La importancia de la Asamblea Nacional, por Omar Ávila

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En las próximas semanas, los venezolanos acudiremos nuevamente a las urnas para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional, junto con gobernadores y legisladores regionales. En este contexto, se hace imperativo reflexionar sobre el papel histórico, político e institucional del Poder Legislativo en Venezuela, y por qué su fortalecimiento resulta clave en el proceso de reconstrucción democrática.
Es importante recordar que el Parlamento representa mucho más que un espacio para el debate, en esencia, es el órgano encargado de canalizar las aspiraciones del pueblo a través de leyes, ejercer el control sobre el poder público y garantizar que los otros poderes actúen conforme a la Constitución. Cuando el Poder Legislativo funciona con autonomía, equilibrio y sentido de país, puede convertirse en la piedra angular de la república para fortalecer la institucionalidad.
Venezuela enfrenta una crisis prolongada, no solo en el ámbito económico y social, sino también en su estructura institucional, y es la Asamblea Nacional el espacio ideal para articular reformas sustantivas que reequilibren los poderes públicos, impulsar la renovación de organismos esenciales y recuperar la confianza ciudadana en las instituciones. Esta reestructuración no es un acto simbólico: es una necesidad urgente para que el Estado vuelva a estar al servicio de la ciudadanía.
Para lograrlo, es imprescindible que los sectores democráticos no abandonen la vía electoral. La abstención, como ya ha quedado demostrado, no debilita al poder hegemónico: lo fortalece; por lo tanto, la participación es la única forma de avanzar hacia una correlación de fuerzas que permita legislar con sentido de país y controlar efectivamente la gestión pública.
Según la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la Asamblea Nacional tiene funciones fundamentales que van más allá de promulgar leyes. Entre ellas destacan: ejercer el control sobre el gobierno y la administración pública, aprobar el presupuesto nacional, autorizar créditos adicionales para áreas prioritarias, designar autoridades en organismos del Estado, promover la defensa de los derechos humanos y la participación ciudadana.
Aunque los parlamentarios no manejamos recursos públicos de manera directa, desde el Parlamento se define el uso que se les da. Un poder legislativo plural, responsable y comprometido con el bien común puede transformar esa facultad en políticas que respondan a las verdaderas necesidades del pueblo: salud, educación, empleo, salarios dignos, atención a las personas con discapacidad, y seguridad alimentaria, entre otras.
En esta elección también se pone a prueba la capacidad de los factores democráticos del país para reorganizarse frente a un contexto adverso. Mientras un sector de la oposición opta por dividir y otro insiste en desmovilizar con el discurso abstencionista, el oficialismo —aunque minoritario— aprovecha esa fragmentación para sostener el control institucional.
Por ello, desde plataformas como Unidad Visión Venezuela, hacemos un llamado claro y directo a la participación: no se trata solo de votar, sino de votar de manera estratégica, consciente, y con visión de futuro. Es necesario asegurar mayorías parlamentarias que puedan defender los logros alcanzados por administraciones regionales eficientes, como las de los gobernadores Morel Rodríguez en Nueva Esparta o Alberto Galíndez en Cojedes, y conquistar nuevos espacios desde donde impulsar cambios reales, como podría lograrse en Aragua con el colega diputado y también rector Luis Eduardo Martínez.
Mi compromiso como parlamentario ha sido trabajar en proyectos de ley que respondan a las necesidades más sentidas del país. Uno de ellos ha sido la legislación en favor de las personas con discapacidad, una agenda pendiente que debe culminar en derechos garantizados para todos los ciudadanos. Continuar esa labor requiere un nuevo período legislativo, una nueva oportunidad de servir, no desde el privilegio, sino desde la responsabilidad con el país.
Hoy más que nunca, Venezuela necesita un Parlamento que legisle con visión, que escuche, que fiscalice, y que tenga la valentía de representar a un pueblo que, pese a las adversidades, sigue creyendo en la democracia como vía para el cambio.
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La historia nos convoca nuevamente a las urnas. Y esta vez, como muchas otras, lo que está en juego no es solo un cargo, sino la posibilidad de recuperar la institucionalidad perdida. Participar no es solo un derecho: es una forma concreta de construir futuro.
Omar Ávila es secretario general nacional de Unidad Visión Venezuela.
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