Cotidianidad Alterada, por Marianella Herrera Cuenca

La vida transcurre día a día, y se construye con el fluir de los pequeños acontecimientos y rutinas que hacen posible el diario desenvolvimiento de las actividades que enfrentamos: el colegio, la universidad, el trabajo, los quehaceres del hogar, la alimentación, el ejercicio, el sueño, la recreación. Cuando el continuo de estas actividades es fluido, seguro y adecuado, existe calidad de vida. Además, cuando se es más eficiente y productivo, es cuando cada quien hace lo que mejor sabe hacer. No hay ninguna actividad mejor que otra, todas son importantes, tan importante es quien barre el piso y limpia un baño, pues es quien garantiza la pulcritud de un lugar, eliminando de esta manera los riesgos de contaminación, como lo es el profesor más ilustrado que garantiza el avance tecnológico al formar a los individuos que habrían de forjar una nación.
Todos quienes trabajamos en labores fuera de nuestro hogar, hemos pasado por el dilema de hacernos más eficientes, cómo cumplir nuestras labores que garantizan un ingreso digno, sin descuidar el hogar, los hijos, la pareja, los padres, los amigos, la compra de alimentos, la cita en el médico del niño, o el cuidado del jardín, que cobija nuestra recreación de los fines de semana. ¿A que le damos prioridad, y por qué le damos prioridad? En una sociedad post-moderna como la venezolana de hoy en día, donde los alimentos necesarios no están disponibles de una manera “normal”, pues vas al automercado y compras lo que hay, no lo que quieres o necesitas, pero te enteras de lo que hay y donde está, por medio de un chat de WhatsApp, gracias a la tecnología “moderna, o post-moderna” Lees el chat, sales corriendo, cuando llegas al lugar, te encuentras una larga fila que debes hacer para acceder al producto, o simplemente te mandan una foto de la “cola” y decides que no vas. Igual ocurre con las medicinas, y ahora con el agua, no llega el agua a casa, pero cuando llega sales corriendo y dejas todo para lavar la ropa que tienes días o semanas sin lavar, y aprovechas de hacer lo que no hiciste. ¿Y mientras tanto, el trabajo? Quien cumple su horario de trabajo cuando no hay efectivo para pagar el transporte, tiene que salir a comprar alimentos en medio de la jornada laboral porque si no, luego podría no encontrarlos, o quizás llegó una medicina que necesita.
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En Venezuela así se vive ahora, pero no es el único país en el cual la gente ha cambiado sus rutinas de acuerdo al entorno, en Cuba, en China, en la ex -Unión Soviética, en Nicaragua, en Nor-Corea. En la época de la instalación del comunismo en China, las personas tenían que caminar largas jornadas en busca de alimentos, hacer mercado en Cuba es todo un safari para obtener los ingredientes de una receta, en Venezuela, se ha perdido el deber ser de la compra de alimentos, de medicamentos, de acceso al agua, se ha perdido el estar limpios. ¿Cómo entender esta nueva manera de vivir?
Una manera donde lo que ocurre es correr tras los alimentos, tras las medicinas, y al correr tras ellas, se descuidan los otros aspectos de la vida. ¿Cómo ocuparse de otros temas si hay hambre? ¿Cómo leer y estudiar cuando el estómago “ruge” por hambre? La filosofía del yoga fortalece el cuerpo para preparar la mente y el alma. No se puede meditar con un dolor de muelas, de la misma manera que no se puede estudiar o trabajar si se está hambriento y mareado
Las rutinas de la vida nos hacen más humanos, pueden sonar fastidiosas o parecer una carga pesada, preparar la comida diariamente, lavar la ropa, supervisar la tarea de los niños, decirle cien veces a los hijos: lávate los dientes, pero son esas tareas las que nos hacen más humanos, y las que nos hacen la vida más fácil, nadie quiere vivir enfermo, o débil, o sucio.
La sabiduría Taoísta nos alienta a ser felices dentro de nuestras cotidianas rutinas: nos levantamos, nos lavamos la cara, nos cepillamos los dientes, nos desayunamos, lavamos los utensilios, dejamos los niños en el colegio, nos desplazamos al trabajo, que se supone nos gusta. En la tarde, regresamos al hogar, compartimos en familia, nos acostamos a dormir. Al día siguiente, quizás nos toca ir al mercado a reponer lo que hemos consumido, quizás nos toca ir al médico a un control, lo normal es ir a un mercado y reponer los insumos, lo normal es ir al médico y poder realizar el control, es totalmente anormal e inconcebible, ir a comprar alimentos y perder el día en esta faena, es impensable que una persona llegue a su control médico y no poder realizarlo por falta de insumos.
Recuerdo la pregunta del discípulo a su maestro Taoista y la respuesta del mismo: ¿maestro qué es la felicidad? ¿Usted hizo sus ejercicios esta mañana? ¿Usted desayunó esta mañana? Sí, maestro me ejercité y desayuné. ¿Usted lavó el plato después de desayunar? Si maestro, lo lavé, ¿usted se sentó a leer sus libros de estudio? Si maestro leí, ¿tenía una silla? ¿Tenía sus libros? Si maestro, los tenía. Entonces mi querido estudiante, usted es un hombre feliz, tiene todo para ser feliz, aprécielo y ¡agradézcalo!