Richelle Briceño: UPD busca trascender la polarización que hemos vivido como enfermedad
En entrevista con TalCual, la abogada y dirigente del recién creado partido Unidos Por la Dignidad, Richelle Briceño, asevera que la organización agrupa a sectores que han dejado a un lado la polarización para poner en el centro de la discusión el bien común. Afirma que labrar el camino hacia la recuperación de la nación pasa por solventar problemas medulares como la independencia de los poderes públicos, la corrupción e ineficiencia. La plataforma no tiene la fiebre de la «candidaturitis», pero no descartan «presentar» o respaldar a un aspirante
El 30 de agosto pasado, el movimiento Unidos Por la Dignidad captó titulares de muchos medios de comunicación en la nación, al formalizar su inscripción como partido ante el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Algunos portales informativos resaltaron el hecho de que fuera la primera organización con fines políticos impulsada por activistas de la comunidad Lgbti.
Entre la dirigencia de Unidos Por la Dignidad figuran la exdiputada de la Asamblea Nacional (AN) Tamara Adrián —la primera diputada transexual de América Latina—, la profesora y abogada Richelle Briceño y el activista Koddy Campos.
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El día de la inscripción, antes de ingresar al CNE, Briceño aseguró a la prensa: «Estamos consolidando un sueño que como movimiento social hemos tenido durante muchos años, tener no solo el derecho a elegir sino también el derecho a ser elegidos. No somos un movimiento únicamente Lgbti, somos la representación de todos los sectores sociales».
En conversación telefónica con TalCual, el viernes 2 septiembre, Richelle Briceño comenta que mientras más directas sean las conversaciones le surgen ideas mucho más espontáneas.
Enfatiza que UPD agrupa a sectores diversos, no solo de la comunidad Lgbti, como «lo han querido hacer ver en las noticias». Considera importante darle, a nivel comunicacional, la amplitud que quieren representar.
Sostiene que la organización la integran personas que hacen vida en los movimientos afrodescendientes, adultos mayores, mujeres, gremios y sindicatos. Afirma que Unidos por la Dignidad ofrece el espacio idóneo para que los sectores sociales se vean representados en los discursos y las acciones. Subraya, al mismo tiempo, que estos grupos han sido instrumentalizados por las grandes fuerzas políticas.
En 2020, Briceño se postuló como aspirante a una curul en la Asamblea Nacional con la plataforma de Soluciones para Venezuela, e incluyó en su agenda de lucha, como mujer transexual, combatir los prejuicios asociados a la identidad de género.
Ahora, esboza dos ejes sobre los que gira la propuesta de la organización recién creada: cómo responder a los problemas de la ciudadanía y cómo refundar la república, para así materializar el máximo desarrollo económico, máxima inclusión social y la máxima garantía de los derechos humanos.
Espacio para todos
—¿Cuándo y cómo esta iniciativa tomó forma?
—La iniciativa tiene varios meses generándose. Somos un conjunto de activistas de derechos humanos de distintos sectores sociales, no solo del sector Lgbti, como lo han querido hacer ver en las noticias. No es un movimiento político Lgbti sino plural e incluyente, cuyo centro son los derechos humanos.
Tenemos como lema «Que nadie sea dejado atrás», y cuando hablamos de eso significa que todos los sectores y personas sean tomados en cuenta en cuanto a sus demandas, exigencias y necesidades. Comunidad Lgbti, mujeres, afrodescendientes y adultos mayores nos hemos concentrado en los puntos comunes y hemos trascendido de la polarización política, que hemos vivido como una enfermedad en los últimos 20 años, para ser el centro del encuentro y de las demandas de la gente.
La discusión cobra más sentido cuando va hacia la realidad social política del país. Recoger las demandas y lineamientos de todos nos ayuda a elaborar un proyecto de país donde todas las personas se sientan identificadas, correspondidas, corresponsables y en el que encuentren la democracia participativa y protagónica.
—¿Por qué considera que los medios han querido darle el filón al asunto Lgbti?
—Yo creo que en principio por propaganda periodística, pero cuando lees las notas de prensa te das cuenta que lo que desarrolla es lo que te explique anteriormente. No hay que negar que la gran mayoría de activistas se encuentra en el movimiento Lgbti y que es una de las grandes fuerzas de Unidos Por la Dignidad. Así como, por ejemplo, en La Alianza del Lápiz el centro es la educación. Para nosotros, el centro son los derechos humanos y la no discriminación.
