El cono monetario de Maduro se esfumó en apenas un año
Los billetes de menor denominación han perdido por completo el poder de compra. Analistas afirman que la última reconversión monetaria que eliminó cinco ceros al bolívar fue menos exitosa que la de 2008, la cual fue considerada en su momento de inoportuna, costosa y caprichosa
Ahiana Figueroa y Carlos Seijas Meneses
En los tres cajeros automáticos de un banco en Altamira, en el este de Caracas, Carmen Meléndez utilizó su tarjeta de débito para retirar efectivo. Pero todos estaban vacíos, lo cual, para Meléndez, no fue una sorpresa. De hecho, era previsible. Cada vez hay menos cajeros que dispensen billetes por la escasez de papel moneda y el gran gasto que supone reparar los equipos dañados. Solo en el primer trimestre del año fueron desincorporados 439.
Meléndez, así como llegó al banco, se fue: sin bolívares. Era la 1:30 pm del lunes 19 de agosto de 2019, feriado bancario y un día antes de que el cono monetario cumpliera su primer año en circulación.
«Antes estábamos mal, pero ahora estamos peor”, expresó Meléndez tras intentarlo por tercera y última vez. “La reconversión de Maduro fue un fracaso total”.
Unos días atrás, recordó, el trabajador de una agencia bancaria en Santa Mónica, al sur de la ciudad, le dio 10.000 bolívares en billetes de 50 (200 piezas de esa denominación), y ella se los devolvió inmediatamente. “En ningún lado los aceptan, se lo dije, y mucho menos los de 2, 5, 10 y 20. Todos estos billetes están devaluados”, añadió.
Sin embargo, aún devaluados, para Meléndez como para millones de venezolanos tener efectivo en la billetera no deja de ser una necesidad, pues sirve para pagar el pasaje del transporte público y para comprar a los buhoneros productos a precios más asequibles de los que se consiguen en los abastos y supermercados. Pero aun así, es poco lo que Meléndez puede adquirir al percibir 40.000 bolívares mensuales por concepto de salario.
Los trabajadores de las estaciones de servicio, que también devengan salario mínimo, dependen de lo que les da la gente para llevar un poco más de dinero a la casa. Por eso no les sirve que las personas les entreguen billetes de denominaciones inferiores a Bs. 100, afirman.
«Los soberanos no sirven ni para jugar monopolio con los hijos”, expresa uno de los tres trabajadores de una gasolinera situada en Santa Eduvigis. “Ni siquiera los guardamos, los botamos, porque después no los podremos utilizar. Nadie los acepta”, comenta otro bombero, antes de contar los billetes que tenía en la mano.
La reconversión monetaria, anunciada el 22 de marzo de 2018 y que debía entrar en vigencia en junio siguiente, fue postergada en dos ocasiones por la llegada tardía de los nuevos billetes. Luego de su ejecución, la administración de Nicolás Maduro no logró curar la escasez de efectivo ni el desprecio y el rechazo que la población siente por la moneda, típico en una economía hiperinflacionaria. En la actualidad, el bolívar se convirtió nuevamente en una moneda sumamente incómoda para los ciudadanos, pues sirve para poco o nada.
El billete de 500 bolívares -hasta hace pocos meses el de mayor denominación- no alcanza ni para comprar una chupeta, que cuesta 3.000 bolívares. Tampoco para cancelar los 900 bolívares de la hora de estacionamiento.
Las piezas de menor denominación, de 2, 5 y 10 bolívares, ni siquiera son aceptadas para pagar la gasolina, aun cuando el litro de 95 octanos cuesta Bs 0,00006 y el de 91, Bs 0,00001.
Ni siquiera el Banco Central de Venezuela (BCV) ha querido saber de los billetes de estas bajas denominaciones, pues desde abril no emite ni una pieza de 2 y 5, mientras que los de 10 y 20 dejaron de ingresar en el mes de junio.
Los días de las tres nuevas piezas (de Bs. 10.000, Bs. 20.000 y de Bs. 50.000) que el ente emisor emitió paulatinamente a partir del 13 de junio, también están contados. Con el de mayor denominación apenas se puede comprar un cartón de huevos de 30 unidades, que el pasado jueves 15 de agosto alcanzó los 47.000 bolívares. Con el de Bs. 10.000, no se adquiere ni un dólar en el mercado oficial.
Un fracaso anunciado
La hiperinflación es un fenómeno que se lleva todo por delante. Arrasa no solo con el poder adquisitivo de los ciudadanos, sino también con el poder de compra del efectivo.
Entre agosto de 2018, cuando el gobierno puso en marcha su “programa de recuperación económica”, y abril de 2019, la inflación acumulada escaló a 37.622%, según las cifras divulgadas por el BCV. La firma Ecoanalítica calcula que entre la semana del 24 de agosto de 2018 y la del 7 de junio de 2019, la tasa acumulada es de 116.061%.
