La organización del gobierno: el caso de Japón, por Marino J. González R.
Twitter: @marinojgonzalez
Japón ocupa una posición destacada en diferentes áreas del desarrollo en el contexto global. En primer lugar, es una de las 24 democracias plenas del mundo, de acuerdo con la clasificación de la revista The Economist para el año 2022. También forma parte del G-7, esto es el grupo de las siete economías más avanzadas.
De acuerdo con el FMI, Japón tiene en 2023 más de 42 mil dólares de PIB per cápita en términos comparables de capacidad de compra (Estados Unidos tiene 65 mil dólares, el mayor valor del G-7). La tasa de desempleo en 2023 es la más baja entre los países del G-7 (2,3%). Entre 2000 y 2021, Japón ha registrado de manera ininterrumpida el primer puesto en el Índice de Complejidad Económica de la Universidad de Harvard, demostración de su alto grado de diversificación productiva. Por otra parte, Japón tiene, según la OMS (2020), uno de los menores porcentajes de gasto de bolsillo en salud de los países del G-7, indicador del alto nivel de protección financiera de su población.
Todos estos logros de Japón están fundamentados en éxitos de políticas públicas, sostenidos a través de décadas. Conviene preguntarse, entonces, por la forma de organización del gobierno de Japón para diseñar, implementar, y evaluar políticas públicas. Tales pautas pueden ser de utilidad para los gobiernos de otros países, especialmente en América Latina.
El gobierno de Japón, en el nivel más alto de responsabilidad, está conformado por la Oficina del Primer Ministro, la Oficina del Gabinete, once ministerios, y dos agencias. También existen múltiples agencias y ministerios de estado, pero en niveles jerárquicos subalternos. El siguiente análisis se concentra en los ministerios en el mayor rango.
Los ministerios están divididos en cinco áreas. En la primera área están los ministerios encargados de seguridad y defensa, a saber: Asuntos Interiores y Comunicaciones, Justicia, y Defensa. La segunda área corresponde al ámbito internacional con el Ministerio de Asuntos Exteriores.
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En el área económica se encuentran cuatro ministerios: Finanzas, y tres ministerios sectoriales: (1) Agricultura, Bosques y Pesca, (2) Economía, Comercio e Industria, y (3) Tierras, Infraestructura, Transporte y Turismo. A diferencia de la organización ministerial en países de América Latina, estos ministerios sectoriales agrupan diversas áreas relacionadas con la actividad productiva. En América Latina existe más bien la tendencia a la especialización de los ministerios. En el área de política social están dos ministerios: (1) Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y Tecnología, y (2) Salud, Trabajo, y Bienestar. Al igual que en el caso de los ministerios del área económica, se incluyen diversos temas en un solo ministerio.
En América Latina estos ministerios se encuentran más bien separados. En la quinta área se encuentra el Ministerio de Ambiente. La lista de las altas instancias se completa con la Agencia de Reconstrucción y la Agencia Digital.
La inclusión de múltiples aspectos en los ministerios reduce el número de responsables (solo once ministros), con lo cual se favorece la coordinación e intercambio en la toma de decisiones. Para atender nuevas demandas o problemas también existen alternativas de gestión que están incorporadas en la Oficina de Gabinete. Es previsible que dependiendo de la evolución de estas instancias pueden terminar siendo transferidas a los ministerios o convertidas en agencias permanentes.
La experiencia de Japón demuestra que la organización del gobierno puede combinar la especialidad de asuntos (pero incorporados en pocos ministerios), la efectividad en la gestión, y la flexibilidad para enfrentar nuevos problemas. Tres ejes de especial relevancia para los gobiernos en América Latina.
Marino J. González es PhD en Políticas Públicas, profesor en la USB. Miembro Correspondiente Nacional de la Academia Nacional de Medicina. Miembro de la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL).
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