Considero importante darle a nivel comunicacional la amplitud que tiene el movimiento. Confluyen todos los sectores. Tenemos estructuras en todos los estados y están conformadas por campesinos, trabajadores sindicalizados, etc. La amplitud es mucho más de lo que el inmediatismo periodístico lo ha dejado ver.
El 4 de julio de este año, dos meses antes de esta entrevista (y antes de la inscripción ante el CNE), el activista Koddy Campos aseveró en entrevista a Unión Radio, tras la marcha por el orgullo Lgbti, que como comunidad solicitaron el reconocimiento de sus derechos políticos. Contó en conversación con el periodista Vladimir Villegas que años anteriores solicitaron al CNE la creación de un partido, pero el ente comicial negó la petición.
«Creo que es momento de vernos en los centros de tomas de poder», dijo en ese momento Campos. |
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—¿Señora Richelle, de qué manera cada sector puede tener el protagonismo que merece, tomando en cuenta que otros partidos han intentado darles espacio, pero en el asunto político no han tenido la relevancia que merecen?
—He ahí el meollo del asunto. Los sectores sociales han sido instrumentalizados por los movimientos políticos. Hasta este momento no han sido parte de la toma de decisiones de las élites política, pocos están conectados con los sectores sociales y vulnerables.
Ofrecemos el espacio idóneo para que los sectores sociales se vean representados en los discursos y las acciones. Queremos que cada sector, desde su realidad sea capaz de proponer y presentar proyectos. También que evalúen si sus expectativas y necesidades han sido concretadas en la realidad. Eso no sucede en ningún otro partido porque están entrampados en la polarización. No se reconocen ni encuentran.
—¿De qué manera Unidos Por la Dignidad planea llevar a las poblaciones vulnerables cada una de las iniciativas y propuestas, tomando en cuenta la desidia de la gente?
—Tenemos una desafección política devastadora. Cuando vas a la calle, te percatas de que la gente está pendiente de sobrevivir porque es el elemento más álgido de las necesidades que tenemos. Sin embargo, esa desafección viene aupada o viene siendo fortalecida por la falta de proyecto de país que tenga garantía de credibilidad.
La gente está cansada de lo mismo, de lo viejo y de los modelos repetitivos. Cuando hablamos de Unidos Por la Dignidad trabajamos por sentar algo distintos a lo que los movimientos políticos han conseguido.
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Voluntarios, no militantes
Richelle Briceño hace un inciso. Explica que dentro del movimiento no se habla de militancia sino de voluntarios: personas comparten los valores, la misión y la visión de la plataforma- y simpatizantes que pueden ser de cualquier sector social.
Destaca, en ese sentido, que cuando se habla de «unión» no es por el solo nombre del partido sino por las causas comunes. Eso, dice, quiere significar que cuando se reúnen con un movimiento político se quedan con los objetivos comunes. Pone como ejemplo el asunto económico. Comenta que sobre el tópico sería menester concertar sobre modelos productivos, formas para reactivar la economía y revivir el salario. Del mismo modo, agrega, en aspectos del ámbito educativo.
Resalta tres elementos de Unidos Por la Dignidad: máximo desarrollo económico, máxima inclusión social y respeto a los derechos humanos. «Todos con el fin de que nadie sea dejado atrás», insiste.
—Ahora, señora Briceño, en estas jornadas que realizarán para presentar a la ciudadanía esta nueva alternativa: si le preguntan de qué manera tangible el partido propone para lograr el máximo desarrollo, ¿qué respondería?
—Eso pasa por diagnosticar la realidad del país. Venezuela no ha dejado de ser una nación petrolera, solo que la producción petrolera está por el piso. Consideramos que uno de los principales objetivo es que haya un movimiento político que responda a la realidad.
La reactivación de la economía pasa por la recuperación de la industria petrolera, que la producción de petróleo pase de los 700 mil barriles diarios a los dos o tres millones que deberíamos estar produciendo; pero para que eso suceda deben levantarse los bloqueos y sanciones contra el Estado. Creo que la mayoría de los partidos debemos articularnos para eso. Si deseamos un máximo desarrollo económico debemos esforzarnos en que sea una realidad a corto plazo.
—En cuanto a los puntos de encuentro que menciona, diversos sectores políticos han estado de mesa en mesa, pero no en todos los casos ha habido mayores resultados. ¿Estos puntos de encuentros pasarían por nuevos diálogos?
