¿Cómo es un país sin maestros, sin escuelas, sin educación?

Este 15 de enero se celebra en el país el Día del Maestro, pero para muchos maestros venezolanos no hay razones para celebrar, son de los profesionales con los salarios más bajos y deben impartir clases en condiciones adversas
“Un país sin educación es lo que estamos viendo hoy, con escuelas deterioradas y niños sin la cantidad de docentes necesarios. Un país sin educación es un país de esclavos. Un país sin educación es un país sin futuro”, afirma Cindy Contreras (45 años), yaracuyana y profesora de Educación Especial.
Mientras que Maira Marín (52), anzoatiguense y profesora en Educación Integral, no se imagina un país sin docentes, sin escuelas, sin educación.
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Este 15 de enero se celebra en el país el Día del Maestro, pero para muchos maestros venezolanos no hay razones para celebrar, son de los profesionales con los salarios más bajos y deben impartir clases en condiciones adversas. Esto ha llevado a muchos abandonar el país o desertar de las aulas.
La remuneración de los maestros
Actualmente, el salario de un maestro en Venezuela no supera los $25 mensuales, incluyendo los bonos que comenzó a entregar la administración de Nicolás Maduro. 23,7% de deserción escolar dejó el año escolar 2020-2021. Los niños, niñas y adolescentes venezolanos abandonaron sus estudios académicos, obligados por la extrema pobreza y las dificultades para acceder a la educación; aseguró la Unidad Democrática del Sector Educativo (UDSE) el pasado agosto.
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TalCual, Yaracuy Al Día, El Tiempo, La Mañana, La Nación y El Impulso.com entrevistaron a profesores de distintas regiones del país, quienes aún, a pesar de todos los obstáculos, siguen ejerciendo la docencia. Aquí sus historias y las razones por las que siguen apostando a la educación.
“La educación la hemos costeado nosotros los docentes”
Lo que percibe mensualmente un docente con más de 15 años de experiencia se aproxima a 20 dólares, y según cifras del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros CENDAS, la Canasta Básica Alimentaria se ubica en casi 400 dólares.
Ante este panorama, Yormandi Hernández, quien ejerce en una institución pública de Barquisimeto, manifiesta que realiza grandes esfuerzos para cumplir con su función en la sociedad que es educar.
Confiesa que lo hace porque le gusta su trabajo y porque no se imagina una Venezuela sin educación.
“Yo no quisiera continuar, pero tampoco como docentes queremos que se detenga la educación en nuestro país”, declaró a Elimpulso.com.
Añade que su salario de 20 dólares, el cual recibe al cambio en bolívares, no le alcanza y por el contrario lo termina gastando en implementos para impartir clases, agua o alguna merienda durante las jornadas de actividades académicas.
“Prácticamente la educación la hemos costeado nosotros los docentes, los 20 dólares no me rinden, afortunadamente mis hijos son profesionales con buenos empleos y me ayudan”, aseveró.
Karla Hernández es profesora de Biología y Química y trabaja en planteles de Miranda y Distrito Capital | Foto: Luna Perdomo
“Yo pago para trabajar como profesora”
Para llegar a una de las instituciones educativas donde imparte clases de Biología y Química la profesora Karla Hernández en ocasiones debe caminar 40 o 50 minutos, “a paso acelerado” para evitar ser víctima de algún robo.
Sin embargo, asegura que una de las mayores satisfacciones que da ejercer la docencia en Venezuela es ser reconocida por sus alumnos al pasar, es ver que al muchacho que le explicó la Tabla periódica alguna vez es el médico que le atiende alguna dolencia o al joven que le detalló el sistema circulatorio hoy está haciendo delivery para progresar.
Hernández tiene 17 años ejerciendo la docencia, comenzó en escuelas privadas y luchó para ingresar al sistema público, ese que alguna vez ofreció mejor condiciones y del que hoy muchos han migrado, por la pérdida de beneficios y reivindicaciones logradas en el pasado y por “el salario de burla” que reciben.
“Yo pago para trabajar como docente”, confiesa la docente que ejerce en dos planteles educativos, en la Unidad Educativa Raúl Leoni, ubicada en Petare, estado Miranda, y en el Julio Bustamante, ubicado en Chacaíto, Distrito Capital.
Desde esos 17 años, los últimos cuatro se ha dedicado a preparar a los muchachos del Raúl Leoni para las Olimpiadas Juveniles de Ciencias, concurso en el que han obtenido el segundo lugar en dos ocasiones.
Hernández asegura, y ve con espanto, un país de aulas y pupitres vacíos, sin no se atiende la grave situación que atraviesa el gremio docente y la educación en Venezuela.
