Nueve semanas y media, por Jorge Alejandro Rodríguez Moreno
Autor: Jorge Alejandro Rodríguez Moreno | @madrugonazo
Si el título de estas líneas tiene para usted un significado que evoca cine o erotismo, lamento decepcionarle. Estas nueve semanas y media se refieren al tiempo que media, hablando de aquí y ahora como gusta decir Francisco Paz, para que se lleven a cabo unas elecciones cuya legitimidad nadie en su sano juicio puede defender, pero que tampoco nadie que no sea un senil aspirante a presidente designado por mandato imperial, puede negar. La elección presidencial del 20 de mayo, impuesta a la sociedad venezolana desde Cuba por sus mandatarios venezolanos, es una realidad política y a ello vamos a referirnos.
El gobierno percibe con claridad la imposibilidad práctica de medirse electoralmente en diciembre. La catástrofe económica que azota a nuestro país no se lo permite. Decide entonces adelantar las elecciones. Cabe preguntarnos, ¿Para qué? ¿Con que finalidad se adelanta en más de seis meses una elección presidencial? Y caben dos respuestas, que no por obvias y complementarias podemos dejar de analizar. El gobierno adelanta las elecciones o para seguir en el poder o para salir del poder. Esta verdad de Perogrullo trae cola. Veamos.
Si el propósito del gobierno es mantenerse en el poder, con una clara desventaja en la intención de voto del electorado, su única opción es que el día de las elecciones, logre contabilizar más votos que su contrincante. Para ello necesita o que el contrincante no pueda impedir que a Maduro se le asignen más votos de los que en efecto obtendría en una elección pulcra (fraude abierto) o que el contrincante en efecto no pueda ganarle a Maduro, lo cual solo puede lograr de forzar la salida de Henri Falcón de la contienda y quedarse en round de sombra con el pastor y algún otro pusilánime.
Ahora bien, si el propósito del régimen es salir del poder (o al menos de la presidencia de la república) entonces nos encontraríamos ante una nueva versión de lo que anhela todo régimen que se tambalea en la opinión pública. Cómo salir del poder sin pagar los platos rotos. Analicemos. Un gobierno que además de la presidencia de la República controla la casi totalidad de las alcaldías y gobernaciones, además de los poderes de justicia, ministerio público, defensoría… no es precisamente un régimen caído aun perdiendo la presidencia. Nos encontraríamos entonces ante una transición tutelada de nuevo cuño, distinta e igual a como lo fueron la chilena, la argentina, la polaca, la española, la nicaragüense… y pare usted de contar. El cómo se lleve a cabo esta transición, la calidad y cualidad de los acuerdos, son el aspecto más importante a tenerse en cuenta en las próximas semanas. Solo una madurez política excepcional entre los actores de la oposición permitirá que estos se borden en fina lana y no en mala fibra que se rasgará al primer jalón. Estamos hablando de una transición política que de no lograrse, pagará el pueblo venezolano con más sangre, hambre y oscuridad.
La mesa está servida para que con Falcón comience una nueva etapa política en Venezuela. Confiemos en que estos años de aprendizaje sirvan para que todos los factores relevantes entiendan la urgencia del momento. En nueve semanas y media
Nota al margen: Saludo las declaraciones en las cuales desde la oposición se le extiende la mano desde ya al sector militar y a políticos de tradición como Eduardo Fernández. Muestra de amplitud y madurez para este momento.