—No han funcionado porque no han colocado lo intereses del país en el centro de debate. Ninguna de las formas de encuentro avanzarán mientras se impongan las particularidades de los cogollos y movimientos políticos, en lugar de concertación, de soluciones creíbles a lo que vive el país.
Sí, es necesario ir a mesas de diálogo y conversaciones y reconocernos como adversarios políticos, pero también encontrarnos en el centro, que es en el bien común. Es lo que debe mover a cada sector.
—¿De qué manera Unidos Por la Dignidad impondría el bien común de la ciudadanía en medio de tanta polarización?
—Cuando analizas la estructura de Unidos Por la Dignidad y de quiénes han sido sus voceros y los que lo conforman, te das cuenta de que tienen chavistas, maduristas, opositores de extremos y del G4. ¿Entonces, si fuimos capaces de reconocernos y encontrarnos por el bien común por qué otros no lo podrían hacer?
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—¿Cómo impulsar derechos fundamentales como el matrimonio igualitario, en este caso para la comunidad Lgbti o a la identidad?
—Cuando hablamos de derechos humanos significa que cada sector del país debe ser reconocido desde sus derechos humanos. El tema del matrimonio civil igualitario debe ser visto desde la equidad y dignidad, si no lo comprendemos desde ese punto de vista estamos negando derechos humanos a un sector importante de la población.
Si no comprendemos que el reconocimiento de la identidad es fundamental para el libre desarrollo de la personalidad y el acceso a derecho y servicios de una persona trans estamos limitando el ejercicio, goce y disfrute de un sector importante.
Si no reconocemos que la mujer tiene independencia sobre su cuerpo, sobre todo cuando es violentada sexualmente por incesto o seducción de un adulto mayor en el caso de adolescentes, no estamos comprendiendo la realidad ni reconociendo que esa mujer y adolescente tienen garantía plena y disfrute de sus derechos humanos.
Si una persona afro es expulsada de un colegio por su color de piel, entonces colocamos en entredicho la garantía de los derechos humanos. En este país, por ejemplo, se desprecia a los adultos mayores, una muestra es que no hay política públicas que los atiendan.
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Puntos de encuentro
Richelle Briceño explica que han establecido una agenda de articulación con cinco grupos importantes. La primera premisa, de acuerdo a lo que expone, es encontrarse con otros partidos políticos de los diferentes grupos. Otro encuentro sería con los distintos sectores sociales para obtener sus grandes demandas, en ellos de incluyen personas con discapacidad, afro, indígenas, mujeres, adultos mayores, niños, campesinos, pescadores entre otros.
La cuarta articulación sería con los gremios, federaciones, sindicatos obreros y petroleros, trabajadores del sector salud, educación y los distintos colegios. También está en agenda establecer comunicación con quienes se han perfilado como precandidatos presidenciales para conocerles y a su propuesta.
Otros encuentros estarían enfocados en embajadas y bloque de países como la Unión Europea (UE). Detalla que esto tiene como objetivo procurar el reconocimiento internacional. «Sobre esos cinco grupos hacemos la agenda de acción y política. A la par de ello estamos fortaleciendo la estructura a nivel nacional», añade.
—Menciona que planifican evaluar el perfil de los precandidatos presidenciales. ¿Está en su agenda postular?
—No tenemos la fiebre de la «candidaturitis», como varios partidos lo han manifestado. Varios lo tienen, pero nosotros no vamos por allí. Si la exigencia del momento lo requiere podemos presentar un precandidato desde el movimiento, que puede salir de cualquiera de los sectores sociales o cualquiera de los gremios que te acabo de comentar. Ese va a ser el producto de lo que vamos a recoger de cuando nos reunamos con los grupos que te acabo de comentar.
Ahora no es una discusión que estemos dando. Tendremos esto claro cuando terminemos el proceso de encuentro con todos los movimientos políticos, sectores sociales, gremios, federaciones y embajadas.
Eso significa que el movimiento pudiera apoyar a uno de esos precandidatos, pero será una decisión no de ahorita. En su momento, Unidos Por la Dignidad podrá respaldar o presentar.
—¿Cuál es el mayor reto para llegar a la ciudadanía y también que se presenta en el ámbito político?
—En el político tenemos que saber y entender que estamos entre iguales. El movimiento Unidos Por la Dignidad tiene la misma fuerza que cualquier otro partido tradicional. En este momento, incluso, más que otro que tenga hasta cinco años en la palestra, porque tenemos la organización, estructura y el voluntariado.
