Loto vivienda, por Teodoro Petkoff
La Misión Vivienda está concebida como un fenomenal truco, basado en el mismo mecanismo psicológico sobre el que se soporta el juego de lotería. Millones de personas juegan lotería perfectamente conscientes de que apenas unos pocos de ellas ganarán, sin embargo, no dejan de jugar, con la esperanza de que algún día la suerte les dé un toque y sean ellos de los afortunados que se metan unos churupos. La Misión Vivienda funciona con base en la propensión al juego y a la apuesta, propia de casi todos los seres humanos.
Las miles de personas que se han registrado en ella saben y después de doce años de mentiras y promesas incumplidas ya pocas dudas quedan que los anuncios de millones de viviendas son pura paja, pero cuentan con que, de todos modos, y a pesar de toda la ineficiencia y la corrupción, algunos pocas serán edificadas y, quién quita, en esa lotería de pronto sale premiado «mi papelito», el que «me dieron para acreditarme como eventual beneficiario de un apartamento o una casita» y de las que hagan, por pocas que sean, también de pronto «me toca» la mía. Luego el gigantesco aparato propagandístico del régimen se encargará de transformar mil viviendas adjudicadas en diez mil y así sucesivamente. Es pues, una engañifa de la cual todas las partes están conscientes.
El gobierno, porque aprovecha a plena conciencia la propensión al juego; los supuestos beneficiarios, porque cuentan con el golpe de suerte. Ambos lados juegan con la esperanza y con cartas marcadas. Unos la venden; otros, aunque no sin escepticismo, la compran.
Pero una cosa es jugar lotería, que depende totalmente del azar, y otra jugar a la lotería de la Misión Vivienda, que, en fin de cuentas, no depende del azar sino de la eficiencia de quien ofrece construir viviendas. En un caso todo es pura suerte; en el segundo, interviene un factor humano que mediatiza la influencia de la suerte y el azar. Ese factor es el de la eficiencia de quien ofrece construir las viviendas.
Apuesto a ganarme una pero para eso necesito que sean muchas, como son muchísimos los números de lotería, lo cual siempre da un margen muy amplio a la posibilidad de ganar. Pero si la oferta de viviendas es restringida, la perspectiva de sacarse una en la lotería es también muy limitada. Y aquí está el punto que hace de la Misión Vivienda una oferta engañosa y por tanto menos esperanzadora que las anteriores. Sobre todo si se la amarra al chantaje del voto que mantenga al jefe en el poder. El discurso del charlatán de feria ya suena hueco. El gobierno ha mostrado hasta ahora, a los ojos de millones de venezolanos, que en la esfera de la construcción de viviendas es donde su fracaso ha sido más estruendoso. La gente ha visto al gobierno cogiéndose cuanto terreno no ocupado está por ahí, en otra gigantesca operación propagandística, con la cual pretende simular que ya está en marcha la gran misión, pero, a estas alturas no se ve ni movimiento de tierras en ninguna parte. Mucho terreno confiscado, pero ni asomos de casitas. Ya estamos a mitad del año en el que se ofrecieron 150 mil soluciones habitacionales. No van ni mil, cuando deberían existir ya unas 50 mil. Aquí está resumida la historia de este fracaso que ha sido la «revolución bonita».