Los estragos del ratón moral, por Miro Popic
El malestar que padece uno al despertar cuando ha bebido en exceso tiene un abundante vocabulario pero ninguno tan categórico y definitivo como el venezolano ratón. El término médico para definirlo es veisalgia, pero no se utiliza más allá de los profesionales. Lo más común es hablar de resaca. Solo nosotros le ponemos nombre de roedor y su uso supera el ámbito etílico, abarca incluso consideraciones éticas que tienen que ver con lo moral.
Los registros de ratón como sinónimo de resaca no son muy antiguos, nacen a comienzos del siglo XX, especialmente en escritos periodísticos de la época. Job Pim, seudónimo de Francisco Pimentel Agostini (1889-1942), uno de los más grandes poetas humorísticos de su época, trató en diversas oportunidades el tema, donde lo describía como “violenta jaqueca, constantes náuseas, aliento ofensivo, angustia nerviosa y sed devoradora”, mientras en Nocturno de fin de año, habla de: “Y amanezca / con el hígado en la boca, sin el ‘diario’ de la casa, / y con un ‘violín’ de pueblo, / y un ratón de ocho cilindros que le brinca en las entrañas”.
Ángel Rosenblat afirma que la expresión ratón es exclusividad venezolana, pero que la palabra enratonado la ha encontrado en el norte de España y cita un escrito de Federico García Lorca, El Lenguaje popular en las Montañas de Santander, donde aparece enratonarse, para referirse al que está ronco o afónico como consecuencia de una borrachera. Es categórico al afirmar que “cuando la ronquera no tiene ese origen, nunca se dice que uno está enratonado”. También registra la palabra enratonáu en Asturias, con el mismo valor que en Venezuela.
La conclusión de Rosenblat es que “entre nosotros la aplicación al hombre ha tomado una amplitud que no tenía en la patria de origen, donde parece que se está olvidando. Una amplitud tal que, de estar enratonado, ha salido posteriormente el ratón (tener un ratón), lo cual ha dado al uso su carácter gráfico y su extraordinaria vitalidad”. Solo por curiosidad, vale la pena anotar que en alemán a la resaca, nuestro ratón, la llaman kater, es decir, gato.
¿Cómo se saca uno el ratón? No hay remedio universal contra la resaca. Los médicos recomiendan agua y más agua, para compensar la deshidratación, así como antiinflamatorios para la cefalea, ibuprofeno o aspirina, pero no paracetamol porque pone a trabajar el hígado, órgano ya bastante aporreado tratando de eliminar el tóxico.
Los más recalcitrantes de la bebida insisten en que si un clavo saca a otro clavo, o un palo saca otro palo, la mejor solución es un par de tragos para desenratonarse, justificación suficiente para ingerir una pequeña cantidad de alcohol y contrarrestar el malestar que sigue a la borrachera, sin mayores deferencias a posteriores cuestionamientos de conciencia que se definen como resaca metafísica, eso que en jerga etílica venezolana se conoce como ratón moral, esa extraña sensación donde se mezclan aspectos morales, sicológicos o emocionales para la que no existen remedios mágicos como afrontar el miedo, la angustia, la tristeza que se siente cuando se ha bebido en exceso.
Pena, arrepentimiento, pesar, etc., todas estas palabras juntas no logran comunicar el verdadero sentido del ratón moral que nos invade cuando hacemos cosas indebidas bajo efectos de la embriaguez, sobre todo porque la mayoría de las veces involucran a otras personas. Es más fácil curar una resaca física que una resaca metafísica para enfrentar con valentía una acción equivocada por culpa de la ingesta desproporcionada de alcohol.
Como decía Carlos Eduardo Misle, en el suplemento Feriado, del 31 de diciembre de 1980, de El Nacional: “todo el que diga que nunca ha tenido un ratón moral, no es un ser humano”. Pese a todo lo vivido, no vemos condiciones de ratón moral entre los culpables de nuestra desgracia.