El segundo reto es que las personas —fundamentalmente los medios— logren entender y comprender que lo que tenemos que ofrecerles es lo nuevo. Es algo distinto, diverso a lo que se ha venido haciendo en la política tradicional en los últimos 20 años, que somos la encarnación de las despolarización del país y que sí tenemos cómo responder a las grandes necesidades y demandas de la gente
—¿Cuál sería un forma de respuesta a las necesidades?
—Fíjate, la situación del país tiene dos vertientes. La primera es la de servicios públicos. Tenemos necesidades, entre ellas que la educación, el sistema de salud y transporte, y que los servicios de agua y electricidad funcionen. Ahora bien, ¿si todo eso se soluciona o si los salarios se llevaron a $200 significa que el país se arregló? No, porque el problema de la nación es que en este momento el mayor daño ha sido a lo estructural.
El movimiento Unidos Por la Dignidad va a responder a esas situaciones si tiene la oportunidad de alcanzar los puestos de poder y toma de decisión. El proceso debe ir dirigido sobre todo a la acción hacia la estructura y lo medular del sistema venezolano. Me refiero a renovación de instituciones públicas, independencia de poderes y lucha contra la corrupción e ineficiencia de funcionarios.
La propuesta de Unidos Por la Dignidad en su proyecto gira en torno a esos dos elementos: cómo responder a los problemas puntuales y como refundar a nuestra república porque es necesario.
Educación en todos los niveles
Al ser preguntada sobre los planteamientos que pondrían sobre la mesa para fortalecer el ámbito educativo en todos los niveles, sostiene que la plataforma tiene como bandera la educación inclusiva, incluyente y respetuosa. A su juicio, son temas que se debe dar en básica, el respeto hacia quien es diferente ya sean compañeros afrodescendientes, campesinos, quienes vienen de algún barrio o tienen alguna discapacidad.
La abogada apunta que en bachillerato la educación debe también dirigirse hacia la comprensión de la realidad social de la nación. Asegura que temas como los derechos humanos, alternativas económicas y otros son tan importantes como contenidos de física, química o matemáticas. Esgrime que son temas que no pueden ser invisibilizados por creencias conservadoras.
«Si se le oculta la información de lo que ocurre en la realidad a un adolescente también es una forma de ideologizar y limitar su conocimiento», expresa. En cuanto al nivel universitario dice que se debe especializar aún más a cada sector, pues son quienes tomarán las riendas de la nación.
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«Que nadie sea dejado atrás»
—Pasando de nuevo al tema medular del país, ¿el movimiento reconoce al Gobierno de Maduro o al interinato de Juan Guaidó?
—Nuestro lema es que nadie sea dejado atrás. Es una frase tomada de la ONU. No es una promesa, no es un futuro es un decreto y en cuanto a decreto es un deber categórico y significa que aunque cometas los errores yo como movimiento estoy dispuesto a encontrarme contigo y ver en qué podemos coincidir y sobre qué puntos podemos trabajar.
No creo ni considero que Guaido o Maduro deseen el mal del país, porque en el bien común es donde nos debemos encontrar. Guaidó, con toda las diferencias que podamos tener con él, reconocemos que es parte de la realidad del país y con todas las diferencias con Maduro reconocemos que es el presidente, la realidad lo denota. No es porque sea un capricho nuestro: la realidad está ahí, hay que asumirla, abordarla y trabajar con base en ella.
—¿Cómo se debe trabajar el tema migratorio y qué opina sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Colombia?
—Nosotros queremos trabajar por la dignidad de cada venezolano que está en la calle, pero también por cada migrante que ha salido del país buscando los derechos que la tierra donde nacieron les ha negado. Nuestros gobernantes les han negado los grandes derechos que necesita un venezolano para tener una vida digna y han tenido que salir a buscarla en otras latitudes.
Con respecto a las relaciones bilaterales, creo que mejor imposible. ¿Quién es el beneficiado con el restablecimiento de las relaciones? La ciudadanía.
Entiendo que probablemente para un sector del país, muy minúsculo, esa acción signifique algún tipo de consecuencias como el caso Monómeros donde unas personas estuvieron al frente, pero para el país es una ganancia y deberíamos ir a la nacionalización no solo con Colombia sino con otras naciones como Reino Unido, Estados Unidos entre otros.