Tras la huellas de la cerveza en Venezuela, por Miro Popic
Las huellas iniciales de la presencia de la cerveza en Venezuela son tan frágiles como su espuma. Es probable que su origen se remonte a fines de la Colonia como producto importado, seguramente de las cercanas Antillas holandesas e incluso desde Europa, de Inglaterra y la propia España
La cerveza elaborada artesanalmente está ganando adeptos como producto de prestigio y, pese a su alto costo comparado con las cervezas industriales, ha encontrado un nicho de mercado aun en evolución. Lo presentan como algo novedoso, pero ocurre que ya en los tiempos prehispánicos nuestros ancestros elaboraban, a partir del maíz y la yuca, brebajes que técnicamente pueden ser considerados como cerveza, aunque alejados del concepto actual de la que se hace con cebada. Es una historia interesante de la que podemos adelantar algunas cosas.
Las huellas iniciales de la presencia de la cerveza en Venezuela son tan frágiles como su espuma. Es probable que su origen se remonte a fines de la Colonia como producto importado, seguramente de las cercanas Antillas holandesas e incluso desde Europa, de Inglaterra y la propia España, de donde llegaba en grandes envases y se expendía luego individualmente. Su existencia está ligada a la cebada, aunque, en rigor, se puede elaborar a partir de cualquier cereal. Si ya se hacía en África y Asia, ¿por qué no podían hacerla arawacos y caribes?
La chicha de maíz, por ejemplo, pudiera ser considerada como una cerveza primitiva, al igual que el yaraque o chicha de yuca. En este caso, su consumo se remontaría al período prehispánico en los comienzos del poblamiento del territorio y la domesticación del grano madre americano y de la yuca amarga. Desde la antigüedad se conocieron tres técnicas para transformar los granos en alcohol donde las enzimas convierten el almidón en azúcar fermentable. En nuestro caso, las enzimas encontradas por nuestros ancestros estaban en la propia saliva. Pero como la conocemos ahora, la cerveza ocupa solo algunos siglos de consumo esporádico, en sus inicios, hasta convertirse lentamente en la bebida alcohólica de mayor consumo per capita en el país.
El comercio legal controlado por la corona y el ilegal de contrabando con los vecinos de las colonias holandesas, francesas y británicas en el Caribe, fue el medio utilizado por los comerciantes de la época para la introducción de las primeras cervezas en las provincias de Venezuela. La Guerra de Sucesión (1702-1713) que enfrentó a España con los ingleses favoreció a los franceses quienes fueron autorizados para crear la Compañía de Guinea y la introducción en América de 48.000 esclavos negros provenientes de los dominios galos. Esta compañía, en el caso de Venezuela, “llegó a monopolizar la importación no solo de harina y granos, sino del vino y otros artículos menos necesarios, llevándose, en cambio de estos productos, y de los negros, importantes cantidades de cuero, cacao…”, según el historiador Eduardo Arcila Farías, en su libro Economía colonial de Venezuela. Al finalizar la guerra, Felipe V autorizó a Inglaterra a introducir por tres años esclavos en los puertos hispanoamericanos además de 500 toneladas de mercancías exoneradas de impuesto, donde, con certeza, deben haberse incluido unos cuantos litros de cerveza inglesa. En las naves de la armada británica, antes del ron, era obligatoria una ración de cerveza diaria para la tripulación.
En 1728 el mismo Felipe V otorgó el monopolio comercial entre la metrópoli y las provincias venezolanas a la Compañía Guipuzcoana, que hasta 1785, durante 57 años, monopolizó la importación y comercialización de productos europeos a la vez que fijó los precios de compra de bienes producidos aquí, especialmente cacao. Una vez abastecida Venezuela, podía comerciar con Cumaná, Margarita y Trinidad, y sus barcos podían atracar tanto en La Guaira como en Puerto Cabello, mientras en España estaban obligados a regresar a Cádiz. En sus manifiestos de carga, junto a aceite de oliva, aceitunas, aguardiente de uva, alcaparras y anís, aparece también cerveza. El férreo control sobre el comercio aflojó un poco cuando bajo el reinado de Carlos III se autorizaron ciertas libertades, entre ellas, la exoneración de impuestos a diversos productos como, por ejemplo, la cerveza producida en España. (continuará)