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Los economistas advirtieron que la reconversión estaba destinada al fracaso mientras el gobierno no controlara la hiperinflación. De acuerdo a las estimaciones de la consultora, el bolívar perdió 99,97% de su valor, mientras que los precios recuperaron tres ceros de los cinco eliminados hace un año.
«La reconversión fracasó en el mismo momento en que la administración de Maduro la puso en marcha, pues no la acompañó con una política antiinflacionaria”, dice el economista Luis Oliveros. “Todos sabíamos que iba a fracasar”.
El economista Rodrigo Cabezas, ministro de Finanzas entre 2007 a 2008, recuerda que algunos de los anuncios dados en agosto de 2018 del llamado “plan de recuperación, crecimiento y prosperidad económica” tenían “tal carga rimbombante que permitió a los propagandistas del gobierno» alardear de las supuestas bondades e “innovaciones” del plan económico.
Uno de esos anuncios fue un programa de “déficit fiscal cero”, que según Maduro “eliminaría la emisión de dinero no orgánico”, una de las raíces del problema inflacionario que enfrenta Venezuela. Pero el BCV “continuó entregando los bolívares electrónicos de la nada a un ritmo desbordante de la razón”. Solo en 2018, la liquidez monetaria creció en más de 3.000%. Entre 1990 y 2012 el promedio anual fue 22%. Hoy, en 2019, el déficit fiscal no es cero, es 14% del PIB (Producto Interno Bruto), indica el exministro.
“¿Quién recuerda los billetes y monedas de baja denominación cuyo cono monetario arrancó hace apenas un año? La asesoría exprés de ecuatorianos, bolivianos y chinos se perdió, no por su culpa. Un exministro de economía que vino me confesó algo cómo ‘no nos entendían’. Esta experiencia del fracaso estruendoso de una supuesta política económica ya es objeto de análisis en nuestras escuelas de economía. Seguir sabiendo que con la economía no se juega porque al errar los que más sufren son los más débiles, los trabajadores, los pobres, los enfermos, los ancianos y los niños. Y ellos deberían importar cuando se dirige una nación”, añade Cabezas.
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No se aprendió de la experiencia
La segunda reconversión aplicada por el chavismo fue mucho menos exitosa que la decretada en 2008 por el fallecido Hugo Chávez, que de por sí fue muy costosa, al tiempo que violó la misma ley de reconversión cuando se emitió la llamada «locha» una moneda que contenía tres decimales en lugar de dos, explica Ronald Balza, economista y decano de la Facultad de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab).
«La reconversión de 2008 fue caprichosa, inoportuna, sin licitación y puso a los bancos en aprietos por el poco tiempo que tuvieron para adecuarse a todo el proceso. También se hizo en un contexto de altos precios petroleros y los bancos pudieron afrontar costos significativos», recuerda.
Sostiene que la reconversión de Maduro se ejecutó en condiciones muy diferentes porque los ingresos petroleros tenían tres años en baja, el tamaño del sector bancario venezolano se había empequeñecido, sus posibilidades de otorgar préstamos era cada vez menor y su nómina bancaria era mucho menor para llevar a cabo un proceso tan complejo. Además se hizo en una economía en hiperinflación sin corregir las fallas fiscales y monetarias que se requerían.
«Esta reconversión no aprendió de la experiencia de la anterior eliminación de ceros al bolívar, se ejecutó con un cono monetario ya desfasado y con una monedas como las de Bs. 0,50 y las de Bs. 1 que no debieron haberse emitido, así como los billetes de Bs. 2, Bs. 5 y Bs. 10. Ya estos no tenían poder de compra. Además se coloca en circulación billetes de mayor denominación como los de Bs. 10.000, Bs. 20.000 y Bs. 50.000 sin contar billetes para dar vuelto», apunta Balza.
A su juicio, la reconversión de 2018, que en un principio pudo significar un alivio para el manejo de las cuentas, terminó siendo una solución muy provisional, costosa y que nuevamente se iba perder en poco tiempo.
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«Es decir, esta reconversión fue peor en muchísimos aspectos que la de 2008, ya ésta de por sí, injustificable. La reconversión del 2018 se hizo casi un año después de que el país entrara en hiperinflación. Todo ello se hizo además con unas estrategias que no tenían sentido como la creación del petro como moneda digital y los llamados lingoticos de oro como mecanismo de ahorro».
Para Balza, el bolívar no está del todo perdido. «El bolívar todavía es un medio de cambio que resuelve problemas, el inconveniente está en que no hay suficiente efectivo para las transacciones y por eso ha surgido el dólar como medio de pago. Ya el dólar no es un ahorro para mucha gente sino que los utiliza para pagar bienes».