Lo que hay detrás de las masacres en Colombia: un Estado que no termina de llegar
A pesar de la pandemia, la violencia repunta: con las masacres que siembran terror y los crímenes selectivos que eliminan rivales o desaparecen amenazas o ambas cosas a la vez
Hay más masacres que semanas en Colombia. El pasado domingo ocurrió la número 60, cuando en este 2020 apenas se asoma la semana número 20.
Esta fue similar a las otras: hombres con armas largas dispararon y lanzaron una granada. Este domingo se cobraron seis vidas, entre ellas un menor de edad.
Hasta finales de agosto, y en cifras aportadas por el presidente Iván Duque, las masacres causaron 188 muertes, que hay que sumar a la larga espiral de violencia cuyos orígenes están en el siglo pasado.
A pesar de la pandemia, la violencia repunta: con las masacres que siembran terror y los crímenes selectivos que eliminan rivales o desaparecen amenazas o ambas cosas a la vez.
En noviembre se cumplirán cuatro años de la Firma del Acuerdo de Terminación Definitiva del Conflicto entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC.
Control de territorios
«Hay diferentes razones por las que uno puede decir que se han dado las masacres. Hay una dinámica violenta sobre el control de los territorios, particularmente de aquellos donde quedó un vació de poder después de la desmovilización de las FARC», dice Mery Rodríguez, comunicadora, investigadora y pedagoga vinculada al Observatorio Para la Paz.
Rodríguez asegura que el gobierno está haciendo lo mínimo porque considera que «no hay un trabajo institucional fuerte y de presencia de un Estado que imponga la lógica de protección a las personas, que dé incentivos para producciones legales y donde las personas tengan acceso a la educación, vivienda, salud…»
Y en todos los territorio, en el Arauca –en límites con Venezuela-; en Nariño, en las relaciones andinas y pacífica; en el Magdalena medio; en Antioquia, en Montes de María, en el caribe colombiano.
Rodríguez apunta, además, que hace 20 años atrás era posible identificar con mayor precisión a los actores en esos territorios: unos grupos guerrilleros, más grandes o más pequeños; las autodefensas campesinas y unos bloques paramilirates. Ahora hay mayor atomización: disidencia de las FARC, con dos o tres frentes, el Ejército de Liberación Nacional (ELN, que ha crecido mucho); grupos paramilitares, combinaciones con grupos criminales, algunos dedicados al narcotráfico, otros a la minería ilegal, y aunque el narcotráfico parece más evidente, los recursos minerales, como el oro, tienen una incidencia importante.
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