Falso vino venezolano vendido en Suiza, por Miro Popić
La historia del vino en Venezuela no es una, sino muchas, y comenzaron el mismo día en que Colón zarpó del puerto de Palos navegando las aguas del río Tinto. De ahí en adelante, a partir del 12 de octubre de 1492, todo tuvo que ver, de alguna manera, con el jugo de la uva fermentado. Lo primero que le dieron a beber al desembarcar, tal como lo cuenta en su diario, fue “tres suertes de vino, más no de uvas”. Obviamente era chicha indígena, posiblemente de maíz o de yuca, pero él la llama vino porque obedecía a su cultura mediterránea dominada por la vid. De ahí en adelante, hasta llamar a la selección de fútbol como la Vino Tinto, todo ha sido un continuo descorchar botellas de todo tipo, desde las más costosas hasta, incluso, falsificaciones realizadas en Europa utilizando el nombre de Venezuela.
El vino que ven en la imagen de esta nota no existe. Bueno, existe porque lo estamos viendo, pero no es lo que pretende ser o lo que dice ser. Todo ocurrió con una llamada informal que recibí desde Ginebra del embajador Óscar Hernández, a fines del año 1999, que puso al descubierto una operación fraudulenta de insólita factura que resulta difícil de creer, pero cuyas pruebas conservo en mi poder porque forman parte del lado oscuro de la historia del vino. El reclamo tenía que ver con el hecho de que en Suiza se conseguía el vino venezolano más barato que en Caracas, cosa inconcebible por lo limitado de la industria vinícola nacional y por el simple hecho de que Venezuela no exporta vino.
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Ante mi natural escepticismo exigí pruebas y a los pocos días recibí por envío especial tres botellas con una llamativa etiqueta de un hombre con sombrero y poncho montado a caballo identificando un vino con el nombre de El Paseo. Textualmente se lee: “Produckt aus Venezuela. El Paseo. Rotwein aus Venezuela. Altagracia. Estato Lara, 1999. Bodegas Pomar C.A. Caracas · Venezuela”. Y en el reverso una contra etiqueta con el precio y la oferta de venta: “Denner Superdiscount. Probierpreis. Prix d’essai. Prezzo prova 2.95. Start. Au lieu de. Inveci de: 5.90”.
Evidentemente se trataba de una falsificación bien lograda de un producto que no existe con el que engañaron a miles de consumidores suizos que, buscando algo barato, descorcharon un vino tinto de pésima calidad, reafirmando la creencia de que un país tropical no puede producir un vino decente.
¿De dónde vino ese vino? ¿Por qué los timadores usaron el nombre de Bodegas Pomar y Venezuela? ¿Cómo la proba e íntegra Suiza pudo caer en el engaño? Cuando comuniqué este insólito hecho a los directivos de Bodegas Pomar, pasada la sorpresa, superada la incredulidad, decidieron no actuar judicialmente y abandonaron todo intento de reclamo ante las autoridades helvéticas.
Esta falsificación habla muy bien del vino venezolano ya que nadie imita marcas que no son de calidad, como esas carteras Fendi o Louis Vuitton que ofrecen en el mercado de El Cementerio. No sé si los suizos seguirán cayendo en esa práctica engañosa, sobre todo para los amantes del vino, pero así ocurrió. ¿Y el vino? Mejor ni comentarlo, no vale la pena, es mediocre y ordinario y su origen habría que buscarlo en alguna parte de Europa del este, creo yo.
Como ven, en materia de vinos, no todo es lo que parece ser. Pomar nunca ha exportado sus vinos ni los ilustraría con un llanero a caballo arropado con un poncho de lana en tierras caroreñas. Lo único cierto es que nadie falsifica lo malo.
Nota del autor: Más historias de lo que hemos bebido, en mi libro Venezuela on the rocks!