Las tribulaciones del Socio-capitalismo, por Simón Boccanegra
Para competir con las ensambladoras de los imperios grandes y chiquitos, Chacumbele se ligó con Ajmadineyad y montaron una ensambladora de carros, «Venirauto». El experimento salió chimbo. El socio venezolano le debe al iraní más de cien millones de dólares (que no pagará, según su costumbre). La empresa está operando a pérdida.
Uno de sus directores informa que las devaluaciones han afectado a la ensambladora y que aspiran a abrir una cuenta en dólares en el Banco Central a fin de protegerse de devaluaciones futuras. Todo estrictamente capitalista, porque a la hora de freír las ñemas no hay que ponerse a inventar que si el trueque o el sucre y otras ñoñerías falsamente socialistas.
Otro informa que la escasisíma producción se debe al bloqueo imperialista sobre Irán, pero no dijo cómo lo hace; en cambio fue detallista en señalar las fallas logísticas que afectan la cadena productiva. Por cierto, se pensó en una incorporación de 30% de partes «endógenas» y a la fecha está entre 3 y 4%. De la producción de autos las distintas fuentes apuntas cifras distintas, pero todas minúsculas. Desde 2007, de boquilla hablan de 12 mil autos, pero si se suman las cifras de cada año se tiene un total menor.
Contabilidad revolucionaria. Ya el socio persa está yéndose de las empresas petroleras mixtas, si es que no se ha ido ya, y nada tendría de extraño que abandone también la sociedad en «Venirauto». Chacumbele tendrá que admitir que darle un giro «socialista» a las relaciones económicas con un país capitalista (porque en Irán matan la democracia pero no el capitalismo; los ayatolas no son pendejos) es más difícil que subir un corozo de espaldas.
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