Pacíiifica, por Teodoro Petkoff
El activismo radical vive el drama sempiterno de que siempre hay alguien que se te puede poner más a la izquierda. Siempre hay alguien que puede ser más «duro», más «arrecho». Los tupamaros y otros grupos de su mismo corte lo están viviendo en carne propia. Ahora que decidieron optar por las formas civilizadas del activismo político y de la protesta, han sido desbordados por su izquierda por pequeños grupos «duros» que califican a aquellos veteranos de mil batallas como «blandos». En los incidentes de ayer tal cosa fue visible. Cuarenta o cincuenta tipos con un inconfundible airecillo malandroso desconocieron la «autoridad» de los tupas y llevaron las cosas hasta el uso de armas de fuego contra la policía. Nuestros periodistas pudieron apreciarlo con toda claridad y hasta pudieron ser testigos de conatos de enfrentamiento entre «duros» y «blandos». Hay, pues, unos «halcones» que miran a los tupas como «palomas» y no les paran.
¿Qué los ampara? Primero que nada su identificación con el chavismo. Hablan y actúan a nombre de la «revolución» y el comandante. Esa es su patente de corso. Pero el amparo no es sólo político. Miraflores es su guarimba. Así como los famosos encapuchados de otrora tenían garantizada la impunidad protegiéndose en la UCV, los encapuchados de hoy no tienen sino que acercarse hasta el palacio presidencial para que la policía no pueda alcanzarlos. De Puente Llaguno para allá es territorio vedado a la policía. Allí el malandraje encapuchado llega hasta a colocar «alcabalas», ante la mirada indiferente de la Casa Militar.
En segundo lugar, su bandera «ideológica» la proporciona el discurso irresponsable de Chávez contra la Policía Metropolitana. Chávez ha identificado el «enemigo». Son los «tombos», que no es que hayan tenido siempre un comportamiento irreprochable, y contra los cuales no es difícil explotar el resentimiento acumulado en largos años de fricciones entre la PM y las barriadas populares. Cuando el malandrote oye que Chávez prohíbe el vuelo del helicóptero y que descarga sobre la PM la responsabilidad de los disturbios, siente que tiene carta blanca para disparar contra ese enemigo de siempre en la tormentosa relación entre la policía y los muchachos de los barrios. Pero ahora su acción está «ennoblecida»: dispara contra un «enemigo de la revolución», dispara contra los representantes de un cuerpo calificado por los jefes de la revolución como «brazo armado de la oposición». Puede esperar que su acción sea calificada de «legítima defensa» y que Lina Ron le otorgue la Orden de «Heroe de la Revolución». Los tupas, la Coordinadora Simón Bolívar, se integraron al sistema. A su izquierda están los «carapaicas». ¡Qué vaina José Pinto(*), cuándo te imaginaste que te iban a calificar de «blando», de «pajúo». Pero, así es la vida.
* Comandante, jefe o vocero de los tupas.