Producción de maíz en 2021 alcanzó un 28% de lo producido hace una década, según Fedeagro
Fedeagro centra sus esperanzas en que las políticas del Gobierno se mantengan como en este último año y que no regresen las medidas de intervención y control sobre la industria venezolana y la empresa privada
Desde el sector agrícola se advierte que la leve recuperación de la producción no debe confundirse con un «crecimiento», pues al evaluar la última década se mantiene una contracción monumental.
La producción de maíz es un ejemplo perfecto para explicar esta diferencia. Aunque las 200.000 hectáreas sembradas este año representan una mejora frente a las 140.000 de 2020, la cifra es apenas un 28% frente a los niveles de hace una década, cuando se sembraban unas 700.000 hectáreas anuales.
«Estamos bastante lejos de la capacidad que tiene el sector agrícola para responder a la nación», explicó el primer vicepresidente de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro), Osman Quero, en una entrevista para Unión Radio.
El agroindustrial recordó que Venezuela ha sufrido una contracción de su Producto Interno Bruto (PIB) superior al 80% desde 2013, por lo que no puede hablarse de un «crecimiento» sino de una leve recuperación frente a la producción de 2020, reducida por un contexto de paralización industrial provocado por la pandemia.
Los retos a futuro están relacionados con que esta recuperación pueda avanzar y convertirse gradualmente en crecimiento, pero para ello es necesario superar los principales problemas que padece la agroindustria.
Aunque las políticas económicas que destruyeron la actividad productiva y perjudicaron a la empresa privada durante los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro han reducido su impacto, los problemas del país e incluso del comercio internacional significan barreras para los productores del campo.
Uno de los principales elementos que juegan en contra del sector es la escasez de diésel, necesario para la operatividad de las máquinas y el traslado de materias primas y mercancías terminadas. La alta demanda en épocas concretas de cosecha hace que sea imposible para el Gobierno abastecer a todos, por lo que se pierden cosechas.
«Esto ha afectado el desarrollo del cultivo de maíz, arros, caña y café. Es un tema que tiene que resolverse si nosotros aspiramos a que se siga recuperando el área y la capacidad del campo», destacó el también presidente de Fedecámaras Portuguesa.
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De igual manera, la crisis internacional de los contenedores ha encarecido los precios de los fletes de importación y relantizado el traslado de cargas, por lo que se incrementa aun más la dificultad a la hora de producir, especialmente en un país en el que no se otorgan créditos por decisión del Estado. Las inversiones salen directamente del bolsillo de los empresarios.
«Tenemos el caso de los fertilizantes con el tema de la crisis de las navieras que encarecen los precios. Ese es un reto que tenemos para 2022 y tratamos de ver cómo enfrentamos el problema de que no hay financiamiento. Los recursos para eso vienen del bolsillo del agricultor. Seguimos esforzándonos por lograr que se pueda seguir recuperando el campo», detalló.
Pese a estas dificultades, Quero centra sus esperanzas en que las políticas del Gobierno se mantengan como en este último año y que no regresen las medidas de intervención y control sobre la industria venezolana y la empresa privada.
«Esperamos que las intervenciones, las expropiaciones, los controles de precio y todas esas leyes que han obstaculizado al campo venezolano los últimos 10 años permanezcan ausentes», recalcó.