Más de 100 mil maestros abandonaron el sistema educativo
Según cifras del Ministerio de Educación, para el año escolar 2018 el sistema educativo contaba con 662.825 docentes; 82 por ciento adscritos a planteles oficiales y 18 por ciento a planteles privados; pero los registros de la Federación Venezolana de Maestros muestran que entre 2015 y 2020 más de 100.000 docentes abandonaron el sistema educativo, bien sea para emigrar del país o trasladarse hacia actividades ocupacionales de mayor remuneración.
Por su parte, el Colegio de Profesores de Venezuela calcula que existe un déficit de docentes del cincuenta por ciento en las asignaturas especializadas de educación media, tales como matemática, física, química, biología e inglés; reseña el IESA en un estudio.
Glorielis Primera, licenciada en Educación Integral, es docente de la escuela César Arteaga Castro de Falcón | Foto La Mañana
“Tengo que hacer malabarismos para sobrevivir”
Glorielis Primera, es licenciada en Educación Integral, egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, con 13 años de servicio su salario es de tan solo 28 bolívares quincenales, lo que “no alcanza para nada”.
“Apenas puedo comprar un desayuno para mi hijo, tengo que hacer malabarismos para sobrevivir”, indicó.
Al ser consultada sobre el esfuerzo que representa el ejercicio de la docencia, manifestó: “Debo decir que el mayor esfuerzo lo representa el transporte, dado que yo vivo retirada del sitio de trabajo, además que el salario no da para comer, menos para cubrir la movilización hasta la escuela”, añadió.
Cindy Contreras es profesora de Educación Especial y trabaja en el Centro de Atención Integral para personas con discapacidad visual de Yaracuy
“Nos ha tocado convertirnos en psicólogos para dar esperanza a los alumnos”
Cindy Contreras, es profesora de Educación Especial. Confiesa que le ha tocado asumir el rol de psicóloga, pues muchos de sus alumnos han experimentado el hecho de que sus padres se hayan ido del país en la búsqueda de oportunidades para brindarles un mejor futuro.
“La mayoría de nuestros representantes se han ido del país y nos ha tocado convertirse en psicólogos de nuestros niños y darles esperanza, muchos de estos alumnos han quedado en manos de familiares. Otra cosa que sucede y es muy lamentable, es que los niños a veces van a las escuelas sin desayuno, por lo que compartimos con ellos cualquier cosa que llevemos para comer”, expresa.
Relata que a pesar de cumplir más funciones de las que le corresponden, su salario no supera los 10 dólares mensuales.
“Ganamos al cambio 10 dólares y no podemos costear los pasajes ni mucho menos nuestros uniformes”, afirma.
Por esta razón señala: “Soy un docente de vocación que se convierte en la esperanza de los alumnos, como docentes tenemos que luchar por nuestros derechos”.
Maira Marín es profesora en Educación Integral y trabaja en el Núcleo Escolar Rural 504, Sabana de Uchire, Anzoátegui
“A diario tengo que caminar 8 kilómetros”
“A diario tengo que caminar 8 kilómetros para llegar a la escuela y cuando llegamos nos encontramos con una infraestructura deteriorada”, con estas palabras Maira Marín, quien tiene 29 años en el ejercicio de la profesión, comienza su experiencia sobreviviendo a la crisis en el sector.
Su sueldo es de 32 bolívares, los cuales no garantizan ni siquiera su alimentación.
A esto se le suma que debe caminar largos trayectos para llegar a su segundo hogar: el aula de clases.
“En el medio rural que es donde me desempeño debo caminar 8 kilómetros diarios, hay sitios muchos más lejanos donde no hay transporte, lo que dificulta el acceso a las escuelas, y cuando llegamos no hay agua, no tienen luz, no hay dotación de mesas, sillas ni pizarras”, asegura.
Por esta y otras razones, indica, “la educación ha sido abandonada en Anzoátegui, en todo el país”. “Hago un llamado como educadora a las autoridades para que se ocupen del sector, los niños son los que más pagan las consecuencias de una educación deteriorada”, concluyó.
“Desgaste físico y emocional”
Lucía Camargo (40 años) profesora de Ciencias Sociales, Orientación y Convivencia y Cultura asegura que la situación actual que atraviesan los maestros les ha generado un desgaste físico y emocional. Aun así, sus alumnos son el motivo principal para seguir asistiendo a las aulas.
Es egresada de la Upel de Rubio, Táchira y ha cumplido funciones en la Escuela Nacional Baldomera Jara, el Instituto Salesiano y Colegio Aplicación
Luego de 15 años en la docencia su ingreso actual por parte del Ministerio de Educación es de 14 bolívares.
Camargo señala que un país sin maestros y sin escuelas es un país “completamente nulo” y un estado al que puede llegar Venezuela “el día de mañana” si la educación no es tomada en serio por el gobierno nacional.
Créditos: Magaly Hassan, Rosecny Zambrano, Valentina Rodríguez, Javier A. Guaipo, Enrique Suárez, equipo Yaracuy al Día