La causa feminista: Tres banderas de justicia y un clamor unido contra el Estado
La despenalización del aborto, la extinción de los femicidios y el salario digno son las tres exigencias de un movimiento feminista que no siente representación alguna en los partidos políticos que ejercen el poder en Venezuela
Bajo un manto de incertidumbre y en condiciones adversas, el Día Internacional de la Mujer ofreció un motivo para que las organizaciones feministas y mujeres de toda Venezuela levantaran la voz para exigir sus derechos, denunciar sus dificultades y rechazar a un Estado que las oprime.
La jornada de protesta parecía estar condicionada por el peor panorama posible. La pandemia, que ha azotado al país por más de un año, ha sido una piedra de tranca para todos los movimientos sociales, pero en esta ocasión se sumó el atenuante de una supuesta radicalización de la cuarentena debido a la llegada de la variante brasilera de la covid-19 al país.
Nicolás Maduro había prometido apenas días antes reforzar las medidas para garantizar el confinamiento, lo cual infería mayores restricciones de movilidad en la calle, una posible atenuante para la actividad feminista. Sin embargo, las palabras del mandatario quedaron en el vacío, pues en el Metro de Caracas no implementaron limitante alguna para permitir el acceso y en las vías ni siquiera condicionaron el paso hacia las autopistas.
El incumplimiento de las promesas del chavismo sobre la cuarentena radical se suma a la enorme lista de proclamas que solo se han quedado en el papel, entre las cuales se encuentra el discurso feminista que enarbola la ‘Revolución del Siglo XXI’, una postura asumida durante más de 20 años, con resultados tan contraproducentes o directamente inexistentes, que el feminismo se vio en la obligación de movilizarse para encarar al Estado.
Es así como decenas de mujeres salieron de sus hogares bajo el riesgo de exponerse a la covid-19 y quebrantaron la frágil radicalización del confinamiento para tomar los espacios de la Plaza Brión de Chacaito, donde con pancartas, cánticos y discursos dieron a conocer a la sociedad sus principales demandas.
El motivo de protesta para esta edición del Día Internacional de la Mujer consistió en tres frentes principales: la despenalización del aborto, la erradicación de la violencia de género y la obtención de un salario digno.
Derecho a decidir sobre sus cuerpos
Con miras a replicar el triunfo que consiguieron los movimientos feministas en Argentina con la legalización del aborto, las organizaciones venezolanas destacan la importancia de implementar políticas públicas que garanticen los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.
La legalización del aborto parte desde la premisa de que la mujer tiene derecho a decidir sobre su cuerpo, indistintamente de las tres causales que se consideran en algunos países para aprobar este tipo de procedimientos: que sea arriesgado para la mujer, que el feto sea producto de una violación o de incesto, o que existan malformaciones que deriven en la inviabilidad para el parto.
Así lo destaca Zuleika Matamoros, militante de la organización Juntas y a la Izquierda, quien hace un llamado al Estado a multiplicar sus esfuerzos para garantizar una educación sexual integral que ofrezca más herramientas a los jóvenes para cuidarse. Por supuesto, considera que el aborto legal, seguro y gratuito es imprescindible.
“Exigimos con fuerza la legalización del aborto sin restricciones, no son las tres causales: violación, inviabilidad del feto y riesgo de la vida de la madre es una barbaridad que se mantenga penalizado; pero es sin restricciones porque tenemos derecho a decidir y romper con esta imposición de la maternidad obligatoria”, destaca.
Pese a que el feminismo es una de las primeras banderas que el chavismo afirma ondear, con declaraciones de Maduro ufanándose de lo feminista que es, los hechos evocan una realidad distinta. El oficialismo no solo ha ignorado un marco legal para el aborto durante los últimos 20 años, en los que jamás promulgó ley alguna para regular la materia pese a haber controlado el Parlamento durante al menos 15 años, sino que también condena y castiga a feministas que promueven la interrupción del embarazo bajo las tres causales.
Este fue el caso de Vanessa Rosales, una activista tachirense que fue imputada por “aborto provocado con la agravante de haberse cometido en una adolescente”, “agavillamiento” (asociación criminal) y “asociación para delinquir”; tan solo por ayudar a una joven de 13 años, víctima de violación, a interrumpir su embarazo.
