En Táchira activan comedores para estudiantes y personas más necesitadas

Uno de los comedores activados por Zona Educativa Táchira está en Puente Real, donde las mamás preparan comida para cientos de personas
Texto: José Luis Guerrero / La Nación
En el Centro de Educación Inicial Carmen Verónica de Coello, en Puente Real (Táchira), las madres de estudiantes preparan el almuerzo para aproximadamente 500 comensales.
Desde el pasado 3 de abril, de lunes a viernes y bajo la supervisión de la directora de la institución, Herminda Roballo, tienen la misión de dar un plato de comida principalmente a los 132 niños, de 0 meses a 6 años, que son allí atendidos en actividad escolar normal; también a un grupo de estudiantes de la escuela Los Andes y del liceo de la comunidad.
Puente Real es un populoso sector de la parte baja de San Cristóbal donde residen aproximadamente seis mil personas, integradas en unas 1.600 viviendas, comunidad que cuenta además con la parroquia eclesiástica El Buen Pastor, ambulatorio, espacios deportivos y servicio de transporte público entre esta zona y el centro de la ciudad.
“Comenzamos con 380 almuerzos y esta semana, entre el 13 y 17 de abril, hemos repartido 500 platos de comida al día. Nos han llegado muchas personas humildes, los más vulnerables ante este problema de salud por la pandemia del coronavirus. A todos los atendemos”, expresa Roballo, quien informa que se siguen todos los lineamientos impartidos por Charly Rojas Chávez, directora de la Zona Educativa Táchira –ZET-.
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En San Cristóbal, 15 instituciones educativas fueron priorizadas para atender a los sectores más vulnerables. En Puente Real las madres procesadoras de alimentos y la comunidad se activaron, junto con las autoridades del plantel.
“No lo pensamos dos veces. La directora de la Zona Educativa dio la orden y coordinamos el plan de acción. Es el momento de ayudar. Definimos las normas sanitarias, de seguridad para todos ayudar y para todos cuidarnos, porque tenemos nuestras familias en casa. Mantener el mínimo contacto con los beneficiados y con los colaboradores que traen alimentos, con el distanciamiento social. Fue nuestro plan de trabajo y estamos contentos con el apoyo prestado a toda la comunidad y a personas que vienen de otras zonas de la ciudad”, explica Roballo.
Las autoridades de la ZET direccionaron los alimentos del Programa de Alimentación Escolar (PAE) de otros planteles que están cerrados a esta institución que por su horario de trabajo de 8:00 a.m. a 4:00 p.m., cuenta con cocina y los implementos básicos para esta tarea.
Mientras narra el trabajo cumplido, a las afueras del plantel ubicado al lado de la iglesia de Puente Real, comienzan a formarse a ambos lados de la puerta dos colas desde las 11:00 a.m.: una a la derecha y otra a la izquierda. Los comensales colocan en el piso los recipientes para llevar la comida o cualquier objeto para “marcar” su ubicación en la fila.
“Les hemos advertido guardar un metro de distancia de uno a otro, el distanciamiento social, el uso del tapaboca. Unos hacen caso, están atento a esta norma, pero otros no lo entienden y se unen”, dice.
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Solidaridad vecinal en Táchira
El Ejecutivo nacional aporta generalmente arroz, espaguetis, harina de maíz, granos, aceite, pollo, entre otros víveres y los líderes de calle de Puente Real, se organizan para buscar otros aportes en la comunidad.
“Nos traen verduras, algunos víveres, y hay carnicerías que regalan el hueso para la sopa. Hay solidaridad para con quienes más necesitan y más en estos momentos cuando muchos no pueden trabajar”, expresa Herminda Roballo al recordar que el almuerzo se reparte los mediodías de lunes a viernes.
A la hora de servir, los alimentos son llevados la entrada del plantel. Ya el equipo de colaboradores de la Policía del estado, Guardia Nacional, Milicia, líderes de calle, UBCh de la zona, o quien se encuentre en ese momento en el lugar ordena las colas, se entregan los pases de control y se inicia el proceso.
Cada beneficiario trae los recipientes para llevar sus alimentos. Muchos de los rostros son de personas muy pobres, algunos hombres y mujeres de la calle que viven de la caridad. Todos por igual bendicen y agradecen al equipo de trabajo por la comida servida.
“Yo soy pobre. Tengo 67 años de edad. Por mi edad no tengo trabajo, la pensión que recibo es de 250 mil bolívares y no me alcanza. Recibo un bono, pero mensual no paso de 600 mil bolívares. Me toca hacer milagros para poder comer. Este plato de comida que me regalan en la escuela es un alivio para calmar el hambre”, dijo Miguel, en medio de la cola, un poco apenado por depender de la caridad.
Como él, Margarita, una madre soltera, joven, salía con dos tazas de comida para ella y su niña de siete años de edad. Dijo ser vendedora de café pero por el coronavirus su venta ha caído y así sus ingresos diarios.
Las madres cuidadoras en todo el estado Táchira son protagonistas activas, solidarias, de la lucha contra la pandemia del coronavirus. Dan la mano a los más necesitados en este momento de emergencia nacional.