Recularon, por Sebastián Boccanegra
La irresponsabilidad, la incapacidad, el irrespeto y la intolerancia son las i del proceso. El último ejemplo de esto tiene que ver con la reforma de la Ley del Trabajo. Todavía, a menos de 20 días de su promulgación, no se conoce ni el primer borrador del texto, solo retazos anunciados en cualquier momento y con poca seriedad por Chacumbele y sus jalabolas.
La última ocurrencia fue la de crear un fondo a donde irían a parar las prestaciones sociales de todos los trabajadores del país. Las alarmas se encendieron y muchos corrieron a pedir sus reales para colocarlos a buen resguardo. A quien se le ocurrió la idea pensó que se la estaba comiendo, pero realmente lo que logró fue levantar un gran rechazo que parece haber provocado el recule del gobierno.
Todo el mundo sabe lo maula que ha sido el Estado venezolano para pagarle lo que le corresponde a sus propios empleados. Cualquier funcionario u obrero público tarda como mínimo cuatro años para poder cobrar sus prestaciones, dinero que termina muy poco “fuerte” debido a la inflación socialista.
Un gobierno serio hubiera asumido el tema con responsabilidad, analizando, en primer lugar, las consecuencias de la reforma de 1997, y convocando a todos los actores, confrontando, analizando y discutiendo las propuestas, buscando el mayor consenso posible. Eso es pedirle demasiado al Caporal.
Se pasaron años afirmando que le habían robado las prestaciones a los trabajadores para después darse cuenta que no podían echar para atrás el régimen vigente, pues tiene sus buenas virtudes. Tratan de disfrazar los cambios, pero después hacen propuestas disparatadas como las del referido fondo.
Venezuela no merece seguir siendo gobernada por las ocurrencias de Chacu y sus siguises. A este gobierno hay que despedirlo sin preaviso y sin pagarle prestaciones el próximo 7 de octubre.
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