La producción nacional de alimentos se extingue
No hay semillas, fertilizante, herbicida, insecticida, fungicida, combustibles, repuestos ni lubricantes. El gobierno se encargó de monopolizar la importación y la comercialización de los agroinsumos
A mediados de agosto, productores de cereales en Bolívar, Monagas y Apure van cerrando el ciclo de siembra de invierno, el más importante del año que inicia en abril junto con la temporada de lluvias. Históricamente, durante estos meses se produce 70% de los rubros agrícolas, principalmente maíz y arroz.
También llevan a cabo labores culturales como fumigaciones para eliminar plagas y abonan la tierra con urea. Además, esperan que siga lloviendo para tener una buena cosecha a partir de septiembre.
Pero en el último ciclo de invierno en Venezuela, los productores de cereales y de otros rubros que también aprovechan las lluvias para realizar labores de cultivo, vieron con tristeza cómo la superficie sembrada se redujo mucho más que en 2018, año que en su momento fue considerado como el peor para la producción nacional.
Entre mayo y agosto de 2019 los productores de arroz solo pudieron sembrar 47.000 hectáreas de las 150.000 que hay disponibles en el país para ese cultivo, según José Luis Pérez, director de Fedeagro. Indica que las áreas de siembras han disminuido 30% en comparación con el año pasado. “Ha sido muy difícil adquirir los insumos”, dice.
Los cañicultores, por su parte, señalan que de 300.000 hectáreas que antes se sembraban hoy no llegan a cultivar ni 60.000. Si llegaron a tener una productividad de unas 80 toneladas por hectárea, hoy es alrededor de 40 toneladas por hectárea
No hay semillas, fertilizante, herbicida, insecticida, fungicida, combustibles, repuestos ni lubricantes. Las asociaciones de productores no tienen divisas y tampoco pueden obtener financiamiento dada la política de contracción del crédito que aplica el Banco Central de Venezuela (BCV) a través del encaje bancario marginal. Y, aun así, el gobierno les impone un precio irrisorio para la cosecha pese a que el país atraviesa un severo ciclo hiperinflacionario.
El colapso de los servicios públicos y la inseguridad en el campo son otros problemas que agobian a los productores. De hecho, los agricultores deben mantenerse en vigilia permanente por los robos de cultivos hasta que la siembra empiece a dar resultados en septiembre.
Así que no hay motivos para celebrar. El sector primario, que apenas trabaja a 20% de su capacidad, asegura que el ciclo de invierno de 2019 fue el peor en los últimos 20 años.
En picada
El sector calcula que por la caída de la producción apenas podrá aportar 10% de los alimentos que necesita el país, lo que significa que Venezuela puede llegar a afrontar una escasez de 90% de productos nacionales como maíz, arroz, caña de azúcar y café. Ese bajo nivel de producción atiende la demanda de 1 de cada 10 venezolanos. En 2018, Fedeagro afirmaba que solo se abastecía 25% del consumo nacional; y en 2017, se satisfacía 30%.
En este ciclo de invierno apenas se sembraron 110.000 hectáreas de maíz (30% blanco y 70% amarillo), lo que puede generar una cosecha de aproximadamente 350.000 toneladas, una caída de 88% respecto a 2008, cuando se produjeron 2,99 millones de toneladas y se satisfizo 75% del consumo.
“En el pasado sembrábamos 200.000 hectáreas de maíz solo en el estado Portuguesa, 80.000 en Barinas y hasta 20.000 hectáreas en Yaracuy. Este es el peor año, no hay semillas, no hay insumos, prácticamente no hay agroquímicos ni fertilizante”, aseguró Aquiles Hopkins, presidente de Fedeagro.
Hace poco más de 10 años las asociaciones productoras que agrupa el gremio agrícola lograban cubrir la totalidad de la demanda de maíz blanco. Había abastecimiento de fertilizantes, urea y agroquímicos por parte de empresas privadas proveedoras.
Los productores garantizaban el consumo por un año, hasta el próximo ciclo de invierno; y 35% de maíz amarillo para alimentos para animales. Era tanta la producción primara, que las industrias compraban maíz blanco para producir todo el año y lograban exportar harina de maíz precocida hacia mercados donde había venezolanos, como Estados Unidos, Colombia y Europa.
Monopolio estatal
Pero eso se acabó desde que el gobierno se encargó de la importación y la comercialización de los agroinsumos, principalmente desde que el fallecido presidente Hugo Chávez expropió en octubre de 2010 Agroisleña y la convirtió en Agropatria.
Celso Fantinel, primer vicepresidente de Fedeagro, aseguró que el gobierno monopoliza el crédito bancario y los agroinsumos, que además están dolarizados. Denunció que se ha privilegiado la entrega de suministros agrícolas a empresas afines al gobierno, manejadas por llamados “agroenchufados”.
“El gobierno cree que es suficiente con solo entregar insumos para sembrar 150.000 hectáreas o más, pero eso no ocurre en realidad porque esas empresas ni siquiera saben de siembra de maíz, y aun así el gobierno le entrega insumos a cualquier loco”, dijo Fantinel.
En 2018 la empresa Agropecuaria de la Fuerza Armada Nacional (Agrofanb) entregó 70% de los insumos a los “agroenchufados”, y solo sembraron 50% del área
Fantinel indicó que otra empresa del gobierno llamada Agrosur también ha suministrado insumos a los “agroenchufados”, a quienes cobra en dólares.
