El brillante plan del régimen, Por Julián Martínez

Autor: Julián Martínez
La palabra brillante es éticamente neutral. Así como podemos decir que Franz Liszt fue un pianista y un compositor brillante, también podemos plantear que Adolf Hitler fue un orador y un manipulador de masas brillante. En ese sentido aquí decimos que desde la época de Chávez la pesadilla chavista viene llevando a cabo un plan que ha ejecutado todos estos años con absoluta brillantez, para convertirse en la nueva autocracia de Venezuela, una especie de monarquía comunistoide.
Reconozcamos además que siempre nos lo han dicho con toda honestidad y claridad diáfana: la revolución, lo mismo que Chávez, es para siempre. Aquello parecía un decir, otra alucinación del Comandante o de Nicolás. No obstante el excepcional plan llegó a su fase definitoria con el rey Hugo I preguntando –con la humildad de un campesino de Sabaneta– qué eran aquellos edificios frente a él y, ante las solícitas respuestas de su bufón Rodríguez, empezó a soltar la palabra “exprópiese” a diestra y siniestra. Ahí comenzó el fin del país tal y como lo conocimos. Todo lo expropiado resultó improductivo y una maravillosa fuente de enriquecimiento ilícito para los aliados de la monarquía. Además los súbditos de la revolución gritaron de alegría, el rey expropiaba sin necesidad de que mediara una orden judicial, era como un dios haciendo y deshaciendo a su gusto; era el sueño de los resentidos, que veían como las décadas de esfuerzos en los negocios familiares eran demolidas con la palabra divina; un vocablo inolvidable: “exprópiese”. Y hoy, como nunca, se viven las consecuencias de esta política disfrazada de capricho, vestida de lobito cuando en realidad se trataba de una jauría feroz.
Ahora vemos saqueos y protestas en todas partes todos los días. No hay comida, ni medicinas, ningún rubro esencial que pueda adquirirse (a menos que se tenga muchísimo dinero). ¿Y qué hace un comerciante ante esto? ¿Qué pueden estar pensando los dueños de supermercados, farmacias, ventas de repuestos, etc? No es difícil imaginarlo: quieren cerrar el negocio y salir del acoso propiciado por el régimen. Y eso es justamente lo que desean los poderosos, pues si no hay supermercados ni empresa privada, entonces los únicos proveedores serán los que vengan del régimen. Papá Estado será la principal fuente de migajas y trapos (que siempre serán mejor que nada) y ahí el gobierno monárquico pasará de ser padre a ser dueño y señor de sus súbditos. Ya empezamos a ver a miles y miles agradecidos con las sobras que les lanzan los amos del valle. Agradecidos con sus verdugos por perdonarles la vida y mandarlos a la marginalidad más dura que haya vivido el país en toda su historia moderna. Nos matan de mengua, de bala y de desconsuelo, y luego nos dan un carnet de la patria para medio resucitar.
Nos matan de mengua, de bala y de desconsuelo, y luego nos dan un carnet de la patria para medio resucitar
Pero el plan no termina ahí. En las presidenciales harán un fraude descarado, Maduro será reelecto rey, habrá algunas protestas con muertos y quiebras de negocios y, a los meses, volverá todo a adquirir el ritmo del plan maestro, con una inflación de cinco dígitos y una desesperanza aprendida y harta de ir contra los amos. Un pueblo agotado que gritará sálvese quien pueda, mientras la realeza roja sigue enriqueciéndose y sueña con la próxima subida de los precios del petróleo. Con unas fuerzas armadas atemorizadas, ridiculizadas, en parte enriquecidas ilícitamente y en parte agradecidas con el paraíso de narcotráfico en que se convirtió lo que algún día fue un país en vías de desarrollo.
A la Venezuela de hoy le sigue entrando mucho dinero gracias al petróleo y a las alianzas con el narcotráfico. Aún hay mucho por desmantelar en el país y toneladas de dinero para enviar a cuentas personales en Panamá, Andorra, Suiza y Barinas. Tienen un plan, inspirado en los Castro, para ser los dueños del gran negocio que sigue siendo este abandonado país de Suramérica. Fidel y su hermano lo lograron en una isla de El Caribe ¿Por qué no podemos nosotros hacer lo mismo? se preguntan los chicos del PSUV.
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