Formato de telenovela, por Aglaya Kinzbruner
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La telenovela es intrínsecamente latinoamericana. La ven todos o casi todos en la familia. Y, a través de ella, se entienden una serie de fenómenos sociales, laborales y políticos que de otra forma serían incomprensibles. Hasta el diferendo con Guyana puede ser explicado en ese formato. Por lo menos tiene todo el drama de una telenovela y podrá indudablemente ser igual de largo.
Pedro León Zapata solía decir en los años ’80, que las calles de Caracas estaban totalmente solas entre 7 y 9 de la noche porque nadie quería perderse un capítulo de la Esclava Isaura, una de las mejores telenovelas de Brasil.
¿Cómo son los actantes de una telenovela? La protagonista es siempre o casi una muchacha pobre, a veces una campesina, que se enamora (o la enamoran) de un muchacho de clase alta que la deja embarazada y luego la abandona. Ella da a luz en total soledad y queda con un hijo/a que no sabrá quién es su padre hasta el final de la novela.
El chico, a su vez, se encuentra con una mujer rica pero mala (¡!) que se quiere casar con él. Como él no quiere le dice que está en estado. Después se verá que eso es mentira. Ya que la telenovela se emite de lunes a viernes, a veces por meses, seguirán entrando en la trama un villano aquí y una villana acá y todo para aumentar el suspenso del argumento.
La telenovela tiene también elementos mágicos, como el referendo que acabamos de padecer que tenía cinco preguntas. Cinco es un número mágico porque, la mayoría de las personas, tenemos cinco sentidos, y esto se relaciona con nuestra percepción del mundo. Y sólo se podían contestar con un sí porque sí es el símbolo del sometimiento.
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Del lado de Guyana, los villanos de la telenovela son los ingleses que le dieron su independencia pocos meses después del acuerdo de Ginebra que haría muy difícil una solución equitativa al respecto. Los ingleses siempre fueron los reyes del disparate maquiavélico y los príncipes del embudo. Y aunque el embudo lo inventó un alemán, Ernst Büchner en el 1888, la ley del embudo es otra cosa, más vieja que Mari Castaña y no tenemos duda alguna que ya era conocida en los tiempos del Arca de Noé. Le diremos como funciona para un más claro entendimiento del problema.
¿Funciona aquí
La ley del embudo?
Yo creo que sí
Lo ancho pa’ ti
Pa’ mí lo agudo
Yo creo que sí
Si a ver vamos, no es tan mala la idea del referendo, pero mejor sería preguntarle al pueblo cosas que le interesen de verdad como el manejo del dinero en obras de interés nacional. ¿Les parecería bien gastar más dinero para el buen funcionamiento de los hospitales? ¿Acomodar las calles para que no sucedan más accidentes horribles como el de la Gran Mariscal Ayacucho? ¿Crear una comisión que vigile que las obras comenzadas sean terminadas? ¿Dotar al país de suficientes escuelas y pagar bien a los docentes? ¿Crear un premio para el funcionario más eficiente y honesto del año (sin tener que declararlo desierto)?
Ya nos sacamos del sombrero cinco preguntas y podemos asegurar que esta vez el referendo no sería tan desierto como el Sahara. Las telenovelas siempre terminan bien. Con los gobiernos ineficientes no es necesario que terminen bien sino que terminen. Que salga iluminada la palabra FIN al finalizar la película.
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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