Los zapatos cacherosos de Maduro, por Griselda Reyes
Twitter: @griseldareyesq
Ciertamente, quien funge como presidente de Venezuela no deja de sorprenderme. Ojalá lo hiciera para bien, pero ese nunca es el caso.
La manera como viene despreciando al sector educación es absolutamente inaceptable. Me genera mucha indignación la burla y humillación a la que someten a maestros y profesores universitarios.
El gobierno nacional –por acción u omisión– les ha venido quebrando la cerviz, situación que se traduce en la renuncia de educadores, e incluso abandono de sus puestos de trabajo, para dedicarse a actividades que le reporten algún beneficio económico. O en el caso más extremo, que los obligue a abandonar el país en busca de calidad de vida.
Primero, fue el pago chucuto de salarios y otros beneficios contractuales, calculados sobre la base del instructivo Onapre, el cual fue declarado como «inexistente» por el Tribunal Supremo de Justicia, órgano que además los multó por haber intentado un recurso de nulidad de una normativa que afecta sus derechos laborales fundamentales.
Segundo, la intención de pagar el bono vacacional fraccionado entre 2022 y 2023, que finalmente fue cancelado en su totalidad tras las presiones ejercidas en las calles por profesores y maestros, y por trabajadores de la administración pública que también se vieron afectados con la medida.
Tercero, el fraccionamiento en cuatro partes de los aguinaldos correspondientes a 2022, alegando que de esta manera no impactará en la inflación. O sea, que los causantes y responsables de la inflación que vive el país, ahora se preocupan por el impacto que –inevitablemente– generará sobre la economía el pago de aguinaldos a los empleados públicos.
Y cuarto, el anuncio hecho por el propio Nicolás Maduro, según el cual entregará a los maestros «un bolso de cuero bien cacheroso y zapatos baratos a nueve bolívares».
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Uno no puede sino expresar incredulidad, un total atropello a la dignidad humana de nuestros educadores. Los maestros y profesores tendrían que devengar sueldos suficientes para garantizar su calidad de vida y de sus familias, pero también para darles la libertad de escoger los bolsos y zapatos que quieran comprar y no los que el gobierno les quiere imponer.
Cacheroso es una expresión venezolana que significa «condición de lujo o elegancia». Cuando Maduro dice que zapatos y bolsos «serán de un cuero bien cacheroso», uno imaginaría que son similares a los que suelen usar muchos de los funcionarios que lo acompañan, el último grito de la moda, pues.
¡Por el amor de Cristo! ¿Hasta cuándo la burla? Incluso, hasta quienes apoyan a este gobierno, califican de «patético» el anuncio gubernamental. En Twitter, un usuario de nombre Rafael se preguntó «¿en qué momento pasamos de entregarles a los maestros computadoras a ‘venderles’ zapatos de una locha que al primer palo de agua van a botar la suela?».
Y Luis, un profesor universitario, comentó que no quiere zapatos, «quiero un salario que reconozca el valor de lo que hago, condiciones adecuadas para dar clases, investigar, seguridad social que efectivamente me proteja, poder dedicarme a tiempo completo a la universidad».
Los docentes –los que ejercen desde el primer nivel de educación básica hasta los que imparten conocimientos en la educación superior de tercero y cuarto nivel–, son respetados en cualquier sociedad. ¿Por qué tenemos que ser la excepción?
Admiro la gallardía y el valor con el que Elsa Castillo, docente y dirigente sindical, llama las cosas por su nombre y enfrenta a quienes los tienen pasando hambre y necesidad. Los educadores solo quieren que les paguen lo que les deben y lo que han ganado con el sudor de su frente, para que –como dice Elsa– cada educador se compre «el zapato que le dé la gana, del fabricante que le dé la gana y en la tienda que le dé la gana, con el modelo que se le antoje», y no con el que el gobierno decida.
Todas estas razones nos deben llevar a pensar muy bien en quién vamos a depositar nuestra confianza –para regir los destinos del país– en los próximos años. Ya basta de mandatarios ineficientes, negligentes y sin intenciones de servir a los venezolanos, que administran el erario público como si se tratara de patrimonios personales y no de todos los venezolanos.
Y al Gobierno les recuerdo que sin maestros, educadores, profesores, no existiríamos los demás profesionales. No olviden que ellos y la familia, debidamente engranados, son la base fundamental de toda sociedad.
Grisela Reyes es empresaria. Miembro verificado de Mujeres Líderes de las Américas.
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