Mi ciudad está feliz, por Sebastián Boccanegra

Jorge Rodríguez tiene una gestión inmaculada. Eso debe creerlo él. Seguramente no pasea mucho por Caracas, sino que se entera de lo que ocurre en la capital a través del canal del PSUV, antes VTV, y leyendo Ciudad CCS.
Según ambos medios la capital venezolana es una urbe sin ningún tipo de problemas. La basura está en su santo lugar. Los servicios de agua, luz, gas funcionan a las mil maravillas. Los vecinos cuentan con suficiente áreas verdes para su esparcimiento. Campos deportivos sobran.
La planificación urbana es la envidia de las demás metrópolis del mundo. Los niveles de contaminación son insignificantes. El tráfico es ligero. La seguridad personal es casi absoluta.
En resumen, el edén en la Tierra. Ante una situación como esa el alcalde, lógicamente, se aburre. No tiene mayor cosa que hacer y se pone “creativo”. No hay que olvidar que también es poeta y la inspiración está a flor de piel.
Entonces se le ocurren cosas como esa de cambiarle el nombre a la autopista Francisco Fajardo. Repentinamente, después de que la “revolución” en la que milita tiene 16 años en el poder, Jorge se da cuenta de semejante incoherencia.
¿Cómo es posible que si la Alcaldía de Libertador está en manos “revolucionarias” desde el año 2000 no se haya hecho lo suficiente para cambiar ese nombre? Francisco Fajardo fue un traidor y un genocida, sentencia Rodríguez.
De repente esta iniciativa pretende dejar al descubierta la traición de Freddy Bernal, su rival interno en el partido y quien lo precedió en el cargo por 8 años. En esto de la lucha por el poder todo es válido.
Si Tareck El Aissami no tuvo inconvenientes en colocar como cómplice de los corruptos al difunto “eterno”, para enfrentar a los partidarios de Rafael Isea en Aragua, pues Jorge puede utilizar esa complacencia con el “conquistador” para enfrentar a su rival.
¿Adivinen qué nombre le pondría Rodríguez a dicha autopista? ¿Qué jalada le podría dar más votos rojitos?
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