OMS excluye la transexualidad como una enfermedad mental

No hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género deba tener automáticamente al mismo tiempo un desorden mental, aunque en algunas ocasiones la persona puede padecer de ansiedad o depresión
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha excluido la transexualidad como una enfermedad mental y ha incorporado el uso abusivo de los videojuegos como un desorden de comportamiento en la primera actualización de su Clasificación Internacional de Enfermedades en casi tres décadas.
Tras once años de trabajos, la OMS ha decidido que la transexualidad, que es un desorden de la identidad de género, salga del apartado de enfermedades mentales, algo que llevaban años reclamando las asociaciones LGTBI, y entre en el de los comportamientos sexuales.
In the new International Classification of Diseases #ICD11, transgender is no longer considered a mental disorder, but is classified under sexual health conditions. This should reduce stigma and improve care.https://t.co/HxH0V4DqwU pic.twitter.com/vLcbEr1Ts0
— World Health Organization (WHO) (@WHO) 18 de junio de 2018
Se mantiene de esta forma dentro de la clasificación, para que cuando una persona busque ayuda médica la obtenga, pues en muchos países si el diagnóstico no está incluida en la lista, el sistema sanitario público o privado no reembolsa el tratamiento.
«Queremos que las personas que padecen estas condiciones puedan obtener la ayuda sanitaria cuando la necesiten», explicó en rueda de prensa el director del departamento de Salud Mental y Abuso de Substancias de la OMS, Shekhar Saxena.
Better health data means better #HealthForAll.
The International Classification of Diseases #ICD11 is now available https://t.co/HxH0V4DqwU pic.twitter.com/iepq1QCwxq
— World Health Organization (WHO) (@WHO) 18 de junio de 2018
Pero deja de ser considerada una enfermedad mental porque no hay evidencias de que una persona con un desorden de identidad de género deba tener automáticamente al mismo tiempo un desorden mental, aunque en algunas ocasiones la persona puede padecer de ansiedad o depresión.
Además si a las personas con un desorden de identidad de género se las identifica automáticamente como alguien con un desorden mental, en muchos países se les estigmatiza y puede que se les reduzca las oportunidades de buscar ayuda.
Otra de las modificaciones más llamativas de la clasificación es la inclusión de los videojuegos en un nuevo desorden, el del juego pernicioso, que se incorpora a la misma lista donde también está la acción dañina de apostar.
«Incluimos el desorden de jugar de forma adictiva tras analizar las pocas evidencias que tenemos y tras escuchar a un Comité Científico que sugirió que este nuevo fenómeno se incluyera como una enfermedad que puede y debe ser tratada», resaltó Saxena.
Precisamente, esta falta de datos empíricos es una de las razones para incluir este desorden en la lista, porque las informaciones que se han analizado apuntan hacia una dirección, pero la OMS quiere cerciorarse y valorar su alcance real.
De hecho, la OMS estima que entre un 2 y un 3% de los que juegan a videojuegos tienen un comportamiento abusivo y pernicioso, pero quieren tener certeza científica.
El hecho de que este desorden esté incluido en la lista de enfermedades permite a las personas que lo padecen contar con ayuda de forma oficial, dado que el sistema lo reconoce como una dolencia, por lo que está cubierto por los sistemas públicos de salud y por los seguros.
Saxena especificó que el hecho de jugar a un videojuego no es nocivo por si mismo, igual que no lo es ingerir alcohol, algo que hace regularmente el 40% de la población mundial o entre un 70 y 80% de los europeos.
El problema es cuando el consumo es abusivo y cambia el comportamiento de la persona que lo ejerce, por eso se ha incluido en el apartado de uso de sustancias perniciosas y otros comportamientos adictivos.
«Si el niño, adolescente o adulto que juega lo hace sin parar y deja de salir con sus amigos, deja de hacer actividades con sus padres, se aisla, no estudia, no duerme y solo quiere jugar, eso son signos de alerta de que podría tener un comportamiento adictivo y que tiene que buscar ayuda», señaló Saxena.
«Si encima hay incentivos como dinero cuando se juegan con otras personas, eso incrementa el comportamiento adictivo y por lo tanto, el desorden».