Parrillada «El Ferro»
Es así que, de noche y cuando la gente regresa a sus casas, hay quienes han tomado el negocio de vender la cena: empanadas, cachapas, bollos, arepas rellenas. Llegan al vagón, sacan sus cajas y cavas y simplemente ofertan y comienzan a vender
Si alguien aún se acuerda de la «Cultura Metro», y la extraña, que no se monte en el ferrocarril de los Valles del Tuy. El «ferro», como es conocido por sus usuarios más consecuentes, vive un avanzado proceso de descomposición. A la falta de vigilancia, limpieza y comportamiento cívico de muchos, se suma la venta de comida caliente en los vagones. Es así que, de noche y cuando la gente regresa a sus casas, hay quienes han tomado el negocio de vender la cena: empanadas, cachapas, bollos, arepas rellenas.
Llegan al vagón, sacan sus cajas y cavas y simplemente ofertan y comienzan a vender. Se podrán imaginar que habrá quien le hinque el diente a los platos en el mismo tren, la habitual basurilla y derrame directo al piso del ferrocarril, y demás consecuencias de tal práctica culinaria. Y mientras tanto, los carteles que indican la prohibición de ingerir alimentos y bebidas siguen allí, pegados a las paredes.
Como las autoridades no pondrán reparo -en esta economía no van a negarle el pan a la gente, dice uno-, lo invitamos a evitar comer en el vagón y, en todo caso, hacerlo sin ensuciar porque «el que lipia no está, el que está no es el que limpia, así que deje todo limpio como está (si acaso)».
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