Ni una más, ni una menos
La pandemia y el confinamiento han traído consigo una capa más al caos provocado por la covid-19. Se trata de los casos de violencia doméstica y de género, en los cuales la mujer es la principal víctima.
En apenas 12 meses, desde que inició la pandemia en marzo de 2020, se registran más de 210 femicidios. Si únicamente se toman en cuenta los dos meses que van de 2021, son más de 40 las mujeres que han perdido la vida a causa de violencia machista, según datos de la organización Utopix.
Ante estas alarmantes cifras, las organizaciones feministas no se conforman con pedir justicia, pues también resaltan la necesidad de implementar políticas públicas y campañas de prevención que apunten a disminuir o evitar la violencia de odio.
“Decimos que el Estado es responsable porque la violencia no se atiende, hay mucha impunidad y no hay una cultura o intención para que esta realidad se transforme, que se expresa cuando el Estado ni siquiera presenta cifras, cifras que se conocen por el trabajo de activistas que están dando a conocer esta realidad”, señaló Matamoros.
Por su parte, la directora de Mujeres Radio, Mónica Tamarones, puntualiza que el Estado, sus instituciones y sus funcionarios no están lo sensibilizados ante esta situación, pues sus casos no son tomadas en serio o son rechazadas en los órganos receptores de denuncias por razones intrascendentes como la ropa que usan.
“Hay muchachas que han sido agredidas y, por estar con una camisa sin mangas, no las dejan entrar al Ministerio Público a hacer denuncias. Los violadores existen mucho antes que las minifaldas y los escotes. No es culpa de la vestimenta”, exclamó.
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Las mayores víctimas del salario
Si hay un reclamo con el que pueden simpatizar otros sectores es el del incremento salarial, ya que es una situación que afecta a todos los venezolanos y especialmente a la clase trabajadora. No obstante, la pérdida del poder adquisitivo tiene una mayor capa de complejidad cuando se trata de la mujer, pues suelen tener mayores gastos inherentes a sus condiciones biológicas e incluso al rol social que han adquirido gracias al matricentrismo venezolano.
Los bajos salarios golpean con una fuerza mayor a las mujeres. Estadísticamente hay una mayor proporción de mujeres en pobreza y pobreza extrema, en comparación con los hombres. Además, son quienes adquieren el rol de proveedoras del hogar con mayor frecuencia, pues en muchos casos no tienen apoyo de sus parejas a la hora de mantener a sus hijos, ya que los casos de abandono paterno son comunes en el país.
El proceso migratorio de los últimos años ha empeorado la situación, pues son los padres de familia quienes suelen partir primero a otros países en un intento por sacar adelante a sus familias. Esto relega a la mujer a adquirir la responsabilidad de mantener a la familia en períodos de inestabilidad laboral del padre que emigró.
Datos de la organización Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap) recalcan que casi un millón de niños han sido perjudicados por la migración, mientras que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) subraya que son 5,4 millones los venezolanos que han abandonado su país en los últimos años.
“La emergencia humanitaria compleja ha traído consigo la llamada feminización de la pobreza, en donde las mujeres son parte de la población más afectada. Este impacto negativo se ha visto en gran medida en los sectores de salud y alimentación, haciendo más vulnerables a las jefas de hogar, embarazadas, niñas, mujeres con discapacidad, adultas mayores, trabajadoras informales y de salud, mujeres rurales, y víctimas o sobrevivientes de violencia”, resalta un manifiesto leído durante la manifestación.
Sin representación política
Una de las particularidades del evento de este lunes 8 de marzo fue la convivencia de organizaciones con diferentes ideologías y posiciones políticas en un mismo espacio, bajo una misma bandera. Agrupaciones de izquierda, independientes y de derecha se juntaron para alzar su voz contra un Estado por el cual no se sienten representadas.
Las agendas de los partidos políticos tradicionales que conforman el poder en Venezuela no han escuchado los reclamos del feminismo durante décadas, un reclamo atribuible tanto al gobierno chavista como a sus contrapartes que hacen de oposición en Venezuela. Durante la manifestación, indistintamente de las posturas políticas de estos grupos de activistas, no hubo partidismo político alguno en el evento.
