Micro burbuja ligada a la dolarización queda suspendida hasta nuevo aviso
La Venezuela en depresión económica podría caer más de 10% tras la cuarentena para evitar la propagación del coronavirus. La restricción a la producción y especialmente al comercio que se había recuperado con la dolarización, se convierte en una tormenta perfecta para una debacle sin precedentes
A los dos años en hiperinflación, 25 trimestres de caída de la economía, reducción de 70% de la producción petrolera, industrias operando a 30% de su capacidad, disminución de los ingresos en divisas y de las reservas internacionales, menor recaudación tributaria y merma del gasto e inversión pública, ahora se le suma la paralización casi total de la actividad productiva, comercial e industrial debido a la cuarentena.
Esto, a juicio de analistas consultados, recrudecerá la depresión económica del país, cuya economía podría caer este año en un porcentaje mucho mayor a lo estimado por organismos internacionales. Pero también, el cierre obligatorio de las empresas debido al coronavirus, hará que la sensación de mejora económica dada por el proceso de dolarización llegue a su fin o por lo menos quede en stand by.
Para el profesor de la Universidad Católica Andrés Bello y economista Omar Zambrano, el que Venezuela se encuentre en cuarentena es posiblemente lo correcto desde el punto de vista epidemiológico, pero es una medida que implica muchísimos riesgos en lo socioeconómico.
La micro burbuja de consumo ligada a la dolarización queda suspendida hasta nuevo aviso. La porción de la población que había logrado insertarse a ella, queda sin ingresos en dólares o los verá seriamente reducidos», afirmó.
Sostiene Zambrano que no hay aún mecanismos suficientes en el país para enfrentar esta crisis. «La actividad comercial en la burbuja de la dolarización se ve grandemente impactada mientras dure la restricción de movilidad».
A juicio del economista y diputado de la Asamblea Nacional José Guerra, esa «sensación de mejora en la economía venezolana se acabó», ante las limitaciones que tendrá la población que tenía acceso a dólares para poder adquirir sus productos.
La aparición de cientos bodegones con anaqueles llenos de productos importados, así como el mayor abastecimiento en los comercios expendedores de alimentos; ambos debido a la flexibilización de la política de controles y de cambio, generó en la población una percepción más positiva sobre el tema de la escasez, al considerarse superada.
No obstante, muchos de esos productos son inaccesibles para muchos venezolanos debido a sus bajos ingresos y capacidad de compra, al igual para los que no tienen acceso a divisas.
«Venezuela sigue en recesión, con su columna productiva seminparalizada (petróleo) y con una industria, agroindustria y manufactura en niveles mínimos. La cuarentena mata la reactivación comercial y pone en dificultades a todos los que se habían insertado a esa burbuja«, recalcó Zambrano.
Desde hace dos años, Venezuela entró en un proceso de dolarización, permitido por la administración de Nicolás Maduro como una forma para aliviar la escasez de productos y facilitar el pago con moneda en efectivo. Según cálculos de la consultora Ecoanalítica hasta febrero pasado, 64% de las transacciones se hacen con divisas.
Recesión vs. coronavirus
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, coincide en que detrás de la crisis por la pandemia del coronavirus hay una realidad venezolana. Debido a la cuarentena, muchos, serán afectados desde el punto de vista de sus ingresos y de la capacidad para conseguir los bienes de primera necesidad.
Un conjunto importante de venezolanos empezó a mejorar sus ingresos trabajando por su cuenta, en oficios principalmente, que se pagaban en su mayoría en dólares. Eso les dio cierta capacidad de consumo. El aislamiento que el virus exige mata también este ecosistema», dijo.
Indicó Oliveros que muchas familias dependen de la ayuda de familiares en el exterior. Pero con el mundo paralizado y mercados laborales flexibles, ese flujo de ayuda disminuye y crea más vulnerabilidad.
«En Venezuela la mayoría de la gente tiene sueldos miserables, sin contar con servicios públicos precarios, así que su capacidad de ´encerrarse´ para protegerse es una condena a muerte. Porque si no es el virus es la crisis y el hambre».
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Para el también economista y director de la facultad de Economía de la UCAB, Ronald Balza, en Venezuela «no hubo una mayor prosperidad económica ni una dolarización, entendida como un incremento sostenible en capacidades productivas». Sólo -apuntó- hubo un incremento aparente en el consumo de bienes importados, aprovechando el relajamiento de controles de cambio y de precios y la circulación de dólares en efectivo como medio de pago.
Es por ello, que se produjo en el país una capacidad de compra sin acceso a bienes que no podían comerciarse abiertamente, y el relajamiento de los controles permitió que se manifestara.
Sin embargo, considera que «la cuarentena por el coronavirus obliga a cambiar las prioridades de consumidores y comerciantes, afectando el orden y velocidad de las compras mientras dificulta, detiene o suspende transacciones».
Explicó además que puede reaparecer la escasez de distintos bienes, más allá de tapabocas, guantes y alcohol: alimentos y productos de aseo personal pueden escasear al adelantarse compras y retrasarse la producción, importación y distribución de bienes.
Caída de más de 10%
Dado el impacto que tendrá la paralización de actividades económicas por la cuarentena, además de la caída de los precios del crudo y de la producción petrolera, el Producto Interno Bruto (PIB) venezolano podría mostrar un resultado peor que los cálculos dados por los organismos internacionales.
La cuarentena podría llevar a una Venezuela en depresión económica a caer más de 10%, estimación esta última dada a conocer recientemente por el Fondo Monetario Internacional (FMI).
José Guerra considera que será difícil cuantificar la caída de la actividad económica para el cierre de 2020, pero sí cree que será mucho mayor a lo señalado por el organismo multilateral.
«Para Venezuela, esta situación adquiere dimensiones de tragedia (…) Todo dependerá del tiempo que tome la cuarentena y la cadena de suministros».
Explicó que la situación puede ser peor si Petróleos de Venezuela (Pdvsa) se ve obligada a cortar aún más la producción como consecuencia de la crisis mundial por el coronavirus, ya que no consigue compradores para sus hidrocarburos o si tiene que otorgar mayores descuentos para poder colocar sus crudos.
Recordó el diputado que en 2019, Venezuela exportó aproximadamente 600.000 barriles diarios de petróleo que le generaron caja, por lo que a un precio promedio de $56 por barril, se tradujo en un ingreso de $10.950 millones. Mientras que con los mismos supuestos de exportaciones pero con un precio reducido en un tercio, en el escenario más favorable, Venezuela recibiría apenas $8.000 millones en 2020.
Ronald Balza resaltó -por su parte- que los precios de los bienes y servicios pueden tener un nuevo repunte, adicional a las tendencias hiperinflacionarias previas, cuyas causas siguen presentes. Del mismo modo, puede esperarse una caída adicional del producto.
«Cuantificarla es difícil, no sólo porque el Banco Central de Venezuela no publica cifras, sino porque el coronavirus ya ha tenido efectos en el comercio internacional y las bolsas de valores del mundo. Aparte del efecto interno sobre las transacciones, hay una caída importante en los ingresos petroleros en un contexto previo de sanciones. Lamentablemente, sin presupuesto público es desconocido el vínculo entre ingresos y gastos públicos, y la caída de los ingresos petroleros tiene efectos muy opacos sobre el funcionamiento de una economia muy desigual».
Para Asdrúbal Oliveros, es cierto que Venezuela vive una depresión económica sin precedentes, pero que está crisis puede profundizarla más, pues afecta enormemente la capacidad de acción del poco sector privado que permanece de pie. Por lo que -sostiene- todavía «es prematuro ver los alcances, aunque puede ser grave».