolanas en el Caribe, como es el caso de Isla de Aves generan también plataforma, mar territorial y zona económica exclusiva.
Esto es importante para la delimitación de fronteras marinas con otros países. En tiempos de la Cuarta República, Venezuela delimitó fronteras con Puerto Rico (vale decir, con Estados Unidos), con Holanda (por Curazao, Aruba y Bonaire), con República Dominicana, con Francia (por Martinica y Guadalupe) y con Trinidad y Tobago. Para estas delimitaciones Isla de Aves fue utilizada como punto de referencia venezolano, cuya capacidad de generar zona económica exclusiva no fue cuestionada por nadie. Puesto que todavía están pendientes las delimitaciones con varios países caribeños, antiguas colonias inglesas (Dominica, Antigua-Barbuda, Grenada, Saint Kitts-Nevis, Santa Lucía y Saint Vincent-Grenadinas), algunos de estos han objetado la posibilidad de que para ellas se utilice a Isla de Aves como punto de referencia, porque ello afectaría sus propias aguas territoriales, dada su cercanía a nuestra isla. Como se comprenderá, eso se discutirá y resolverá en una mesa de negociaciones. Las delimitaciones pendientes no pueden ignorar las que ya se hicieron y el rol que en ellas jugó Isla de Aves. Por eso el reclamo del Caricom no tiene vida.
Por otra parte, ¿cuándo será que Chávez va a dejar de lado ese «complejo de Adán», que lo lleva a creer que la historia comienza con él y que antes de él aquí nunca se hizo nada? Cuando el presidente afirma que Isla de Aves ha estado abandonada y que ahora, con la «revolución», se va a instalar allí una estación científica, ofende innecesariamente a la Marina, que desde hace añales tiene instalado allí un puesto de vigilancia y una estación científica, llamada, por cierto, «Simón Bolívar», desde mucho antes que Chávez se dedicara a este incalificable abuso de pretender confiscar el nombre del padre de la patria y transformarlo en un símbolo de su secta. Llama poderosamente la atención que nadie en la Marina se haya sentido obligado, por respeto a su propia arma y por la dignidad de ella, a aclararle al jefe del Estado esta situación. Bueno, el miedo es libre. Por supuesto, como ningún marino activo aclara nada, los pequeños países caribeños creen que es verdad que nunca hemos tenido interés en Isla de Aves y tiran su parada. Lo que sí es cierto es que no fue Venezuela quien suscitó el caso, sino el Caricom. Esto por los que dicen que todo esto no es sino una cortina de humo para tapar, por ejemplo, lo de Montesinos. El Gobierno hizo lo que habría hecho cualquier otro