“Los movimientos feministas en el país son diversos. Aquí están movimientos de izquierda, independientes, autónomos y opositores. Un solo partido no nos determina a todos los movimientos feministas del país. En este momento, las personas que están en esta marcha son las que están diciendo cuáles son las políticas que queremos lamentablemente ahora mismo no nos están escuchando”, apuntó Mónica Tamarones.
La agenda de las instituciones gubernamentales parece ir en una dirección y los movimientos sociales, como el feminismo, en otra. Por eso las agrupaciones feministas se asocian bajo el mismo clamor de reivindicar los derechos de las mujeres, una causa que trasciende espectros ideológicos.
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Desde la organización Juntas y a la Izquierda cuestionan el carácter “feminista” de los partidos izquierdistas que conforman el poder en el país, especialmente al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), bajo la figura de un líder que se hace llamar a sí mismo feminista y “presidente obrero”.
“Nosotras confrontamos a los partidos políticos autodenominados de izquierda. No es ni siquiera un tema ideológico. Si estás en contra de los trabajadores y tienes una política antiobrera, te puedes llamar de izquierda, pero no estás en un programa que beneficia a los oprimidos. Por lo tanto, no nos sentimos representadas e incluso lo adversamos”, destacó Zuleika Matamoros.
Algunas voces dentro de la manifestación feminista creen en la posibilidad de promover un cambio desde las instituciones conformadas actualmente. Este es el caso de Cambiemos Movimiento Ciudadano, cuyas voceras acompañaron a los movimientos feministas en el evento.
De acuerdo con Iris de França, secretaria general de Cambiemos Miranda, la representación femenina en la Asamblea Nacional puede llevar la discusión de la agenda feminista para generar cambios.
“Hemos encontrado dentro de la AN un espacio de diálogo instalado a través de la Comisión de Diálogo Nacional para trabajar la agenda feminista en el país y ha sido un punto de encuentro entre las organizaciones políticas. Nosotros debemos buscar más las razones que nos unen que las que nos separan”, destacó.
Dentro de la agenda legislativa que entregó la directiva de la Asamblea Nacional administrada por el chavismo a Nicolás Maduro, destaca la reforma de la ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, que debería discutirse en los próximos cinco años.
Mayor cohesión feminista
Los logros alcanzados en esta manifestación pese a todas las adversidades que suponen la pandemia, la situación país e incluso los conatos de dispersar el evento por parte de funcionarios de la Policía de Chacao y la Policía Nacional Bolivariana, son muy meritorios. Sin embargo, mucho camino por recorrer para articular un movimiento feminista masivo en el país.
Ante esta necesidad, Suhey Ochoa, militante de la organización Pan y Rosas, puntualizó en la necesidad de promover una mayor unidad voluntaria por parte de las organizaciones feministas en el país. Por este motivo, hizo un llamado a incrementar la organización en diversas trincheras, desde puestos de trabajo, hogares y comunidades.
“Lo principal es organizarnos de manera democrática, desde nuestros puestos de trabajo, lugares de estudio, que nos permitan organizar una agenda independiente tanto del Gobierno como de la oposición de derecha. Esa es una de las principales razones por las que nos encontramos hoy con unas consignas claras que levanta el movimiento de mujeres. Eso nos unifica”, propuso.
La meta es lograr que el próximo Día Internacional de la Mujer se organicen más activistas y organizaciones, sin importar las diferencias políticas. “Creo que hay que hacerles una invitación a todas a venir a las actividades que estamos haciendo, a discutir ampliamente porque nos vamos a dar cuenta de que tenemos más cosas en común que diferencias reales. Queremos que el próximo 8M sea unificado, por eso las invitamos a todas a discutir amplia y democráticamente”, insistió.
Zuleika Matamoros, por su parte, plantea la celebración de asambleas nacionales y regionales de mujeres para organizarse y llevar estos debates al seno de las comunidades, especialmente a las zonas populares, para que el mensaje llegue a mujeres que no tienen oportunidad de contagiarse de esta causa por cuenta propia.
“Tiene que comenzar porque las activistas y organizaciones feministas bajo estas tres premisas nos unamos en asambleas nacionales de mujeres, incluso podemos empezar con asambleas regionales, donde se lleven estos debates a las calles, para mostrársela a las mujeres que menos oportunidades tienen, que están en los barrios, en las fábricas”, acotó.