El narcisismo puede crear terribles problemas
Agarré el discurso de Chacumbele en el mitincito escuálido de Puerto Cabello justo cuando decía aquello de que los «yanquis de mierda, vayanse al carajo» y conociendo su afición a la pelota me pregunté «¿que le pasa a este tipo? Ya de eso se ocuparon entre Tampa Bay y los Medias Rojas».
Pero luego me di cuenta de que estaba hablando del embajador gringo, al cual le había dado setenta y dos horas para abandonar el país. Su eficiente servicio de inteligencia no había detectado que el hombre tenía días fuera del país. Peló un boche que le habría encantado: «No venga más» o algo así. Ese fue la primera de sus peladas de gajo con Bolivia. Le segunda fue la de creerse con manos libres para adelantar «acciones armadas» en aquel país.
Evo debe estar molestísimo con estas impertinencias. Exhiben a Bolivia como una provincia venezolana, como una suerte de protectorado chavista. Es obvio que fue él quien le ordenó al comandante de las Fuerzas Armadas Bolivianas que le notificara públicamente a Chacumbele que no se meta donde no lo están llamando.
Para completar la torta, a Chacumbele no se le ocurrió otra cosa que salir a regañar al general boliviano. Ahora dijo y que lo esta vigilando como si de cualquier general Rangel se tratara. Otro autogol. Uno no se explica de donde saca Chacumbele la extraña idea de que la única soberanía que existe es la venezolana y que los demás países no la tienen y él puede entrometerse donde le de la gana.
Para terminar de redondear una semana en la que hizo fue llevar palos, un general ruso dijo en Moscú que los bombarderos que mandaron para acá, «regresan el lunes a Rusia». Chacu tuvo que poner los pies en la tierra. Esos aviones no los controla él, como los cubanos no controlaban en 1962 los cohetes rusos. Putin es quien juega, no Chacumbele. Pero, éste, en su delirio narcisista, de verdad cree que los rusos y los gringos se lo están disputando.
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