¿Infoxicado? ¡Inmunízate!, por María Fernanda Madriz

Infovacunas contra la desinformación, los rumores y las falsas noticias o fake news
Antes de entrar en materia, dedicaré un comentario a la expresión fake news responsable de fogosas discusiones entre académicos, avivadas en parte por los varios usos de la palabra inglesa new. Como sustantivo, el vocablo se utiliza en plural (news) y significa mensajes periodísticos o noticias; como adjetivo, se usa en singular (new) y significa nuevo o novedoso. También la palabra fake funciona como sustantivo y adjetivo. En el primer caso, significa falsificación o imitación; en el segundo, engañoso o falaz. La traducción de fake news es, por tanto, falsas noticias.
La expresión trae cola y abre preguntas: ¿puede o no calificarse de falsa una noticia periodística cuando, por ética y definición, el periodismo busca combatir –no difundir– falsedades? y, al margen de cómo las nombremos, ¿puede sostenerse que esparcir o publicar falsedades es un fenómeno nuevo en la comunicación colectiva?
Dada la ambigüedad de los términos, sugiero la expresión “falsos mensajes” -menos equívoca y técnicamente más adecuada-, pero sin descartar el uso de fake news y de falsas noticias pues es probable que ambas formas sobrevivan la diatriba académica y, fuera de las universidades, son las expresiones comúnmente usadas para entenderse y conversar.
Retomo entonces foco y vuelvo al título. Me gusta la metáfora clínica para entrar en tema, pues los procesos virales comparten muchos más rasgos de los que podría suponerse con los procesos de desinformación que los falsos mensajes alimentan, infectando nuestras prácticas comunicativas al propagarse de forma exponencial en medios y redes sociales.
Clínicamente hablando, los virus:
1) Son agentes patógenos, de estructura muy simple, incapaces de sobrevivir y reproducirse por sí solos.
2) Para hacerlo, necesitan entrar en un ecosistema biológico, colonizar un organismo vivo y, una vez alojados en él como huéspedes parásitos, acoplarse a las células sanas e inocularles su propio material genético, que debe ser de un tipo afín al del organismo que parasitan.
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3) Esta similitud les permite camuflarse, despistar al sistema inmunológico que no logra identificarlos como intrusos y, ya inoculados como polizones en las células, éstas se encargan de reproducirlos al reproducirse ellas mismas en su rutina de regeneración.
4) Infectado un primer organismo, el virus coloniza a sus vecinos contaminando un entorno cada vez más amplio, con una proyección de crecimiento potencial hacia la pandemia.
Este modelo que describe la infección de un ecosistema biológico por la acción de un agente viral, puede extrapolarse sin desperdicio a la infección de un ecosistema mediático por la acción de los falsos mensajes, pues éstos se comportan como virus
Veamos por qué:
1) Los falsos mensajes son paquetes de contenido, comunicacionalmente diseñados para conmover el pathos social e incidir en la toma de decisiones colectiva. Para ello, poseen un contenido semántico (qué se dice), una estructura discursiva (cómo se organiza lo que se dice) y una estrategia comunicacional (dónde y a quién se dirige lo que se dice) de una muy eficaz sencillez basada en los principios goebbelianos sobre propaganda: decir poco, muchas veces, anclando lo dicho en las creencias y la emoción.
2) para consumar sus fines comunicacionales, las falsas noticias necesitan acceder a su población/objetivo, concebida ésta como audiencias segmentadas o como masa difusa; para ello, deben penetrar el ecosistema mediático, colonizar las personas que interactúan en él e inocular su marco de creencias con contenidos pathicos, a los fines de estimular la toma de decisiones emotiva y no fundamentada en razones, a propósito de los asuntos de relevancia pública.
4) para que los falsos mensajes puedan cumplir su objetivo, deben camuflarse de mensajes verdaderos pues, de otro modo, serían identificados como amenazas por las alarmas inmunológicas del ecosistema mediático y eyectados de él, o desechados por los propios usuarios que los reconocerían como falsificaciones, resultando así inmunes a su falaz toxina.
3) Ya dentro del ecosistema, las campañas de falsos mensajes ajustan el foco en internet, pues esta plataforma garantiza máxima y muy diversificada dispersión en tiempo real, así como varios recursos para el ocultamiento de la fuente que inicia el ciclo infeccioso.
4) De las plataformas digitales, las redes/medios sociales resultan ser las más idóneas, pues sus usuarios funcionan como prosumidores, es decir, pueden producir/consumir contenidos lo que les permite actuar, intencional o involuntariamente, como agentes virales generadores de falsa información.
5) Una vez infoxicada una persona, ésta infoxica a todos cuantos comparten sus redes y éstos a las suyas, en un ciclo recursivo que termina borrando la seña de identidad del autor o autores que lo inician. Este es sin duda el fenómeno más relevante, pues son las propias personas quienes amplifican exponencialmente el impacto de la falsa información, al duplicar y reenviar de manera automática cuanto reciben.
¿Qué hacer entonces ante esta pandemia que ha infectado la ecología mediática venezolana –también la global-, contagiando nuestras prácticas comunicativas y poniéndolas al servicio de intereses anónimos? ¿Cómo protegernos de estos agentes oportunistas que aprovechan un clima de opinión lábil y polarizado, para inocular en él falsos mensajes dirigidos a conmocionar nuestras emociones, parasitar nuestras creencias y enceguecer nuestra razón, buscando vectorizar el modo como participamos en la toma de decisiones colectiva?
La receta es la misma, trátese de virus biológicos o de paquetes de información engañosa, e incluye una batería de estrategias enfocadas en: 1) aislar y anular los falsos mensajes; 2) fortalecer los recursos inmunológicos del ecosistema mediático; 3) enseñar a las personas cómo reconocer las amenazas y combatirlas con creatividad y éxito; 4) investigar las motivaciones, características, formatos y circulación de los falsos mensajes para generar base teórica, tipología, ruta metodológica y datos estadísticos sobre el fenómeno.
El Observatorio de Rumores y Falsas Noticias del Ininco viene trabajando en esta línea desde abril de 2017, cuando las protestas de calle activaron una pandemia de falsas noticias.
Con relación al ecosistema mediático la estrategia ha sido viralizar, no falsos mensajes sino información verificada. Gracias a la alianza con el equipo de periodistas del Servicio de Información Pública SeIP, el Ininco apoya el envío en tiempo real de tres AudioReportes diarios a través de Whatsapp (más de 20 mil foristas), Twitter (20 mil seguidores); Telegram (4.800 suscritos) y SoundCloud (520 mil reproducciones).
En paralelo, hemos iniciado la producción de Infovacunas destinadas a viralizar la “contra” de falsos mensajes específicos, reinoculando el sistema con memes e infografías donde éstos se desmontan y denuncian como fakes
En el campo de la formación, el taller Ciudadanos Advertidos capacita a vecinos, estudiantes universitarios y próximamente a niños y adolescentes en el manejo de una caja de herramientas que permite reconocer y desmontar falsos mensajes.
A nivel académico, se ha abierto la oferta de un curso de ampliación dirigido a brindar base teórico-metodológica a quienes esperamos se conviertan en red primaria de verificadores de falsos mensajes y viralizadores de sus contras, las infovacunas.
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