Lección de la República Democrática del Congo, por Lidis Méndez
El 20 de diciembre, 44 millones de electores congoleños fueron partícipes de un proceso electoral que culminó con la reelección de su presidente, Felix Tshisekedi, en medio de un escenario marcado por la agitación y la controversia. Este evento nos deja una importante lección que los venezolanos podemos aprender por anticipado para el 2024. En medio de una gran fragilidad política, la oposición participó con 21 candidatos en un proceso caracterizado por un caos debido a la parcialidad de la Comisión Electoral Nacional Independiente (CENI), la persecución y violencia dirigida hacia candidatos o miembros de partidos políticos de oposición.
La CENI, como órgano electoral, fue concebida para garantizar “elecciones libres y democráticas”; sin embargo, su reputación se ha visto empañada debido a la proximidad de sus miembros con el gobierno. Es crucial señalar que los principales conflictos y desafíos que enfrentó la oposición en El Congo, se derivan en gran medida de la parcialidad y falta de transparencia de su órgano electoral.
Los ataques contra miembros, líderes y candidatos de partidos políticos en la República Democrática del Congo experimentaron un aumento en los últimos años. La tendencia en elecciones asimétricas como ésta es clara: un organismo electoral parcializado, manipula la participación política, obstaculizando un acuerdo entre los factores de oposición, lo que finalmente favorece la reelección del mandatario. En pocas palabras, al obstaculizar la participación, los organismos electorales conservan la distribución del poder a favor del mandatario en funciones.
En la República Democrática del Congo algunos miembros de la oposición abandonaron la contienda para respaldar a otros candidatos, con el fin de enviar un mensaje de unidad a la población; mientras se sumaba el uso del aparato estatal en favor de Felix Tshisekedi, la desinformación y la persecución selectiva, para generar la ilusión democrática que la Comunidad Internacional demanda observar.
La apariencia democrática electoral es un método insuficiente para solucionar problemas sociales complejos, pero es bastante eficaz para legitimar y mantener en el poder estructuras represivas y extractivas de la población y de recursos. La lección del Congo es muy clara: antes de ir a elecciones es necesario educar a la población en defensa de sus derechos civiles y políticos, auditar el sistema electoral antes, durante y después de los comicios, depurar el organismo electoral y la data, exigir la participación ciudadana en el proceso de organización de los comicios y asegurarse de que el uso de la tecnología es segura, confiable y transparente. Debe ser resistente a manipulaciones y contar con medidas de seguridad adecuadas.
Los congoleños luchan desde el 2018 por condiciones electorales justas y transparentes, sin haber logrado hasta el presente ningún avance significativo.
En la República Democrática del Congo, los opositores sufren una represión desmedida por parte de las Fuerzas Armadas y los grupos armados que controlan territorios estratégicos, en manos de mafias organizadas. Además, las amenazas de despido, el amedrentamiento y el control sobre los empleados públicos para que eligieran opciones específicas, fueron factores determinantes en el resultado electoral.
La desgastada discursividad política adornó la contienda sin impactar la realidad de los congoleños, ya que los problemas de participación, palidecen frente a los desafíos de atención en salud, educación, violencia, migración, corrupción e ingobernabilidad. Es evidente que la reelección del mismo grupo de poder no es una solución para los problemas sociales complejos, pues ningún mandato posterior es mejor que el anterior. La complacencia, corrupción y acomodamientos en las distintas instancias del poder, corroe las estructuras de cualquier Estado; en tal sentido, la alternancia es más saludable y eficaz que la reelección, en cuanto al bienestar de la población se refiere.
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Tanto Venezuela como la República Democrática del Congo enfrentan desafíos significativos en términos de estabilidad política, economía y conflictos internos. Aunque las causas y dinámicas específicas son diferentes, la complejidad de sus contextos nacionales guarda similitudes en cuanto al sacrificio que se hace de la población, a la espera de una solución política.
Un Estado que tolera o promueve la asimetría, el antagonismo, la inhabilitación y la persecución de los ciudadanos antes, durante y después de comicios electorales, no es un garante confiable para el fortalecimiento de sistema democrático y la protección de los derechos fundamentales de la ciudadanía.
Los resultados electorales de la República democrática del Congo nos alertan para que en 2024 nos involucremos más en la participación política, a través de movimientos civiles, grupos de defensa de los derecho humanos y políticos, promover la educación cívica, empoderar a los ciudadanos y garantizar que estén informados sobre sus derechos y responsabilidades en la restauración del sistema democrático que, la mayoría de la población anhela desde hace más de una década, pero que aún no se cristaliza.
Lidis Méndez es politóloga.
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