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Medio kilo de carne al año, por Miro Popić



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Carne
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Miro Popic | @miropopiceditor | enero 8, 2021

Twitter: @miropopiceditor


Los venezolanos somos un pueblo carnívoro. Bueno, en realidad, éramos. En tiempos coloniales llegamos a tener el mayor consumo de carne de res per cápita del mundo. En la actualidad estamos ubicados en el último lugar, incluso por debajo de India donde la vaca es sagrada y no se come. Aquí, para el 79,3% de la población, está prohibido su consumo. No por cuestiones religiosas o sanitarias, sino por razones adquisitivas. No tienen cómo pagarla.

Según los ganaderos, la producción de carne de res en el 2020 disminuyó un 46%, donde pasó de 169.000 toneladas en el 2019 a solo 90.000 en el año que acaba de terminar. Dividida esta cantidad entre los 30 millones que quedamos da un consumo anual de tres kilos por persona.

Esto, según las estadísticas que ya sabemos como funcionan. Si usted se come dos bistecs y su vecino ninguno, ambos se han comido uno. En la realidad, más de 20 millones de venezolanos comieron solo medio kilo de carne en todo el año.

Medio kilo de carne al año. Casi lo mismo que se comía en la Colonia en un día. De acuerdo a un documento de 1775 atribuido al religioso capuchino Fray José Antonio Henríquez, el consumo de carne en la provincia de Venezuela era de 409,67 gramos diarios. Lo cita el historiador José Rafael Lovera en Historia de la alimentación en Venezuela, donde reproduce textualmente: “En la inteligencia de que todas las personas sin distinción de edad, ni sexo, comen carne lo menos tres veces al día, así por la costumbre como por valer barata… tampoco excluyo de este consumo a los indios así porque comen más como porque cuando no tienen reses propias, matan las primeras que encuentran… tampoco excluyo a los muchachos, porque éstos almuerzan, comen, meriendan y cenan carne asada y chorote”.

*Lea también: Venezuela: la adaptación del hampa, por Javier Ignacio Mayorca

Sin la carne de res hubiera sido imposible librar batallas por la Independencia. Otto Gómez Pernía en Nuestra carne, habla de que en 1811 la ganadería en Venezuela alcanzaba a cuatro millones y medio de cabezas ganado con una población de un millón de personas. Es decir, a esa fecha había 4,6 reses por persona. ¡Más ganado que gente! Para 1823 ese ganado se había reducido a doscientas cincuenta y seis mil cabezas. La diferencia se convirtió en tasajo que alimentó a las tropas en su marcha desde las llanuras hasta las nevadas cimas de los Andes. Como dijo Mario Briceño-Iragorry: “La guerra no podía hacerla un pueblo sin carne ni pan propios”.

Hasta el periodismo venezolano está en deuda con la res. Gracias a ella nace el primer periódico de Venezuela. Cuenta Alfredo Armas Alfonzo, en su libro Hierra, de 1980, que: “La res dio toda una cultura doméstica, todo un orden social, todo un modo de arraigar en el suelo que mejor expresara la felicidad del hombre.

La res hizo a la familia, erigió la ciudad, contribuyó a crear las devociones de santos y cofradías, proveyó de bayonetas, balas y pólvora a las fuerzas contendientes de la Independencia, dio su aporte a la institucionalización de las escuelas y los colegios superiores. Con animales de la Guayana emprende el Libertador la Campaña de la Nueva Granada y con ganado de la Guayana adquiere Fernando de Peñalver, en Trinidad, la imprenta del Correo del Orinoco”.

El ganado llegó a Venezuela por mar, desde la isla La Española, primero a Margarita y luego Cumaná y Coro. La verdadera reproducción comenzó con la penetración de Tierra Firme y la fundación de El Tocuyo, en 1545, donde se contabilizaron 300 vacas de vientre. Once años después, en 1553, había ya 3.000 vacas. Cuenta Francisco López de Gómara que Rodrigo Bastidas, el primer obispo de Venezuela, “tuvo de una sola vaca ochocientas reses en veintiséis años. Han multiplicado tanto las vacas, que dan la carne a quien desuella el cuero”.

Así comenzó el multiplico que en poco más de doscientos años llegó a casi cinco millones de cabezas de ganado transformados en 409,67 gramos diarios de asado negro, carne mechada, hervido de res, punta trasera, carne en vara, bistec a caballo o encebollado, picadillo, o como ustedes quieran comerla, y que hoy, luego de veinte años de revolución, han quedado reducidos a 500 gramos de carne al año promedio para más de veinte millones de compatriotas. Eso es nada.

Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO), hoy tenemos el consumo de carne más bajo del mundo, alejado incluso de países como Etiopía, Ruanda y Nigeria, donde se consumen siete, ocho y nueve kilos respectivamente,

Contrario a lo que dicen los textos sagrados, el verdadero pecado en Venezuela está en no poder comer carne y eso el gobierno lo sabe. Tal vez lo hace a propósito. Un pueblo sin carne ni pan propio no puede ir a la guerra.

Miro Popić es cocinólogo. Escritor de vinos y gastronomía.

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