Chávez descubre el agua tibia, por Teodoro Petkoff
«Uno de los errores de la Unión Soviética fue estatizar todo, lo cual condujo a un capitalismo de Estado». La frase es de Hugo Chávez, quien, según su propia afirmación, está incursionando en el tema de la «transición al socialismo». En su caso, podría decirse que más vale tarde que nunca, porque aunque decir tal cosa hoy equivale a proclamarse descubridor del agua tibia, es bueno que, al menos esa verdad de a puño, haya perforado el cráneo del presidente, tocando algunas de sus neuronas.
En efecto, la estatización total de la economía está en la base no sólo del fracaso económico de la antigua Unión Soviética y de su imperio, incluyendo a Cuba, sino de la transformación del régimen en una abominable e inhumana dictadura totalitaria.
Una y otra cosa van de la mano. Una economía totalmente estatizada es imposible sin una dictadura totalitaria, que procure hacer funcionar, con base en el terror y la represión, todo el ineficiente e inviable aparato económico, y, por añadidura, convir- tiendo en un infierno la vida cotidiana de los pueblos.
Si «estatizar todo» fue un error, de ello debería seguirse que para no repetir tal error sería preciso no estatizar todo, o sea, admitir la coexistencia no traumática del sector estatal con el sector capitalista privado. Esta conclusión, que deriva de la primera, parece que todavía no ha llegado al cacumen de Chávez.
Todavía no sabe qué hacer con el sector privado y, prisionero como está de los viejos dogmas estatizantes, lo que hasta ahora se le ha ocurrido es hostigarlo de tal manera en la práctica, satanizarlo de tal manera en el discurso ideológico, que lo está empujando a la ruina, abriendo, de este modo, paso a esa estatización total de la economía que ahora dice rechazar, al obligar al Estado a hacerse cargo de cuanta empresa privada es llevada a la quiebra por la propia política del gobierno.
Si Chávez parte del supuesto de que estamos en una «transición al socialismo», una lectura atenta de Marx, y hasta del Lenin que creó la NEP, siglas en ruso de «Nueva Política Económica», (que no fue otra cosa que la instauración de la «economía mixta», posteriormente destruida por la brutal estatización total que adelantó Stalin), lo llevaría a comprender que la creación de las bases materiales de esa futura sociedad socialista requiere de una vigorosa inversión y producción capitalista . Es lo que han comprendido los chinos de Deng Tsiao Ping para acá y, al parecer, hasta los cubanos, que algo mueven, aunque Fidel tiene taponeado todo.
Si Chávez quisiera ser coherente con las cosas que le revolotean en la cabeza, y llevarlas hasta sus consecuencias lógicas, debería dar un viraje en la conducción de la economía y, sin abandonar el necesario rol regulador del Estado, crear las condiciones políticas, psicológicas, legales, financieras, cambiarias, logísticas, etc., para estimular al sector privado, tanto en la ciudad como en el campo y, de paso, hacer que el sector estatal funcione, porque, así como vamos, aquí nos quedaremos no sólo sin capitalismo privado sino también sin capitalismo de Estado. Como en Cuba, pues.