Nicolás, la malévola banca y los boliburgueses, por Sebastián Boccanegra
Hay un refrán que dice que nunca segundas partes fueron buenas y que se aplica perfectamente al espacio televisivo del presidente Nicolás Maduro. El programa de su padre político, del difunto «eterno», era malo, pero por lo menos era original. El que protagoniza el sucesor pretende copiar al anterior pero no le sale. Es malo, con ganas.
El pasado martes quedamos un poco sorprendidos por la confesión de Maduro, y por su molestia. Dijo algo que hubiera sonrojado a cualquier revolucionario: que él y su gobierno se habían portado bien con la banca internacional, que habían sido muy aplicados y habían pagado religiosamente, sin chistar y a tiempo todo lo que tenían que pagar. La cantidad es grande: 13 mil millones de dólares durante 2014 y un poco más de ese mismo monto durante el presente año. Lo que lo molestaba más era que a pesar de su buen comportamiento la nota que le ponían las agencias calificadoras de riesgo era mala. Casi que se preguntaba lloroso que más tenía que hacer para ganarse su bendición.
Incluso le dio la palabra al general Marco Torres quien también se lamentó de que su buena conducta no fuera recompensada. Realmente fue una actitud poco revolucionaria. Ahora bien, Maduro dijo que le pesaba mucho destinar ese dinero a pagar deuda en lugar de invertirlo en educación, salud o en el aparato productivo. Lo que no explicó, porque es difícil hacerlo, es por qué el país tiene ese mono tan grande después de haber recibido tantos miles de millones de dólares gracias a los muy buenos precios del petróleo.Tampoco se preocupó por aclarar cuál fue el destino que tuvieron los préstamos que obligan a esto pagos. Porque el estado cochambroso en que se encuentra Venezuela pone de bulto que no se invirtió la mayor parte de ese dinero para beneficio del país y de su gente. Seguramente buena parte de esos fondos están en Andorra o cualquier otro paraíso fiscal a nombre de algunos boliburgueses la versión más corrupta de estos «revolucionarios» que hicieron del socialismo su gran empresa personal.
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