Los mercenarios, por Simón Boccanegra
La auditoría que se realiza en la Alcaldía Metropolitana, una vez que cambió de manos, está arrojando algunos resultados realmente asombrosos. Por lo pronto, se ha descubierto que unas cuatro mil personas vinculadas a los llamados colectivos armados del 23 de Enero y otros sitios, pasaban quince y último por las taquillas de la alcaldía para recibir el estipendio que remunera su devoción revolucionaria.
Este minicronista, en su inextinguible ingenuidad, creía que se trataba de revolucionarios, equivocados y medio trasnochados, pero genuinos. Resulta que son una manga de aprovechadores, a los cuales no les cabe otra denominación que la de mercenarios. Están tarifados, pues.
Ya nos había llamado la atención que la destitución del segundo al mando en la Disip, general Zárraga Gutiérrez, haya sido debida a un informe que levantó, en el cual se refería a los vínculos entre Diosdado Cabello y alguno de estos «colectivos». O sea, según se podría deducir, que unos estaban en la nómina de Juan Barreto y otros en la del gobernador de Miranda.
Con razón los abnegados compatriotas de la «Esquina Caliente» solicitaron una audiencia a Ledezma para saber del destino de sus cesta-tickets. En fin, la «revolución», cuyas comillas crecen con cada sorprendente hallazgo de esta naturaleza, que ya nos debe una explicación por las trapisondas de los niños cantores de Miami, ahora nos ofrece otra muestra de su desprendimiento patriótico con las revelaciones de la empresa alemana Siemens.
Esta confiesa haber pagado unos 18 milloncejos de dólares a tipos no identificados del gobierno «revolucionario» por los favores recibidos. Por supuesto, Su Majestad no tardará en acusar al imperio de esta nueva calumnia contra la integridad de sus colaboradores, tal como lo hizo con el caso de la maleta de Antonini. Pero, no hay nada que hacer, el olor a podrido ya es insoportable.
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