Agrosur, creada en 2017, está obligada a darle prioridad a las organizaciones productivas del “poder popular”, según la ley que creó, con anuencia de la ANC, el Conglomerado Agrosur. También puede autorizar la incorporación de empresas privadas del sector agrícola solo si “ello provee beneficios al cumplimiento de sus fines”.
Entre las operaciones de Agrosur se encuentra la “producción, comercialización y distribución de agroinsumos biológicos, biofertilizantes, implementos, equipos y maquinarias para la actividad agroalimentaria”, de acuerdo con lo señalado en el artículo 7 de la norma.
Actualmente quien dirige Agrosur es Tibisay Yanette León Castro, sobrina del ministro de la Agricultura Productiva y Tierras, Wilmar Castro Soteldo.
Café amargo
Entretanto, los caficultores llevan tres años consecutivos sin fertilizantes y sin agroquímicos para atacar la roya del café, una de las enfermedades de plantas más catastróficas generada por un hongo que devasta las plantaciones de café. Este año se calcula que la producción del rubro caerá 20%, según Diolegdy Páez, directora de café de Fedeagro. La cosecha inicia en octubre.
Para poder mantener nuestras plantaciones y aumentar nuestra producción de café en nuestras haciendas necesitamos principalmente fertilizantes, pero el productor no los consigue en su zona ni en los sectores cercanos. La Corporación Venezolana del Café, que es del gobierno nacional, nos informó que venderá unos fertilizantes a 40 dólares el saco, al cambio del día (5/9/2019) son 800.000 bolívares para el productor. Ya los insumos están dolarizados”, denunció
Dijo que la Corporación también planteó vender canastos para recoger la cosecha y algunos herbicidas, pero todo en dólares que al cambio del día “son precios bastante exagerados”.
Páez también señaló que otros dos problemas que afectan la producción de café son la escasez de combustibles y las cuotas que imponen funcionarios de seguridad en alcabalas a los productores que bajan de las montañas al pueblo para vender café o comprar comida. “Los extorsionan. Los amenazan con quitarles el café si no entregan una cuota de lo que el productor carga en su vehículo”, agregó.
José Ricardo Álvarez, presidente de la Federación de Asociación de Cañicultores de Venezuela (Fesoca), afirmó que el gobierno no proporcionó a los productores insumos básicos como fertilizantes y agroquímicos para la zafra 2018-2019. Señaló que no hay manera de llevar a cabo las labores culturales durante la producción de caña de azúcar por la escasez de insumos. “No hay posibilidad de fertilizar ni de controlar la maleza a través de los agroquímicos”, dijo.
La falta de los suministros agrícolas y los problemas con el sistema de riego por las fallas eléctricas, fueron dos de los principales factores que afectaron la producción de los cañicultores.
En la zafra 2018-2019 molieron 2,3 millones de toneladas de caña de azúcar, casi un millón menos que lo producido en la zafra anterior, 2017-2018, en la que se sembraron 59.879,92 hectáreas y se molieron 3,54 millones de toneladas, un 84% del estimado.
Si hace un año estábamos en estado de emergencia, yo creo que ahorita estamos más que en terapia intensiva”, lamentó Álvarez, quien recordó que en la zafra 2005-2006 los productores lograron moler 9,02 millones de toneladas y satisfacer 65% de la demanda
“Seguimos simplemente a la expectativa de que haya cambios sustanciales en la política agrícola del país”, dijo. “Mantenemos la actividad porque seguimos apostado a que debe venir algún tipo de cambio”.
Durante la última zafra los cañicultores trabajaron con un precio irrisorio que oscilaba entre 3.000 y 4.000 bolívares por kilo de azúcar. El gobierno aumentó el valor a 8.000 cuando terminó la cosecha. “Debimos empezar la zafra con 8.000 bolívares, pero lamentablemente el azúcar es un rubro muy controlado por el gobierno”, añadió el presidente de Fesoca.
A finales de 2018, Fesoca advirtió que la zafra 2018-2019 estaba comprometida por falta de una política azucarera coherente. Álvarez aseguraba que la no publicación de una política de precios clara y ajustada a los niveles de inflación ha ocasionado severos retrasos en la reparación de los centrales azucareros y de la maquinaria agrícola.
Lo que piden
Fedeagro solicita la democratización de la asignación de los insumos disponibles entre los programas de producción, acceso y distribución de insumos, programa especial de asignación de divisas para traer insumos al país, devolver a Pequiven (Petroquímica de Venezuela) la distribución de fertilizantes, distribución directa de combustibles y lubricantes de Pdvsa a los programas de producción, respeto a la propiedad privada y cese de invasiones de fincas y detener la intervención en la comercialización.
Productores denuncian que más de 5 millones de hectáreas productivas expoliadas fue el saldo de la “guerra contra el latifundio” que inició Hugo Chávez en 2005 y continuó su sucesor. Ahora esas tierras solo producen lástima.
En los últimos meses la escasez de alimentos no se ha sentido tan fuerte en comparación con años anteriores. Sin embargo, esto responde a la pérdida del poder adquisitivo que enfrentan millones de venezolanos lo cual ha hecho que los productos se quedan ahora más tiempo en los anaqueles de los establecimientos y hace que se mantenga surtidos.